CAPITULO 7

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LUCAS


No recordaba cuándo fue la última vez que deseé con tantas ganas no despertar un lunes. Seguramente, cuando iba a la  escuela; regresar a clases después de un fin de semana de diversión y flojera era una tortura. Pero este bendito lunes, superaba a cualquier otro.

Franco me citó en su oficina a las ocho para ultimar detalles de lo que sería, a partir de hoy, la peor custodia de mi vida. Todavía no empezaba, lo sé, pero no necesitaba pruebas para saberlo. La cena del sábado por la noche fue un anticipo más que suficiente para tener esa certeza.
La reunión apenas duró quince minutos, tras la cual salí de allí con las llaves del auto de la compañía que conduciría a partir de ahora, el número de celular de la mocosa entre mis contactos, y la prisa por llegar a tiempo a su casa, pues en menos de media hora debía recogerla para llevarla a la universidad. 

Me dirigí a la cochera de la empresa, me subí al Chevrolet Cruze negro que me habían asignado, y salí rumbo a su casa. Esta vez me resultó mucho más fácil llegar, y descubrí que aquel barrio era todavía más hermoso de lo que me había parecido de noche; al igual que la casa, la cual era aún más imponente, sieso era posible. Detuve el motor y permanecí en el interior del auto, hasta que cinco minutos después la puerta de entrada se abrió, y la figura de Carol se hizo visible. Caminó en mi dirección, y rápidamente bajé del coche para saludarla. Pero me detuve en seco cuando su réplica en miniatura apareció detrás de ella.

Mierda, indudablemente la casa y el barrio no son los únicos que se ven mucho más hermosos a la luz del día.

—Buenos días, Lucas. —La dulce voz de Carol me devolvió a la realidad. La saludé con un beso y planeaba hacer lo mismo con su hija, por educación, pero al ver su cara cambié de parecer—. Mia, saluda a Lucas, por favor.

—Hola —dijo ella, secamente, y sin siquiera mirarme.

Genial comienzo, Lucas.

Carol me dio una mirada de disculpas. —Sólo quería saludar y desearte suerte.

—Gracias, es muy amable.

Vi de soslayo a Mia poner los ojos en blanco, en un claro gesto de irritación.

—Debo volver a la casa, tengo cosas que hacer —anunció Carol—. Nos vemos en cualquier momento, Lucas. Que andes bien. —Me sonrió amablemente, antes de girarse hacia su hija—. Y tú compórtate, ¿si? Por favor.

Tuve que aguantarme la risa, pues era una típica escena de una madre reprendiendo a su hija pequeña. Sólo que esta hija no era tan pequeña, y estaba notablemente fastidiada y a segundos de mandar a su progenitora al cuerno.

—Ay, ya basta mamá. Se me hace tarde, ¿podemos irnos de una vez? —Por primera vez desde que había salido de su casa me miró directamente a mí, a los ojos. Sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Su mirada era muy intensa, especialmente cuando te observaba de ese modo casi asesino.

—Si, claro... vamos. —Decir esas tres putas palabras me costó más de lo que hubiese querido.

Imbécil. Sólo es una niña jugando a ser mala y rebelde. No puedes dejarte intimidar.

Pasó por mi lado como un rayo y se metió en el coche, cerrando la puerta con un fuerte golpe. Cerré los ojos y agradecí que no se tratara de mi auto, pues hubiese plantado bandera allí mismo.

—Adiós, Carol —la saludé. Giré sobre mis talones y me dirigí al auto. 

No podría decir que me sorprendió descubrir que se había ubicado en el asiento trasero, cual pasajero de un taxi, y no a mi lado, en el asiento de acompañante. Le eché un vistazo por el espejo retrovisor; estaba de brazos cruzados mirando hacia afuera. Les juro, era toda una niña ofuscada. Me hubiese parecido hasta adorable, si no supiera que toda esa ira la descargaría sobre mí, sin duda alguna.

Beautiful tragedy ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon