capítulo 44

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Corporación cápsula, en el presente

Atónito por lo que acababa de escuchar Vegeta no puede quedarse quieto, perderla devastaría su mundo, perderla significaría que no lucho con todo para que ella se quedara. Antes de que Bulma pudiera alcanzar la puerta fue sostenida con firmeza, un alto tan súbito detuvo su marcha sin que la ojiazul pudiera avanzar más. Que sopresa fue para ella, casi pudo jurar que su corazón dio un vuelco, o dejo de latir, fue algo muy impresionante, tanto que ni dando vuelta el rostro y viendo con sus propios ojos pudo convencerse de la realidad que en ese momento la aprisionaba. Pero el ser prisionera de un abrazo no era lo que la deconcertaba, ni la forma en que los brazos se elvolvían en su cintura, apretándola fuerte, estrechando con una última chispa de fe en que su pedido no caería en oídos sordos, de que su relación, su amada no daría fin con la vida tal y como la conocía y quería continuar protegiendo. Era menester jugar con todas sus cartas, con cada opción y con cada recurso a su alcance, su honestidad por si sola no fue suficiente para sosegar el corazón de su esposa, ahora Vegeta debía hacer uso de los sentimientos que había adquirido en su vida junto a su humana. No podía hacer menos, después de todo, conocía perfectamente todas las acciones nada loables que realizó durante largos años, pero de esta, no se arrepentía. Qué era el orgullo, si no le permitía tener lo más valioso para su existencia.

Con estremecimiento, Bulma intentó hablar, pero no pudo hacerlo. Cerró los ojos para negar su visión, pero era tarde, nada podría evitar a su cuerpo sentir la súplica de su amado. Con la voz tropezando con unas lágrimas retenidas, el saiyajin habló

–Bulma, nunca, nadie me había observado con los ojos que tú me diste, nunca, he conocido tantos ojos, los he visto todos, pero los tuyos paralizan, los tuyos provenían de la vida y prometían vida. Que la felicidad en tu rostro era por ver mi rostro fue lo más raro e inesperado hasta ese día, hasta ese momento conocí lo imposible, porque era imposible que tú me dedicaras esa sonrisa, era imposible, era imposible que tú me hablaras, era imposible que tú existieras, tan fuerte y tan valiente que no permitirías que nada ni nadie pudiera ignorarte, eras tan imposible, así como era imposible que tú, tú me amaras, esa opción era irreal. Pero lo hiciste, me amaste, cada día que te ví me amaste y me enseñaste que el mundo podía ser más grande de lo que sospechaba, que existían más secretos en la galaxia y que por fin, ha valido la pena tanto orden, tanto método, tanto castigo y tanta privación, tanta vanagloria y tanta contienda desde el momento en que hube encarado tu sonrisa y me rendía ante el pedido de tu mirada, el universo entero resumido en tu voz llamándome príncipe, hasta enfrentar a la misma muerte sin temores por la compañía de tu recuerdo, por esa mirada desafiar al destino para volver a tu lado, porque sin importar a donde vaya lo más imperante será volver a tu lado, siempre a tu lado. Bulma, te lo suplico, no me apartes de ti. No podría, nunca podría, vivir sin el azul de tus ojos.

El abrazo mantuvo su firmeza en todo momento, pero se intensificó solo por unos segundos ante esta última aseveración. El corazón de Bulma se encontraba indeciso, entre volver a latir o estremecerse aún más por la situación.

–Permíteme dejarte sin opción en este acto de egoísmo de mi parte por pretender que me escojas una vez más, por que estoy en medio del tormento

– En el... tormento? Dime que traición has cometido, qué me vas a confesar a esta vez – dijo Bulma respirando más trabajosamente.

–Mi tormento es tu sufrimiento, la desdicha que causa inquietud en tu corazón, que me hace temer por tu posición... hacia mí.

–Tormento dices? te sientes torturado? Tú que amenazas y frunces el ceño más de lo que dejas ver tus virtudes...– la ojiazul vuelve a sentir la confusión de los sentimentos, entre la ira y la dicha –  que verdades obtendría de tu tormento ...

LA VERDAD DE MI PASADOKde žijí příběhy. Začni objevovat