Javier entró como siempre a su casa dejando el  saco y las llaves en la mesa del comedor, se encaminó hacia la cocina buscando a Laura.

-Hola amor – se acercó para besarlo enredando sus dedos en el suave cabello de su esposo - te extrañe y pensé mucho en vos, hoy todo el día me hiciste mucha falta.

A lo que Javier respondió con un beso apasionado.

-Bueno, acá estoy, demostrámelo  –le dijo mientras la sentaba en la mesada fría y le desprendía la bata.

Ese era Javier, apasionado, enamorado, embelesado por esa mujer que lo seducía con ropa y sin ella.

Laura se sonrió mirándolo con ojos pícaros, sabía lo que quería y ella se lo daría, lo ayudo con el cinturón abriéndose la suave prenda y quedando desnuda ante la sorpresa de Javier que la devoró con la mirada inyectada de deseo.

Ella siempre estaría dispuesta y preparada para un momento de placer con su hombre, él comenzó a besarla en el cuello bajando por sus pechos mientras  acariciaba su espalda, besó sus pezones hasta verlos erguidos, ella gemía con cada beso, provocando el deleite de él, sabía lo que a su esposa le gustaba y disfrutaba hacerla sentir y verla retorcerse de placer, el placer que él le provocaba. Bajó hasta su vientre recorriendo con la lengua cada centímetro de piel tibia y suave, erizándola,  hasta llegar a su sexo. Laura se recostó sobre la mesada entregándose a la pasión, él sabía cómo hacerla gozar, suspiró hasta quedarse sin aire y le regaló un maravilloso orgasmo que no pudo terminar de saborear porque  su marido quería más, sintió como la penetraba llenándola por completo, las manos fuertes de su hombre la tomaban de las caderas y la acomodaban adonde él quería y ella disfrutaba siendo suya, de cualquier manera, con suavidad y ternura o pasión y descontrol como en ese momento. La levantó sin esfuerzo y la tendió en el piso frio y volvió a entrar locamente en ella. Los movimientos  y gemidos de Javier la llevaron al éxtasis otra vez  y mientras su cuerpo aun tenso seguía siendo moldeado y dominado, escuchó ese jadeo, ese sonido tan propio de él  al llegar a su máximo placer y que ella tanto amaba, lo besó en la cien mientras lo sentía caer sobre su pecho exhausto y hermosamente sudado.  Lo encerró entre sus brazos y piernas hasta sentirlo más relajado. Ambos quedaron agitados tendidos ahora en el piso de la cocina, desnudos y abrazados.

- ¿Esto alcanza para demostrarte cuanto te extrañé? – dijo Laura en tono jocoso besando a su marido

Él la miró sin hablar y solo la besó, regalándole su hermosa sonrisa mientras se levantaba y la ayudaba a ella a hacer lo mismo

-Hermosa, te amo. –la abrazó fuerte y la besó en los labios.

 -Y yo, pero ahora a la ducha y a comer. Tengo buenas noticias.

Se ducharon rápido y se dispusieron a disfrutar de la cena.

-Hoy me llamó Hernán, mi jefe –comentó Laura mientras  comía un bocado de la ensalada –me aceptó la propuesta que le hice hace un tiempo, la de trabajar en casa tres días a la semana y dos días ir a la oficina…-Hizo una pausa para dejarlo recordar de lo que hablaba.

Laura había comenzado a trabajar  con Hernán como pasante y fue tan bueno su desempeño que la contrató con un tentador  sueldo a pocos meses de empezar.  La dejaba trabajar libremente y la trataba muy bien, siempre la consentía y salían a almorzar  cada tanto. Se habían hecho buenos amigos a pesar de que él le doblaba la edad,  ella conocía a su esposa y él a Javier. Lo sentía como el padre que siempre había añorado tener.

El trabajo para Laura era sencillo y le gustaba hacerlo, solo sentía presión o estrés cuando tenía  proyectos porque se trabajaba contra reloj para entregarlos, tal vez lo que menos le gustaba era cuando tenía que visitar algún cliente, pero eso ocasional, la mayoría del tiempo lo pasaba en la oficina, había gente destinada a esa tarea.

Ella disfrutaba de su trabajo, le divertía y podía poner en él su creatividad, trabajaba cómoda y ganaba bien, pero el mayor ingreso era de Javier, por eso él siempre le decía que dejara de trabajar el día que quede embarazada para dedicarse a su casa, a la habitación del bebe, a su embarazo, podían decir no les faltaba nada, pero él sabía que su esposa quería seguir trabajando para sentirse  feliz y él respetaba sus decisiones.

-¿Que bueno, te gusta la idea? Era lo querías, tener más tiempo libre – añadió Javier emocionado por ella.

-Sí, era lo que quería para poder tener más tiempo para criar a nuestro bebe – dijo tomando un trago de vino de la copa y, haciendo tiempo para tomar coraje y dejando en silencio los minutos necesario para que Javier comprenda lo que había querido decir. – ¿Creés que puede ser el momento, querés tener un hijo conmigo, amor? – Su pregunta fue acompañada de una mirada cargada de ansiedad que Javier no pudo dejar pasar y se  acercó a su boca con un suave beso.

-¡Obvio que sí! – Dijo después sin pausa alguna -Ahora o después, cuando creas estar  preparada. Yo te amo y quiero formar una familia con vos – se levantó de su silla, tomó el brazo de ella y la colocó a su altura para abrazarla dulcemente.- Doy mi vida por un hijo tuyo y mío.

Terminaron la cena conversando de todos los cambios que se vendrían, ella necesitaba un lugar en el departamento, aprender a manejar bien los horarios para no trabajar más de lo necesario y dejarle tiempo a su marido que se lo pidió con cara de falso enojo llenándola de besos provocadores, pensaron en que harían para la llegada de ese bebe, como y cuando tomaría su primer cita  médica para saber que todo estaba bien para comenzar a buscar ese deseado embarazo y se adelantaron idealizando la habitación del bebe. Levantaron la mesa, lavaron los platos, se acostaron y se durmieron abrazados.

Laura estaba contenta con idea de ser madre y Javier ansioso por saber cómo sería ser padre.

Volver a Intentar (Completa y en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora