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Kaia


Al día siguiente, cuando finalizó la última clase, había alguien esperándome en la entrada del salón. Su sola presencia hacía temblar de terror a muchos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté.

—Asegurándome de que no te saltes el castigo.

—No pensaba escapar...

La verdad es que sí, pero no se lo diré abiertamente.

—Te veo después. —le dije a Hayato.

—Claro. —respondió sin prestar mucha atención. Se fue junto con el Décimo y Yamamoto.

Me despedí de ellos a la distancia y quedé sola con Hibari.

—¿Y qué haré ahora? —pregunté.

—Sígueme.

Ambos subimos hasta la azotea. Me pasó una escoba, un trapo y un balde.

—Limpia este lugar. Cuando termines, te puedes ir.

Nunca creí estar en este tipo de situación. Es la primera vez que veo a un don nadie dándome órdenes como si fuera un capo de alto rango.

Con lo bien que me estaba yendo en Roma...

—Empieza ya. —habló con severidad. —No tengo todo el día.

—¿Te vas a quedar?

—¿De qué otra forma me aseguraría de que no te saltes el castigo?

Tiene razón. Yo no soy de fiar...

Empecé barriendo el lugar. No estaba tan sucio como creí. El polvo estaba algo apilado, pero era fácil de limpiar. Acabé sin contratiempos luego de un par de horas.

En ese momento, me preparé para salir.

—Aún te falta acomodar esas bolsas de basura. —me dijo Hibari. —Llévalas al depósito del patio.

—¿En dónde está exactamente? —pregunté.

Señaló a un contenedor abierto en una esquina del campo de abajo.

Como eran cuatro bolsas de las pesadas, tuve que hacer dos viajes de ida y vuelta. Al terminar, agarré mi mochila y me disponía a salir. Sin embargo, en ese momento, Hibari señaló hacia una botella en el suelo. Probablemente se había caído en el camino.

Realmente no quería dar toda la vuelta desde la entrada solo para botar una botella, así que se me ocurrió que podría usar mis habilidades para hacer todo más simple.

Aplasté la botella para hacerla más compacta y la lancé directamente en el contenedor. Acertó exactamente en el centro.

No dijo ni una palabra de la impresión.

—Creo que es todo por hoy, ¿no? —dije.

Salí de allí rápidamente y regresé a casa con Hayato.

—¿Cómo te fue? —me preguntó.

—No tan mal. —dejé mi mochila en la entrada. Agarré uno de los sándwiches que había en la mesa y me lo comí. —Solo barrí algunos pisos y ya.

Seguimos hablando de cosas sin importancia hasta que ambos fuimos a dormir.

Por la mañana, regresamos a la escuela. En el receso, almorzamos junto al Décimo y Yamamoto.

Assassin [Katekyo Hitman Reborn]Where stories live. Discover now