CAPITULO 20

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MIA


Dos semanas más tarde.

Hay días que transcurren sin más; rutinarios, simplemente uno más que tachamos en nuestro calendario. En cambio, hay otros, en donde todo parece ocurrir de repente. Así fueron mis últimas semanas.

Lo primero, fue la infidelidad que sufrió Lucas. Durante toda una semana tuve que verlo triste, apagado y con mal humor. Ninguno de mis intentos por animarlo funcionó. Me había acostumbrado de tal modo a sus chistes, ironías, e incluso a su soberbia y sus provocaciones, que ahora me encontraba extrañando todo eso.

No sabía con certeza en qué situación se encontraba su relación con Érica, pues él prefería no hablar del tema. Sólo me contó que habían hablado, y que ella le rogó que la perdonara, porque aquel engaño sólo fue consecuencia de una borrachera. Tuve que tragarme todo lo que pensaba al respecto, porque nada de eso habría resultado agradable para sus oídos.

Días después, me enteré que mi padre estaba atravesando un importante cuadro de estrés.  Un día sin ir a la oficina fue suficiente para ponerme en alerta, pues que faltara al trabajo vaticinaba el apocalipsis. Lo del desayuno en la cama el domingo también había sido sospechoso. Los médicos le dijeron que, si no se relajaba un poco, podía sucederle algo peor. Por supuesto,  eso no lo amedrentó, así que mi madre prácticamente tuvo que atarlo a la cama para que obedeciera. Conseguimos mantenerlo en casa tres días, y luego prometió que dejaría de exigirse tanto y se tomaría unos días de descanso pronto. Lo creería cuando lo viera.

Finalmente, para completar la racha, tuve una pelea con Sebastián. Apenas nos veíamos, pero cuando lo hacíamos discutíamos por cualquier estupidez. Aunque, siendo honesta, en la mayoría de los casos, era él quien iniciaba las peleas. Porque, en serio, ¿enojarse tanto porque un día almorcé con Lucas, y no con él y su grupito de fans? Lucas necesitaba distracción, y estaba segura que él apreciaría más mi compañía, que Sebastián y los insoportables de sus amigos.  

No le di demasiada importancia a la pelea, ni me quitó el sueño que hiciera casi una semana que no me dirigía la palabra. Tenía cosas más importantes de qué ocuparme. Como, por ejemplo, el viaje a la playa que haríamos con Julieta el fin de semana próximo. Lo veníamos planeando desde meses atrás, y sería nuestro primer viaje solas. Hemos vacacionado juntas, cientos de veces, pero siempre era con mis padres, o con los de Julieta y su insoportable hermanito de seis años, que hacía quedar como un santo a "Daniel, el terrible".

Me costó mucho convencer a mis padres para que aceptaran, pero finalmente lo conseguí.
Tuve que prometerles algunas cosas, claro, nada es gratis en esta vida. Y además, ese trato fue antes de la aparición de Lucas, por lo que luego me recordaron que él debía ir con nosotras. En ese momento me negué rotundamente, aunque todos mis berrinches fueron en vano. Pero ahora la situación era diferente. No sólo nuestra relación había mejorado, sino que ambos estábamos pasando por momentos no tan felices en nuestras vidas. Este viaje venía perfecto para relajarnos y despejarnos un poco.

Mientras almorzábamos, aproveché para contarle la noticia. Desde que Sebastián ignoraba mi existencia, Lucas debía soportarme todos los mediodías.

—Tengo una noticia que hará que cambies esa cara de perro abandonado en una carretera en pleno invierno.

—Esa descripción fue bastante... específica.

—Es exactamente así como te ves. —Rodó los ojos—. Como imagino que ya sabes, la próxima semana tenemos cuatro días festivos, y con Julieta hemos organizado un viaje juntas.

—¿La buena noticia es que tendré un descanso de ti?

Le lancé un tomate cherry de mi ensalada capresse. —No, idiota. La buena noticia es que tú también irás con nosotras.

Beautiful tragedy ©Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