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Kaia


Al día siguiente, volvimos a la escuela. Cada quien portaba su anillo. Yo lo llevaba en la mano y Hayato en el cuello.

En clase, ya estaban Tsuna y Yamamoto.

—Me alegra que se curaran rápido sus heridas, chicos. —nos dijo Tsuna.

—¡Claro, Décimo! —habló Gokudera. —No seríamos dignos de ser sus guardianes si no fuera así.

—Es cierto. —dijo Yamamoto. —Pero, creo que a Gokudera le ha quedado una cicatriz...

Señaló a su brazo.

—Belphegor en serio te pateó el trasero. —lo molesté.

—No importa... —suspiró. —Esto no es nada.

—Te puedes hacer un tatuaje encima. —le dije tratando de observar mejor la cortada.

—¡¿Tatuaje?! —exclamó Tsuna.

—Eso no es lo mío. —respondió. —Además, no creo que me siente bien. Ese es más tu estilo.

Tsuna y Yamamoto nos observaban sorprendidos. Están bastante intrigados.

—¿No le vieron el que tiene? —les preguntó Hayato. —Está en la parte baja del estómago.

—¿Quieren verlo? —les dije.

Ambos se sonrojaron y voltearon la cabeza.

—Tal vez después... —respondieron.

Me reí.

Seguimos en clase hasta que tocó la hora del almuerzo. Jugamos a piedra, papel o tijeras a ver quién compraba la comida del resto y perdí. Dijeron que me esperarían en la terraza.

Fui hacia la cafetería y tuve que utilizar todas mis habilidades de sigilo para que esa multitud no me aplastara en el intento de conseguir la comida. Estaba preparada para ir subiendo las escaleras, pero los vi reunidos en el pasillo.

Cuando estuve lo suficientemente cerca como para saber qué estaba ocurriendo, vi que el presidente era el que los detenía.

—Hibari... —dije cuando lo tuve en frente. —¿Ya se curaron tus heridas?

Por alguna razón, está en guardia. Es mejor no hacerlo enojar.

—Sí. —respondió. Bajó sus tonfas. —¿Y tú?

—No tengo de qué quejarme. —respondí.

—Ya veo... —me dijo.

En ese momento, siguió su camino como si nada.

Qué raro. Suele ser mucho más intenso cuando está listo para pelear. Eso lo sé de primera mano. ¿Será porque estamos en la escuela?

Yamamoto y Tsuna se quedaron mirándome por un rato.

—¿Qué? —pregunté.

—Hibari... se detuvo. —me dijeron.

—¿Ah?

No le dieron más vueltas al tema y fuimos a almorzar a la terraza.

Desde el incidente con los Varia, no han sucedido cosas de gran magnitud por aquí. Aunque, estuve ayudando a Reborn a deshacerse de los remanentes en la ciudad. También, me mantuve muy al pendiente del juicio interno que se llevó a cabo en la base principal. Por lo que sé, el escuadrón será castigado con la inhabilitación. Se les está permitido el trabajo individual, pero no pueden organizarse. Todos con excepción de Xanxus, quien deberá cumplir una pena de aislamiento involuntario hasta que el jefe decida qué quiere hacer con él. En sí, retar al heredero no es un crimen, pero lo que hizo con el Consigliere viola todos nuestros principios básicos. Si el Noveno no le tuviera cariño, le habrían dado la ejecución inmediata.

Assassin [Katekyo Hitman Reborn]Where stories live. Discover now