18. Convicciones

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Harry y Tom habían tomado por costumbre dormir juntos desde que volvieron del orfanato. Harry ni siquiera sabía si esto que tenían duraría cuando sus compañeros de cuarto volviesen. Tampoco sabía como iba a explicarles a sus amigos de Gryffindor que estaba saliendo con Tom; porque por extraño que pareciese eso era lo que estaba sucediendo. Tom se había encargado de dejárselo claro esa misma mañana: No compartía. Y él muy ruborizado le había explicado que no tenía de que preocuparse. Eso parecía haber satisfecho a Tom, al menos, si tenía en cuenta el beso que luego le había dado. Parecía que inesperadamente a Tom le gustaban los besos y eso estaba bien con él, aunque siempre se pusiera nervioso y sintiese como si una corriente eléctrica recorriese su cuerpo. 

Sonriendo, Harry se dio la vuelta en la cama y miró la espalda de Tom. Era cierto que todo había sido muy inesperado, ni siquiera se había parado a pensar en la posibilidad de que le gustase Tom cuando le besó aquel día. Era una completa locura pero no podía negar lo que sentía. Quizá, todo ese tira y a floja que habían tenido desde el principio había ocultado parte de los sentimientos que habían empezado a surgir. Al final había terminado por acostumbrarse a ese tipo de juegos con Tom y no pudo evitar sonreír al recordar el primer día que lo vio cuando salió desesperado del bosque. Pero rápidamente la sonrisa se borró de su rostro al empañarse la memoria con el recuerdo de Voldemort y frunció el ceño, molesto. 

Para él Tom y Voldemort eran persona diferentes, ese punto inesperadamente parecía el más claro de todos al igual que el hecho de que su relación con Tom era pasajera. Supuso que sería lo que muchos habían llamado alguna vez un rollo de verano, para él sería simplemente un rollo de otra época. Lo que no tenía claro era si al volver a su época Voldemort recordaría todo, esperaba que no porque sería sumamente humillante que pudiese usar eso contra él, por no decir que conociendo lo volátil que era lo torturaría con sarna por haberse atrevido a hacer esas cosas con su yo joven. Pero a la mierda Voldemort pensó Harry. Tom no era él y creía eso cada vez que lo miraba leyendo desparramado en su sillón, cuando estaban juntos simplemente relajados uno al lado del otro o incluso cuando hablaban. Todo eso, era indiscutiblemente Tom, y no iba a dejar que el recuerdo de Voldemort interfiriese.


Harry se despertó más tarde de lo usual y como era de suponer, estaba solo, no fue algo que le extrañara; Tom era después de todo alguien madrugador y Harry se levantó sin pensarlo mucho. Cuando salió a la sala común encontró a Tom concentrado mientras escribía. Estaba tan ensimismado que ni siquiera lo escuchó entrar y siendo él que parecía tener ojos y oídos en todas partes era extraño, así que cada vez más curioso se acercó a él, yendo de puntillas infantilmente para intentar darle un susto. Pero cuando ya tenía las manos alzadas para asutarle, el susto se lo acabó llevando él cuando Tom se giró sin previo aviso para mirarle. Harry se llevó las manos al pecho y dijo:

-Me has dado un susto de muerte.

Tom le dio su sonrisa ladeada característica y fue entonces cuando supo que si lo había escuchado entrar.

-Podías haber dicho algo si sabías que estaba despierto.

-¿Igual que has hecho tu?-preguntó enarcando una ceja-los modales son algo que se pagan de la misma forma, quizá lo recuerdes la próxima vez.

-Por eso mismo no dije nada, estabas muy concentrado, no quería molestarte.

La ceja de Tom se alzó y sus ojos brillaron con diversión.

-Harry-dijo casi con un ronroneo- te he dicho muchas veces que mentir no es precisamente tu...principal habilidad ni encanto.

Tom siempre le había parecido un gato al acecho, esperando su momento para saltar a su presa mientras jugaba con ella. Se preguntaba que diría Tom si alguna vez se lo contase. Probablemente al heredero de Slytherin no le haría demasiada gracia.

Perdido en el tiempoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant