32

71 15 0
                                    


Hibari


Habían pasado tres horas de tranquilidad. El último periodo terminó, así que era un poco obvio que alguien aparecería. Ni siquiera Kusakabe pudo mantenerlo alejado. Gokudera abrió la puerta de golpe, pero, cuando la vio durmiendo tan cómodamente, quedó en silencio de inmediato. Con lo ruidoso que es, me sorprende que haya podido estar tranquilo por más de cinco minutos.

Me hizo una seña para hablar afuera.

—No. —dije en voz baja.

—Hibari... —respondió apretando un puño.

Me resigné. Si no quiero que la despierte, creo que tendré que ir. Ambos fuimos al pasillo. Luego de que comprobé que no hubiera nadie alrededor, estaba listo para hablar.

—Ha dormido por tres horas. —le dije.

—¿Seguidas? —preguntó.

Asentí. Parece que también se había dado cuenta del problema. De alguna forma, se ve aliviado.

—Ya veo... —respondió. Suspiró. Me vio de frente. —Si sabías que estaba aquí, ¿por qué no me llamaste?

—Planeaba hacerlo, pero ella me detuvo. —respondí. —No quiso que te avisara.

Bajó la cabeza.

—Esa idiota... —dijo en voz baja.

Trató de entrar en la enfermería, pero lo detuve.

—¿Qué piensas hacer?

—Cuidar a mi amiga. —respondió.

—Ya te dije que no te quiere aquí.

—No me importa.

Volvió a querer abrir la puerta. Esta vez, le agarré del brazo.

—No te metas, Hibari. —me miró de frente. —No sabes nada sobre...

—Lo sé. —respondí.

Ahora, se ve sorprendido.

—¿Qué es exactamente lo que crees que sabes? —preguntó.

—Todo.

Empezó a reír.

—Como si fuera a creer algo así. —me dijo. —Kaia nunca ha sido del tipo que ventila sus problemas a cualquiera.

No sé por qué me molesta tanto lo que acaba de decir...

—Sé que era una soldado.

Se detuvo a mitad de camino.

—También, sobre cómo llegó a los Vongola. —seguí.

Se recostó en la pared.

—¿Desde cuándo? —preguntó mientras encendía un cigarrillo. Esta vez no le dije nada porque se ve algo alterado.

—Me lo terminó de contar hoy.

Soltó el humo. Me miró directamente. No se ve enojado.

—Se ha contenido bien esta vez. —habló. —Si fuera la misma de antes, habría un desastre aquí.

—¿A qué te refieres?

—¿Sabías que a los niños soldado les dan drogas antes de entrar en un combate? —me dijo.

—Sí... —respondí. —Me dijo que solía ser una adicta.

—Se llama Brown. —siguió. —Es una mezcla de cocaína y pólvora. Shamal dice que les cortan la piel y la colocan directamente allí.

Assassin [Katekyo Hitman Reborn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora