Sorpresivo anuncio

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El final de un caluroso día llegó acompañado de un refrescante baño para una agotada Valentina. Pero el agua fría, brindando una inigualable sensación al cansado cuerpo de la joven esclava, no lograba apartar de su mente la preocupación sentida por la suerte de su amada hermana. Aun no llegaba el grupo en el cual Estefanía había partido en las horas de la mañana hacia el sitio de la construcción de la nueva carretera. <<Es más de una hora y media la que tienen que caminar para volver al campamento>>, le había dicho una de sus compañeras minutos antes de entrar a los baños. Sin embargo, bien sabía cómo las esclavas enviadas a trabajos por fuera del campamento solían regresar antes del atardecer, y en aquel momento el sol ya llevaba más de diez minutos escondido detrás de las montañas y la oscuridad empezaba a reinar. Vartar no demoraría en llegar hasta el jardín de flores para cuadrar los detalles del escape, conversación en la cual sería de suma importancia la presencia de Estefanía.

Terminó de enjuagar su cuerpo y salió al jardín dispuesta a secarse con la suave brisa nocturna. Se sentía más agotada con relación a los días anteriores. Seguramente las altas temperaturas habían hecho mella en su cuerpo. Caminó lentamente sintiendo la suavidad de la tierra en sus pies descalzos, su mirada puesta doscientos metros más allá, lugar en el cual se ubicaba la entrada principal del campamento. Pero a pesar del paso de los minutos, no había señal del regreso del grupo de esclavas al cual pertenecía Estefanía. A su mente llegó la idea de una posible decisión, por parte de los capataces, de dejar a las esclavas pasar la noche en aquel sitio. ¿Pero tendrían alimento y bebida suficiente para todo el grupo? ¿Se verían obligadas a dormir sobre la hierba al borde de la carretera? En realidad no conocía aquel lugar, como tampoco estaba enterada de las condiciones a la cuales las esclavas eran sometidas al ser llevadas a trabajar allí. Solo rogaba por el pronto regreso de su hermana y por encontrarla en el mejor estado posible.

–¿Y ahora te inventaste que mandaran a tu hermana a esa construcción solo para alejarla de mí? –Valentina se vio sorprendida por las palabras de Charlotte, quien de manera intempestiva había aparecido frente a ella, su cuerpo totalmente desnudo como era su costumbre al salir de los baños.

–No digas estupideces, yo sería la última en hacer eso –la mirada de Valentina se podría comparar con la dureza de cualquiera de las rocas de la muralla.

–¿Por qué no puedes ser como ella? Hasta podrías llegar a ser un buen reemplazo en caso de que a ella le pasara algo... –Charlotte miró a su rival de pies a cabeza.

–No me fijaría en ti ni porque fueras la última mujer en este mundo –mintió Valentina, sabiendo cómo la exuberante belleza de Charlotte podría conquistar a cualquier ser amante de las mujeres.

–Eso no me importa, solo sé que cuando escapemos vas a tener que aprender a convivir conmigo...

–Cuando escapemos, si es que algún día lo hacemos, no pienso estar a menos de cincuenta metros de ti –la mirada de Valentina se volvió a concentrar en la entrada del campamento.

–Entonces vas a estar muy alejada de tu hermanita –Charlotte mostró una pequeña sonrisa.

–Eso es lo que crees... La que va a estar alejada eres tú –sin esperar ni una palabra más, Valentina se alejó de ella, acercándose unos metros más a la entrada del campamento. No quería continuar en una discusión sin sentido, la cual podría terminar en una fuerte pelea, perjudicando a las dos. Sería darle la oportunidad a Pascual para ser castigada nuevamente.

Se acercó a menos de veinte metros de la entrada, consciente de no pisar el área prohibida para las esclavas, la cual empezaba a quince metros de las puertas. Cada vez sentía más la invasión en su cuerpo y en su mente de la angustia y la ansiedad; no aguantaría recibir una mala noticia concerniente a la suerte de su hermana. Quería verla inmediatamente, poder darle un abrazo, un prolongado beso, aunque sabía cómo se vería obligada a saltarse esa parte, y llevarla de la mano hasta la fuente de agua para refrescar su cansado, y muy seguramente, dolorido cuerpo y al mismo tiempo lograr calmar su sed.

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