capítulo 55

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 El hacer una aseveración tan definitiva provocó algo de malestar que el saiyajin no expresó, estando tan cerca de la presencia de Bulma le traía demasiados recuerdos, el aroma de la mujer era nostalgia pura. Pero era necesario conservar la distancia, así ella podría finalizar su periodo de sanación y continuar tranquilamente una existencia pacífica en la tierra. Y continuó alejándose de la mujer que amaba, no era lo mejor para él, pero era lo mejor para ella, esto le animó a continuar la medida que tomaba, ella siempre sería suya, nadie podría arrebatarla de su corazón, siempre sería suya aunque nunca volvieran a estar juntos.

Bulma reprimió el impulso de retroceder. Detuvo su voz, por temor a balbucear incoherencias, detuvo su respiración, sus pulmones rechazaban el alivio de una bocanada de aire. Qué había hecho? Quiso caer. Vegeta hablaba de su egoísmo, y qué se podía decir del egoísmo de ella? todo ese tiempo pensando y sintiendo y preguntándose sobre sus sentimientos, pero le había dedicado un minuto al menos a preguntarse por el sentir de él? Ocultó el rostro entre sus manos. Qué había hecho?

– Vegeta...– inició su discurso titubeante – lo siento. Lo siento en verdad. Me cegué, había tanto en que pensar que me cegué a todo lo que te hacía en estos días. Lo siento tanto...

Cuando ella levanto la vista vio el semblante de él. Ahí no había recriminación, esos ojos no la acusaban. Él creía que la dañaba. Eso decían sus ojos. Una vez más la veía sufrir en su presencia, eso decían los negros orbes en una muda disculpa. Él trataba de disculparse? Ya lo había hecho, ya había sufrido demasiado. Solo entonces comprendió una dolorosa verdad: todo el tiempo a su lado el saiyajin debió sufrir. Tenerla en el planeta Freezer debió ser un sufrimiento, tener algo que proteger suele ser doloroso. El perderla debió un sufrimiento mayor. Pero verla en brazos de otro, eso debió ser algo imposible de soportar, ese dolor intenso de no poder decirle el secreto de los dos. Y la manera en que ella decidió acercarse, por un simple desquite, el modo en que tomo ventaja de aquello que él sentía por ella, ese daño que se vio incrementado por los años de convivencia hasta convertirse en culpa, tortuosa culpa por sus pecados pasados. Y ella lo echaba de casa, de qué otra manera creía que él iba a actuar?

Muy alejada de allí Milk ponía en orden unos cajones. Su álbum de matrimonial apareció renovando un sentimiento de incomodidad, volvió a guardarlo sin revisar ni una sola página, para qué hacerlo? Hace poco no pudieron quedarse solos en casa. Que más evidencia de que su relación estaba pasando un momento malísimo. Como esposa ella realmente se esforzó por mantener una convivencia feliz con su marido, sin embargo no se podía evitar esos instantes de duda. Debería continuar dejando al hombre conducirse como le placiera? No ganaba nada regañándolo ni evitando que saliera. Solo esperaba que sus hijos no salieran como el padre, tan absortos en sus viajes que perderían de vista el mundo que los rodeaba.

Goten también pensaba en su madre. Estando al lado de su desanimado amigo y su papá, sus pensamientos volaron junto a su estricta y cariñosa madre. Qué podría decir para ayudar a Trunks? Recordaba los consejos maternos y no encontraba ni uno que le sirviera. Entonces se quedó sin saber qué hacer, después de todo su propio padre estaba allí y no encontraba nada para subir los ánimos al ojiazul. Como le hubiera gustado llevarlo con su mamá, ella sí sabría qué hacer, qué decir.

