Buscando la paz

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Solo tenía ganas de saciar su inmensa sed. Acababa de terminar su trabajo, después de haber soportado un largo y caluroso día cargando piedras, recibiendo azotes en su espalda y observando la manera como su hermana la miraba con una expresión difícil de descifrar. Disfrutando ahora de un sol menos agresivo, el cual se empezaba a esconder detrás de las montañas, aquellas verdes montañas atravesadas seis años atrás para llegar hasta aquel horrible lugar, Valentina creyó estar segura de ser aquella la ruta a tomar aquel día en el cual se vería acompañada por su hermana en el camino hacia la tan ansiada libertad. Serían dos días atravesando bosques, riachuelos y empinadas colinas hasta llegar al ancho río, encargado de separar esta nación de crueles hombres con la suya y la de su familia. Pero la insistencia de Estefanía en llevar a Charlotte podría terminar estropeándolo todo. Se arrepentía de haber hecho sufrir en el cepo a la muchacha de los ojos verdes, pero seguía creyendo en la necesidad de deshacerse de ella. El error de haberla acusado ante Parcer solo le había servido para ganarse una enemiga en una persona quien anteriormente había sido una linda amiga, además de haber puesto a su hermana a decidir entre dos muchachas, las cuales eran ampliamente merecedoras de su aprecio. Así mismo, era consciente de la guerra desatada y por la cual lo mejor sería estar preparada para afrontar las peores consecuencias.

–¿Y para hoy qué tienes planeado? –súbitamente Estefanía se encontró a su lado.

–¡Nena! ¿Qué quieres decir? –su hermana lucía sudorosa, con la cara y el cuerpo invadidos de arena y tierra.

–¿No has pensado en nada para que vuelvan a castigar a mi novia? –preguntó Estefanía, produciéndole a Valentina un gran dolor en el alma al escuchar la palabra novia.

–Escúchame –dijo Valentina mirándola directo a los ojos–. Estoy arrepentida de haber hecho eso y lo último que quiero es volverlo a hacer...

–¿Por qué no lo pensaste antes? Seguro que ella va a hacer todo lo posible para que te castiguen... Y lo peor es que esa rencilla entres ustedes dos va a terminar dando al traste con nuestros planes.

–Ya te dije que estoy arrepentida, ¿qué más quieres que te diga?

–Lo mejor es que hables con ella y le pidas disculpas... y que lo hagas con tu mejor sonrisa –dijo Estefanía mientras caminaban hacia el poso de agua.

–Lo haré, pero no tenemos que escapar con ella, no la quiero en nuestras vidas –Valentina estiró su brazo al llegar al pozo, tomó una taza y se sirvió un poco de agua.

–Pueda que tú no la quieras, pero yo sí la quiero... Es la persona más linda que existe y no la voy a dejar aquí abandonada para que muera como una simple esclava, ella se merece mucho más –dijo Estefanía antes de tomar un sorbo de su taza.

–¿Entonces es la persona más linda que existe? –la expresión de decepción en el rostro de Valentina era evidente.

–Mira, Vale, no podemos comparar las cosas –Estefanía tomó un sorbo más del refrescante líquido–, tú eres mi hermana gemela, eres parte de mí, eres mi familia, mi mundo... Pero Charlotte es mi novia, son dos cosas totalmente diferentes.

–No pienso compartirte con nadie más, estamos aquí juntas y tenemos que salir de esto juntas, solo las dos.

–¿Y cómo diablos vamos a romper las cadenas si no es con la ayuda de Charlotte?

Valentina se sirvió una segunda taza de agua y tomó un par de sorbos antes de responder, no sin antes mirar a su alrededor para asegurarse de la existencia de suficiente distancia entre ellas y las otras muchachas.

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