CAPITULO 24

17.5K 843 145
                                    

MIA


Aprovechando la hermosa noche que nos tocó, organicé una salida; algo tranquilo, pero divertido. Me había propuesto ayudar a Lucas a distenderse, a no pensar demasiado en los problemas que lo atormentaban. Y, a mi parecer, habíamos tenido un buen comienzo.

Esta tarde conocí otro Lucas, uno diferente al que estaba habituada a tratar. Un Lucas alegre, relajado, y dueño de un cuerpo de infarto. Aunque eso no era lo más relevante, claro, pero mentiría si dijera que no memoricé cada músculo de su anatomía en mi mente. Había intuido que una buena figura se escondía bajo sus ropas, pero jamás pensé que pudiese ser el doble de Channing Tatum en "Magic Mike".
Con Julieta babeamos toda la tarde, fingiendo tomar sol, mientras él se bañaba en el mar. Las gafas oscuras fueron más que convenientes para ello.

Luego, cuando lo vi durmiendo en el sillón, me provocó deseos de cobijarlo, protegerlo y hacerle saber que no todas las mujeres éramos como Érica. Que algunas, jamás le seríamos infiel, ni lo lastimaríamos. Pero no era lo que, se suponía, debía hacer, así que lo desperté y lo obligué a alistarse para salir con nosotras.

Nueve y media estacionamos en la puerta de un restaurante al que siempre íbamos con mis padres. Un sitio agradable, con muy buena comida y ambiente familiar. Encontramos una mesa fácilmente, dado que no estaba abarrotado de gente como en plena temporada de verano.
Dos mujeres sentadas en una mesa vecina —cuyas edades ya habían traspasado la barrera de los cuarenta—, devoraron a Lucas con la mirada en cuanto lo vieron entrar. Lo curioso, fue que él jamás se percató de ello. ¿Cómo alguien podía ser tan seductor y no hacerse cargo, o darle importancia a lo que ocasionaba? Cualquier otro hombre aprovecharía que las mujeres cayeran como moscas a su alrededor, pero no era así con Lucas. Al parecer, era cierto que sólo tenía ojos para su novia.

Nos retiramos del restaurante dos horas más tarde, y nos dirigimos a un bar al que siempre quisimos ir con Julieta. Unos chicos que se encontraban en la puerta se quedaron embobados con el auto de Lucas, y eso lo llenó de orgullo. Yo no entendía mucho de autos, pero si a mí me había impresionado, sin duda lo haría con aquellos conocedores del tema.

Una vez dentro, nos acercamos a la barra a pedir unos tragos. Él insistió con tomar agua, pues "no bebía cuando trabajaba".

—Sé lo responsable que eres, pero puedes relajarte un poco, ¿sabes? —le dije.

—Tu padre quiso que venga con ustedes para cuidarlas, no para que me "relaje un poco", así que déjame hacer las cosas a mí manera.

—Mi padre está a cientos de kilómetros de distancia, así que deja de ser tan lame botas y bebe un puto trago. —Ya lo conocía lo suficiente como para saber que, si había algo que le molestaba, era que lo tratara de chupa medias de mi padre. Por lo que no me sorprendió que aceptara el vaso con piña colada que le extendí. Claro que fue a regañadientes.

El lugar era bastante grande, con una extensa terraza al aire libre en el segundo piso, con sillones y hermosas vistas a la playa iluminada por la luna, y algunas antorchas altas de caña dispersas por los rincones. Era aún más hermoso de lo que habíamos visto con Julieta por Internet.

Nos sentamos en unos cómodos sillones de cuero blanco que rodeaban una mesa baja donde dejamos nuestros vasos. La música no sonaba tan alta en este sector, lo que nos permitía hablar sin problemas.

—¿Te gusta el lugar? —le pregunté a Lucas.

—Si, esta terraza es alucinante, la vista desde aquí es perfecta.

—Parece que te gusta bastante el mar.

—Me encanta. De hecho, amaría vivir en un lugar así; tranquilo, relajado, con una vista como esta cada mañana. No necesitaría nada más.

Beautiful tragedy ©Where stories live. Discover now