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Chuya sentía aun su rostro sonrojado, se encontraba en el interior del edificio, una gran biblioteca. Al entrar al edificio, mientras bostezaba, había visto una gran fila, un gran numero de personas esperando y eso le había agregado algo de presión.

Miró una ultima vez en dirección del automóvil, vio sin problemas el rostro del conductor, el chico zorro le regalaba una sonrisa y casi podía escuchar sus carcajadas desde la lejanía, después de todo, Chuya se había dormido en el automóvil y había sido él la persona que lo había despertado, claro, no le había hecho nada, pero nada mas abrir los ojos y encontrar el rostro sonriente de ese tipo, junto a una de sus manos moviéndolo, había causado una reacción de sorpresa ante un desorientado pelirrojo.

Había sido vergonzoso, y esa era la explicación de que Chuya no pudiese controlar los colores de su cara, le había faltado poco para terminar por golpear a su conductor. Y en se momento, viendo su cara burlona, aun tenia deseos de hacerlo.

Caminó tras el anciano y terminó por entrar en el edificio, podía escuchar un gran numero de saludos, mucho respeto hacia el anciano, Chuya ni siquiera conocía a la mitad de las personas que se encontraban ahí, pero sabia que se trataba de colegas del anciano y gente que trabaja en la biblioteca o en la editorial.

Los guiaron hacia la sala donde encontraba el escritorio decorado y ordenado, unos cuantos lápices de diferentes colores y una botella de agua, podía ver como a las afueras, gracias a las grandes ventanas de vidrio, las personas comenzaban a organizarse mejor, en solo un par de minutos comenzaría el evento.

Chuya miró como el anciano se sentaba sobre su asiento y miraba las cosas que estaban dispuestas para él sobre la mesa, analizo cada pequeña parte, como si desease guardarlo en su memoria.

- Chuya – llamó el anciano – quédate en todo momento junto a mi – termino por decir

- ¿anciano? – pregunto de inmediato Chuya, repentinamente preocupado por su solicitud

- Pasaras por esto en algún momento, pero por ahora, quiero que te quedes aquí y prestes atención a las personas

Chuya no dijo mas, se limitó a asentir con su cabeza y quedarse de pie a un lado del anciano, miro con atención como hacían pasar a las primera personas, el pelirrojo sinceramente presto atención a todos, cada rostro, todos sonrientes, algunos al borde de las lagrimas, fanáticos de un escritor cumpliendo su sueño de conocerlo y obtener la firma de este en su ejemplar favorito, era algo que muchas personas nunca podrían vivir en su vida, y Chuya lo sabia.

Pero lo que mas le sorprendía de esa sala. Era el anciano. Chuya miro el rostro de este, una sonrisa sincera, una expresión indescifrable, palabras sinceras y de gratitud, verdadera simpatía por las personas. Una faceta completamente nueva para Chuya, algo nunca antes visto.

Llevo sus ojos azules nuevamente a las personas a su alrededor. Chuya deseo también pasar por algo como ello, y también fue incapaz de pensar en la razón de que el anciano aplazase eso, la razón de que simplemente se hubiese negado rotundamente a hacerlo.

- Anciano – llamo Chuya – cuando yo me encuentre haciendo mi primera firma de libros, también quiero que estés allí – sentencio Chuya, como si de una orden se tratase

- Seria un placer mocoso – respondió de inmediato

Y entonces volvió a su trabajo.

Los minutos pasaron y se volvieron una hora, llena de personas y mas personas a las afueras esperando, Chuya comenzaba a sentir que su cuerpo se entumecía un poco, estiro un poco sus piernas y se removió inquieto en su lugar, se arrepentía de haberse negado a que le trajesen una silla para el, había decidido esperar de pie.

Me GustaríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora