Fin de la primera parte.

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Me dirigí a la ventana, desconcertado por la multitud de infectados que habían rodeado el edificio. El constante gruñido que llegaba a mis oídos comenzaba a estresarme. Observé a algunos infectados acercándose, pero acto seguido bajé la ventana. Confiaba en que podría aguantar el asedio hasta que consiguieran derribarla y entrar.

Volví a subir, informando a los demás de que había cerrado la ventana, lo que pareció aliviarles enormemente. Ahora estábamos atrapados y rodeados, probablemente debido a mi falta de vigilancia. Si hubiera estado más atento, podríamos haber huido antes de que llegaran los infectados. Pero los lamentos no servían de nada en ese momento. Ya estábamos en medio de la situación y lo más prudente era idear un plan de escape rápido.

Consideré la posibilidad de sacar una de las armas y empezar a dispararles desde arriba, eliminándolos uno a uno. Tenía suficientes balas, o al menos las necesarias para acabar con la mitad de ellos. Si se acababan las municiones, al menos habría eliminado a la mayor parte, y con la ayuda de los demás, podríamos acabar con los restantes. Nos llevaría un tiempo, pero era lo único que podíamos hacer en ese momento.

Aún no comprendía cómo había aparecido de repente tal cantidad de infectados. Si ellos habían llegado desde la misma dirección que nosotros, deberíamos haberlos visto en el camino. Todo era muy extraño, o quizás estaba pasando por alto algún detalle importante.

Cuando Seokjin me preguntó si tenía algo útil en la mochila, supe exactamente a qué se refería. Él, más que nadie, sabía que guardaba las armas allí, pero aún estaba pensando en qué hacer. No podíamos simplemente empezar a disparar y desperdiciar municiones.

Los infectados parecían haberse dado por vencidos al no poder entrar y se alejaron del lugar, aunque seguían merodeando por la calle. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado, pero ya era noche.

Taehyung se marchó con Jongsuk. Yo permanecí mirando por la ventana, sin quitar la vista de los infectados. Ellos no hacían nada, simplemente se desviaban o daban la vuelta cuando se topaban unos con otros.

—Jungkook, deberías tomar un descanso y sentarte un momento; llevas horas de pie —dijo Seokjin, con un tono de voz cansado que revelaba que acababa de despertarse. Namjoon también había caído en un ligero sueño, aún recostado sobre su hombro.


—Estoy de guardia, tú sigue descansando.


—Ya descansé lo suficiente. Ahora es tu turno —respondió Seokjin, echando una mirada alrededor y notando que, excepto Yoongi, Taehyung y él, los demás seguían despiertos—. Yoongi está vigilando, así que tranquilo.


—Está bien.


Quería evitar discusiones ya que no era el momento adecuado. Me acomodé en el suelo, apoyando mi espalda contra la pared y abrazando mi mochila con firmeza. Aunque no era mi intención, cerré los ojos mientras trataba de idear un plan perfecto que nos permitiera escapar a todos con vida. Sin darme cuenta, caí dormido.





Me encontraba de vuelta a mis cinco años, jugando en la sala con mi primer auto de madera, un regalo de mi padre al volver de una misión. Él estaba en el comedor con unos amigos, todos vestidos con túnicas rojas. Mi padre se distinguía por un símbolo dorado en forma de fuego, bordado cerca de su pecho. Hablaban y reían sobre algo que yo no comprendía, mientras mi madre servía bebidas y compartía risas con ellos.

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