Dulce despertar

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Valentina sintió la forma maravillosa cómo la besaban unos suaves y provocativos labios, sacándola del sueño profundo, el cual la había acompañado durante la mayor parte del día. Definitivamente Bárbara tenía la sensualidad propia de una mujer con mucha experiencia, la cual su cara de niña joven e ingenua no parecía reflejar. Decidió disfrutar de aquel dulce beso en los labios por unos segundos antes de abrir los ojos, mientras llevaba sus brazos a acariciar suavemente la espalda de la mujer encargada de haberla despertado de manera tan supremamente dulce. Pero cuando una de sus manos decidió pasar hacia el pecho de la muchacha, no fue minúscula su sorpresa al encontrarse palpando un seno con un tamaño diferente a los de la linda pelirroja. Abrió los ojos para descubrir el rostro de Charlotte, acompañado de una dulce sonrisa.

–¡¿Pero qué te pasa?! –su sorprendida mirada pasó del rostro de Charlotte a la figura de Bárbara, quien permanecía acostada a corta distancia y quien por fortuna parecía no haberse despertado todavía.

–Por favor, Vale –le susurró la esclava de los ojos verdes al oído–, no me dejen por fuera de lo suyo, tengo mucho miedo...

–¿A qué te refieres? –Valentina la apartó suavemente.

–No sabemos cuál será la suerte de Estefanía, puede que nunca la volvamos a ver... y yo no quiero quedarme sola en un mundo en el que no conozco a nadie –las palabras de Charlotte parecían sinceras y su expresión de dulzura se había convertido en una de genuina preocupación.

–Ya te dije que no te voy a dejar sola, vas a vivir en mi casa y vas a conocer al resto de mi familia, a los que eran mis amigos hace seis años y a mucha gente buena de Alsacia... Además tenemos que ser optimistas y pensar en que vamos a encontrar a mi hermana.

–Yo sé que estás muy enamorada de esta chiquita –Charlotte volteó a mirar a Bárbara–, ¿pero por qué no podemos estar las tres?

–¿Qué quieres decir exactamente? –Valentina mostró verdadera confusión en su rostro.

–Dionisio, uno de los capataces del campamento de menores de edad, tenía dos novios al mismo tiempo, a Cingus y a Narteste... y los tres vivían completamente felices.

–Sí me acuerdo de ellos...

–¿No crees que sería posible hacer algo así? –Charlotte mostró una expresión de anhelo.

–Charlotte, tú hasta hace un par de días me odiabas, y ahora, gracias a tus temores e inseguridades, ¿pretendes que me convierta en tu novia sin importar la suerte de mi hermana y lo que pueda pensar o sentir Bárbara?

–Yo nunca te odié, solo quise hacerte pagar por esa horrible noche que pasé en el cepo...

La valiente e intrépida Charlotte, encargada de haberlas liderado desde el momento de la fuga no se parecía en nada a la que ahora rogaba por ser aceptada en un trio amoroso.

–¿Y si mi hermana aparece?, ¿le vas a decir que ya no la quieres porque decidiste traicionarla con su hermana gemela y con Bárbara?

Charlotte arrugó un cachete y miró a su alrededor antes de responder:

–Ya te dije que verte a ti, besarte, acariciarte o tocarte es casi lo mismo que hacerlo con tu hermana, y tú desde el principio fuiste más amiga mía que lo que era Estefanía... Y Bárbara es una muchacha más que hermosa, no tendría inconveniente en besarla y hacerle el amor.

–¿Y si mi hermana aparece, con cuál de las dos te quedarías?, ¿con ella o conmigo?

–Vale, es lo que más deseo, pero yo creo que Estefanía no va a aparecer, lo más posible es que algún capataz la haya raptado para venderla en algún lado o para convertirla en su esclava personal, algo parecido a lo que le pasó a Maya...

–Ya sé que a Maya la raptó un capataz para llevarla a su casa, encadenarla a la cocina y mantenerla de cocinera hasta que el asunto fue descubierto –la interrumpió Valentina.

–¿No crees que algo así le pasó a tu hermana?

–No lo sé... es posible, pero debemos confiar en que simplemente haya huido con la ayuda de un capataz y en este momento se esté dirigiendo a Blondavia.

–¿Pero cuál sería la razón para que un capataz arriesgara su pellejo haciendo algo así? –preguntó Charlotte.

–No tengo ni idea... Pero la otra opción tampoco sería nada provechosa para el supuesto capataz; recuerda que al que raptó a Maya lo mandaron a prisión por mucho tiempo, después de haberle dado una buena dosis de azotes.

–Todo esto es muy extraño...

–Lo sé, pero insisto en que debemos tratar de ser optimistas, mira que puede haber otros capataces como Vartar –alegó Valentina.

–Puede ser... Lo único que sé es que tengo mucho miedo...

–¿De qué tienes miedo? –preguntó sorpresivamente Bárbara con una voz perezosa, sus ojos recién abiertos.

–De que Estefanía no aparezca, de quedarme sola... –respondió una insegura Charlotte, volteando a mirar a la pelirroja.

–Nadie se va a quedar sola –dijo Bárbara mientras levantaba su cabeza y la apoyaba sobre el codo de su brazo–, estamos las tres y cuando lleguemos al pueblo de Vale vamos a estar con su familia.

–Tú lo dices muy tranquila porque Vale es tu novia... en cambio yo... –alegó Charlotte mientras arrugaba los labios.

–Ya deja la crisis a un lado –intervino Valentina en un tono vehemente aunque lo suficientemente bajo para evitar ser escuchada por fuera de su refugio–. Has vivido con cadenas toda la vida, has sido castigada, azotada, crucificada, pasado noches enteras en el cepo...

–Nunca me crucificaron –objetó Charlotte.

–Bueno, sí..., la crucificada fui yo... Pero lo que quiero decir es que has tenido que sufrir la vida más dura que le pueda tocar a cualquiera, ¿y ahora vas a venir a quejarte por esto?, cuando la vida que vas a tener en mi pueblo va a ser totalmente diferente...

Bárbara, en un inesperado gesto, se sentó sobre sus talones, puso su brazo alrededor de los hombros de Charlotte, inclinó su cabeza y le dio un pico en la mejilla antes de decir:

–Tranquila, todas vamos a estar bien, nunca te vamos a dejar sola, siempre vas a poder contar conmigo.

–Perdóname por lo mal que te ha tratado, te juro que no lo vuelvo a hacer –Charlotte dejó derramar una lágrima mientras le obsequió a Bárbara una dulce sonrisa.

Valentina, a pesar de estar empezando a tener sentimientos por Bárbara, no pudo alejar de su cabeza lo conveniente que podría resultar si se llegara a desarrollar una relación amorosa entre Charlotte y la pelirroja. Estaría matando dos pájaros de un tiro: se estaría deshaciendo sentimentalmente de una mientras la otra dejaría en paz a Estefanía, aunque en todo caso, un simple gesto de amistad y compañerismo no sería suficiente para hacerse muchas ilusiones.  

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