capítulo 31

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Narra Bulma: por qué kami, por qué? Habían muchas personas en la otra habitación, habían niños! Esto es tan cruel, Vegeta mi amado, los mató sin piedad! los mato a todos. No puedo parar de gritar, no puedo escuchar nada ni pensar, solo puedo sentir este dolor saliendo de mi pecho a través de mi voz. Hasta que él me levanta y me da una bofetada– reacciona mujer! – es su voz llamándome, entonces puedo mirarlo, puedo respirar y puedo sentir el dolor en mi cuerpo, él me mira con el ceño fruncido, recorre mi rostro con la yema de los dedos y quita mis lágrimas que hasta ese instante ni me di cuenta que lloraba, entonces permito que mi cuerpo busque apoyo en él, lo busco con los brazos abiertos. Puedo sentir mi piel temblando y no puedo detener los temblores que me recorren. Su calidez me conforta, me sujeta con fuerza por la cintura y yo llevo mis brazos alrededor de su cuello, entonces abre la puerta mientras oculto el rostro en su cuello, nos elevamos sobre ese sitio y Vegeta otra vez lanza otra esfera de energía destruyendo todo el lugar, después nos vamos volando, el viento trae humo y cenizas, siento que no puedo respirar y me voy a caer en cualquier momento.

Mientras vuelan Vegeta repasa los eventos tratando de recordar algo que le ayude con la misión y recuerda algo que no supo explicar: un vehículo hecho trizas en la habitación donde encontró a la esclava, no había visto uno semejante antes, no parecía uno de batalla ni de suministros, tendrían armas que él desconocía? Era posible, pero lo que más le llamo la atención fue el extraño dibujo en un costado, y una sola palabra legible: capsula. No tenía ni una idea a qué se refiere. Pero era imposible averiguar sobre este vehículo, se dejó llevar por su violento impulso destructor y preguntarle a la hembra iba a ser inútil.

Narra Vegeta: esto ha afectado mucho a la mujer, todos sus síntomas me indican que está en su límite, su agarre se afloja y su cuerpo ya no tiene fuerza, se ha desmayado. Su rostro lastimado me hace rabiar. Se queja aun en su inconsciencia, no es solo su rostro, las marcas en su ropa me demuestra que la han golpeado, mucho. Pobres insectos, recibieron mi respuesta en el acto, nadie puede entrometerse en mi camino y mucho menos poner sus manos en mi propiedad. La coloco en mi hombro, necesito al menos un brazo libre, debo dejarla en la nave antes de que me ataquen otra vez, pero no hay la oportunidad. Los disparos se reanudan y son de artillería muy pesada, puedo ver con claridad cómo me apuntan con sus vehículos, un solo impacto y la humana quedara hecha pedazos, un solo mal movimiento y tendré un cadáver en mis manos, su fragilidad me está costando mucho tiempo. Me muevo esquivando sus disparos que cada vez son más cercanos, más precisos, me acerco para salir del rango de las armas grandes, pero eso significa que podrán atacarme con armas más pequeñas, apenas puedo les arrojo varias esferas de energía al sitio donde me disparan, el caos que provoca mi ataque me permite terminar con los soldados y sus armas con la humana aun entera. Me alejo del lugar pero me detengo de inmediato, otro batallón armado con vehículos pesados aparece en frente mío y debo exterminarlo antes que lleguen los refuerzos, si la humana pudiera sujetarse sería más práctico, me cubro detrás de un terreno desigual y comienzo a sacudirla sin obtener ninguna respuesta, otra vez golpeo su rostro, necesito que este consciente.