Rascándose la cabeza Goku se sintió un poco torpe. Su gran amiga pasaba por momentos difíciles y nada podía hacer por ella. Vegeta era su contrincante desde hace años y tampoco podía ofrecerle ayuda. Ahora tenía a un preocupado pequeño y no tenía ni idea de cómo proceder. Estuvo tentado de ir por su hijo mayor, pero él también era padre, él tendría sus propios problemas. Desde la reunión en el templo sagrado casi no habían hablado. Pero Piccoro, él sí había estado al lado de Gohan. Según supo por el mismo namekusei, maestro y alumno tuvieron largas conversaciones. Piccoro le pidió que le contara sobre su planeta natal, ahora el humano sabía más sobre ese distante lugar que el mismo Piccoro. El joven saiyajin que en un inicio se manifestó como un ser débil e incapaz de hacer más por personas necesitadas, se sintió confortado por la aspereza de los discursos de su maestro, como guerrero Gohan había procedido con todo lo que podía dar, había intentado ayudar y eso era mucho más de lo que el propio Piccoro había podido hacer por su pueblo. Estuvo en la batalla, eso fue lo que le dijo a Gohan, que estuvo en la batalla con la frente en alto. No había razón para bajarla. Gokú quiso que el namekusei estuviera ahí.

En medio de su pesar Trunks se alegró de tener a su infaltable amigo a su lado, intentándole brindar fuerzas y ánimos con sus palabras. Quería decirle que ya no se esforzara en buscar qué decir, con su presencia ya le confortaba. Y sus palabras tenían mucha razón, la nostalgia no debía ser suficiente para derrotarlo. De varias maneras era un chico afortunado. Además su padre le aseguró que retornaría, con esa certeza el ojiazul trató de conformarse con la suerte que le tocaba en esa ocasión.

Inflexible, Vegeta no se inmutó por las disculpas de la mujer. Ella era fuerte, y se pondría de pie cuando al fin recobrara el norte y el equilibrio en su vida – Las disculpas son innecesarias, Bulma. Esto es ineludible. El pasado nos ha alcanzado a los dos, dándonos sus inclementes lecciones. No sufras, por esto, no lo hagas– dijo moviendo negativamente la cabeza – Tendrás más satisfacciones en tu vida, nuevos pasajes para poner en tu diario, más alegres, y sin el peso del ayer.

La mujer todavía trató de decir algo, pero él habló primero – es hora de que al fin, me vaya de tu vida.

Bulma escuchaba todo y no reaccionaba, se cubrió la boca intentando acallar un gesto de horror, acaso su relación estaba tan rota que nada de lo que dijera lo podría remediar? En qué momento se torcieron tanto las cosas? Todo resultaba muy al contrario de sus planes, quería ver a su hombre a su lado en el lecho, quería besarlo hasta romperse los labios, abrazarlo cuando despertara en su malhumor matutino, brindarle el cobijo que necesitara para olvidar el pasado, cumplir con sus ambiciones de esos días en otro planeta y sepultar de una vez por todas a esa terrible oscuridad que parecía haberla perseguido desde esos años. Pero el hombre se alejaba de ella, aún estando de pie tan cerca sentía cómo se alejaba haciendo la distancia entre ambos creara un abismo tan extenso como el mismo firmamento que el hombre deseaba alcanzar ese mismo día.

Vegeta casi podía alcanzar la sensación de calma que le esperaba en el silencio del universo, un silencio que utilizaría para meditar y limpiar los pensamientos, finalmente él también quería ser libre y esa autonomía lleva de manera inexorable a la soledad, un viejo tema en su vida. Desde que tenía memoria pasaba una gran parte de su tiempo en soledad y no le era molesto, así podía hacerse cargo de sí mismo, sin ataduras, sin ser guardián ni vigilante podía buscar el alivio de la soledad, al menos eso fue antes de la mujer de los ojos azules, pero esos días también llegaban a su fin. No tenía nada que lamentar, ahora entendía la importancia de resguardar algo valioso. Pero ahora también podía volver a refugiarse en el retiro para buscar una vez más el silencio necesario hasta encontrar un nuevo rumbo. A su retorno de seguro le esperaría el bullicio infantil de sus descendientes junto a sus inquietas figuras. Trataría de no prolongar mucho esa espera. Observó la confusión en la humana y confió en que esta no durara mucho, iría por Trunks para instruirle que llevara a su madre de vuelta a la Corporación, lo haría ignorando el perturbador aroma a nostalgia que emanaba de la mujer. Estaba listo para partir, dirigió su vista al cielo que visitaría pronto. Pero fue sostenido, unos brazos blancos lo apresaban, Bulma no estaba dispuesta a que nada en el mundo se interpusiera, para ella dar un salto no era nada, había saltado al tiempo más de una vez, había hecho frente a tantos peligros que un poco de distancia no iba a frenarla.

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