1

404 36 0
                                    

Hibari

—¿Aquí estudia Gokudera Hayato? —preguntó.

Hay una chica de pie frente a la entrada principal de la escuela. Por sus facciones físicas, es claro que no es de por aquí. Tiene el cabello completamente rubio platinado y los ojos azules. Su sola apariencia la hace destacar en un lugar como este.

—No estoy autorizado a dar información de los alumnos a extraños. —respondí.

—¿Puedo entrar a buscarlo por mí misma?

Noté un ligero acento en su japonés, aunque sabe disimularlo. Es la primera vez que veo a un extranjero hablar tan bien el idioma. Sin embargo, hay algo que me molesta. No parece que sea mayor que yo, así que... ¿Por qué no está en la escuela?

—El acceso está restringido durante el horario de clases. —le dije tajantemente. —Solo entras con autorización.

—¿Y en dónde puedo conseguir una?

—Se deben hacer con un día de anticipación. —respondí.

Dio un gran suspiro y sacó un papel de su bolsillo.

—Si lo ves, ¿puedes pasarle esto? —preguntó.

—No soy mensajero.

Apreté el puño para arrugar el papel y me aseguré de que lo viera. Luego, me fui sin decir nada más. Mientras caminaba de vuelta, volví a abrir la hoja y vi que tenía escrito un número de teléfono y un nombre: Kaia.

Durante el receso, salí a asegurarme de que todo estuviera en orden como todos los días y, en medio del pasillo, divisé a la persona a la que buscaban esta mañana.

—Oye. —lo llamé.

Los que estaban a nuestro alrededor dejaron de hablar. Todo fue envuelto en un silencio abismal y empezaron a alejarse lentamente. Eso siempre pasa cada que hago acto de presencia. Los animales pequeños se esconden cada que el depredador se deja ver.

—¿Qué quieres? —respondió algo molesto.

—Te buscaba alguien en la entrada.

—¿Quién?

—Se llama Kaia.

Demoró unos segundos en procesar la información.

—¿Kaia? —parece algo confundido, pero empezó a sonreír.

Se ve como un idiota.

—¿Quién es Kaia? —le preguntó Yamamoto.

—¿Está aquí? —siguió.

—Se fue hace un rato. —respondí.

Su expresión cambió.

—De todas formas, no debe andar lejos...

—No puedes salir hasta que terminen las clases. —lo miré fijamente.

—Oblígame. —sacó un par de explosivos.

Hice lo mismo con mis tonfas.

—G-Gokudera... no debes pelear aquí. —habló Tsunayoshi con nerviosismo.

—Pero...

Ambos bajamos nuestras armas y seguí caminando.

—¡Espera, Hibari! —me gritó. —¡Aún no he terminado contigo!

No le hice caso.

Me había hecho enojar tanto que decidí no darle el papel arrugado que traía conmigo. En su lugar, lo boté en un tacho de basura.

Assassin [Katekyo Hitman Reborn]Where stories live. Discover now