17. Sorpresas de Navidad

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Para diversión de Tom cuando Harry se despertó casi se fue a desayunar con el baúl a cuestas. Más tarde, nuevamente para satisfacción de Tom, cuando vieron a Dumbledore a la salida del orfanato para acompañarlos de regreso a Hogwarts, Harry lo ignoró completamente. Y aunque Harry sabía que había sido un poco infantil no se arrepentía, sentía que acababa de pasar dos noches en el infierno gracias a su profesor y el hecho de que tanto él como Tom siguiesen vivos así como que el maldito orfanato siguiese de una pieza pensaba que era algún tipo de milagro. Harry nunca entendería como Dumbledore había mandado a Tom año tras año allí, era peor que los Dursley y eso ya era decir. A él por lo menos no lo habían mandado con ninguna familia de brujas y magos por las barreras de sangre, pero Tom era huérfano y estaba seguro de que el ministerio por muy incompetente que fuera podría haber hecho algo a petición de alguno de los profesores de Hogwarts. Pero quizá a nadie le había importado lo suficiente y ese había sido el gran problema. 

Harry estaba que echaba humo y sentía que tenía todo el derecho de darle ese trato a Dumbledore, se sentía indignado no solo en su nombre sino también en el de Tom. Así que ignoró todos los intentos que el hombre hizo por darle conversación a lo largo del viaje. 

Cuando el tren paró en Hogsmeade, Harry decidió que iría a hacer unas compras navideñas. Después de todo navidad era justo al día siguiente. Tom en cambio se fue con Dumbledore en dirección al castillo. Sin embargo, conforme Harry pasaba por los escaparates de las tiendas se sintió un poco estúpido, no es como si pudiese mandarles a Ron o Hermione un regalo desde el pasado al futuro y eso lo desanimó un poco, como si las navidades hubiesen perdido parte de su encanto y hubiesen recuperado el sentimiento que tenían en los Dursley. Pero ese último pensamiento trajo consigo inesperadamente una especie de revelación, y con una gran sonrisa empezó a entrar en las tiendas, quedando poco a poco el amargo rencor hacia Dumbledore atrás.

A Harry le encantaba ir de compras. Hasta llegar a Hogwarts no había tenido la oportunidad de comprarle algo a un amigo, pero también sentía que era muy frustrante cuando tienda tras tienda no encontraba nada. Además, en esta ocasión era especialmente difícil porque apenas tenía algo de dinero. Y el dinero que tenía se lo había dado Dumbledore en una pequeña bolsita esa misma mañana con la escusa del aguinaldo, pero él sabía que había sido un intento de aplacarle por todo lo que había sucedido en apenas dos días, pero el hecho de que a Tom no le diese nada solo lo hizo enfurecer más todavía. De hecho, había pensado devolvérselo más tarde  pero ahora le iba a dar un mejor propósito, si es que encontraba algo que mereciese la pena.

Al final, solo le quedaba una tienda por ver que no recordaba que estuviese en su época. De hecho, en el escaparate no había así nada en especial, parecía una tienda bastante simple, casi muggle. Los escalones de la tienda estaban polvorientos y al abrir la puerta sonó la característica campanita de muchos locales. Afortunadamente la tienda estaba más limpia por dentro y en seguida una mujer rechoncha y de edad avanzada lo saludó con una amplia sonrisa, dándole la bienvenida.

-Si necesitas cualquier cosa estoy por aquí.

-De acuerdo, gracias-dijo Harry.

La tienda no era muy grande pero tenía apiladas multitud de cosas y aunque en sí la tienda no era del todo muggle porque habían un par de cosas mágicas, muchos otros objetos si lo eran.

Estaba empezando a darse por vencido cuando una bola de nieve llamó su atención. Dentro de ella se veía una réplica del castillo de Hogwarts y la nieve caía continuamente desde la parte superior del castillo mientras que la nieve acumulada al final de la bola desaparecía cuando alcanzaba cierto nivel desde el suelo. A Harry le encantó y fue rápidamente a pagar sin pensarlo mucho. Esperaba que a Tom también le gustase, ya tenía ganas de dárselo. Después de todo, Tom le había confesado que Hogwarts era su hogar y de esta forma esperaba que los veranos que Tom tuviese que pasar en ese horrible lugar fueran menos horribles, estando la bola para recordarle que tenía un lugar al que volver.

Perdido en el tiempoWhere stories live. Discover now