Narra Bulma: es el dolor de un golpe lo que me obliga a abrir los ojos, no sé donde estoy, no sé qué pasa, confundida oigo a Vegeta gritar algo, no le entiendo, hasta que me da otra bofetada me hace reaccionar, nos están disparando y esta vez es peor, mucho peor. Me grita que me sujete, que necesita luchar si quiero ver otro día, entonces lo abrazo con todas mis fuerzas. Salimos volando a toda velocidad, yo cierro los ojos y trato de no escuchar mientras sé que él pelea por nuestras vidas, es lo que me digo y me repito cada vez que oigo voces clamando, todo tipo de voces exclamando en sus últimos momentos de vida. El viento frío me golpea cada vez que nos movemos, yo solo puedo ocultar mi rostro y abrazarlo más fuerte. El metal cruje y se queja antes de hacerse añicos, los disparos suenan y suenan sin cesar a pesar de que Vegeta no ha dejado de atacar. Sin aviso los disparos se detienen para dar paso a una gran explosión, un último grito sincronizado lleno de pavor antecede a un viento nefasto impregnado de ceniza. Entonces el vuelo se hace más violento, aturdida abro los ojos y veo soldados que vuelan alrededor nuestro, su agarre se hace más doloroso, él no debe notar la fuerza que hace cuando sujeta mi cuerpo, trato de soportar apretando los dientes mientras los soldados son animados por los pocos sobrevivientes en tierra que salen de debajo de unos escombros. No pude alcanzar a verlos bien, una luz los ciega antes hacerlos estallar. Vegeta se carcajea ante el desprecio que muestran los soldados, de hecho a estado riendo todo el tiempo, ante cada ataque, en cada disparo, hasta cuando esos pobres infelices estallaron en flamas, no dejo de reírse. Todo lo que sucede después es confuso, un instante estamos en el cielo, luego volamos cerca de la tierra, veo luces y otra vez estamos en el aire, el sonido de los huesos rotos es algo que me sobresalta, la mueca de dolor del soldado en frente nuestro es visible aun a través del visor, el golpe que acaba de recibir lo deja inmóvil y desaparece en medio de una nube que solo deja caer polvo. La batalla se detiene por un mísero segundo, los soldados quedan estupefactos ante la caída de un amigo, luego se lanzan en contra nuestra como una jauría rabiosa. Cierro los ojos otra vez, no puedo continuar mirando. Pero no puedo evitar escuchar, cada cuerpo mutilado, cada miembro cercenado, cada insulto y cada risa de mi príncipe, aprieto los dientes y los ojos mientras abrazo a mi salvador oscuro, por favor al menos no quiero mirar. Una eternidad después noto cuanto él se queda quieto, de pie al fin en el suelo, tanto volar a esa velocidad me tiene aturdida, suelto mi agarre y dejo que mis piernas toquen el piso solo para caerme, no puedo reaccionar ni cubrirme la cara, lo siguiente que sé tiene que ver con el sabor a tierra en mi boca, dolor en mi rostro, mi cuerpo entero rodeado de muerte. Vegeta me levanta por la cintura, cree que estoy desmayada otra vez, no me muevo, no tengo fuerza para nada y me coloca en su hombro, lo oigo maldecir, no sé si es a mí, o a los muertos. Lentamente se eleva, el vuelo ahora no es tan rápido y puedo ver un poco de la destrucción a medida que recorremos el planeta hasta que los parpados me pesan demasiado, los cierro esperando no despertar, al menos no en este sitio. Me despierto sobresaltada por un ruido hiriente, estoy en una habitación extraña, en un especie de sillón, afuera todo es caos, el ruido es tan espantoso, aunque me cubra los oídos puedo escuchar los metales romperse. Vegeta entra a la habitación trayendo una cantimplora, al cerrar la puerta el ruido es mucho menor, se acerca y me ofrece de beber, mis manos tiemblan tanto que es imposible sostener nada, es el propio Vegeta el que me sujeta por la nuca haciendo que me incline un poco para darme de beber. El cabello en mi rostro me molesta y trato de apartarlo, al instante de flexionar los dedos el dolor me hace notar una cortada importante cerca de los nudillos, esta hinchada y comienza a sangrar. No tengo ánimos para nada ni para preocuparme por una herida mía, Vegeta sujeta mi mano y la observa con detenimiento, lo último que esperaba que hiciera era que acerca los labios a mis nudillos.

Con cuidado la lengua del saiyajin recorría la herida, lamiendo con calma, deleitándose con el dulce sabor de la sangre de la hembra mientras buscaba a la esquirla culpable de la lesión hasta que levantó el rostro con un trozo de vidrio entre los dientes, Bulma solo pudo soltar un – oh! – el gesto del príncipe casi fue elegante cuando soltó el fragmento en su mano enguantada para destruirlo. La sangre seguía manando, el príncipe volvió a succionar la herida atrapando con la lengua una gota carmesí que se escapaba resbalando por la piel blanca, no iba a desperdiciar ese néctar que le agradaba tanto, sin interrumpir su labor elevó la mirada hacia el rostro de su esclava, ella lo miraba con los ojos entrecerrados y la respiración un tanto agitada. Los ojos azules se encontraron una mirada tan negra y salvaje que le agitó el corazón, lo observó como un lobo hambriento que adoraba a una oveja lastimada, sentía los mimos de esa lengua en extraños besos y caricias. Que escena tan irreal, ella sentada en ese sofá y el príncipe de rodillas sosteniendo su mano en actitud de un beso. Solo cuando ya no hubo sangre Vegeta dirigió su atención al rostro de la humana, pasó la lengua por la mejilla y así Bulma se enteró que su rostro estaba cortado, gimió con pena ante la idea quedar con una cicatriz y trató de apartar al hombre pero no pudo, él continuaba ocupado succionando, no se detuvo ahí sino que también apartó los cabellos pegados a la frente de la mujer, quito la venda y beso su herida, besó y lamió escuchando pequeños gemidos, como un vampiro sediento saboreaba la sangre que emanaba, que regalo fue para su paladar, que confuso fue para ella, Vegeta no dio tregua hasta que la herida dejo brindar el dulce néctar rojo. Bulma sonrojada vio al hombre relamerse y comenzar a quitarle la ropa. Su mente y su cuerpo estaban tan agotados para decir o hacer cualquier cosa que solo dejó caer sus lágrimas, cansada de estar a merced de la situación, subyugada por su debilidad a la voluntad de otros. Entonces ve el pequeño envase que el saiyajin sostenía y abre para rociarlo con cuidado en cada golpe, en cada magulladura para continuar en cada una de sus heridas. Era medicina que no solo calmo su dolor, sino también sus inquietudes. 

LA VERDAD DE MI PASADOWhere stories live. Discover now