CAPITULO 14

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LUCAS


Tuve el presentimiento de que cuando Mia y Érica se conocieran no lloverían flores, o explotaría confeti de la alegría. Mi novia había estado especialmente ansiosa e interesada por saber, finalmente, cómo lucía "la famosa Mia". Admito que decirle eso fue el equivalente a presionar el botón que detonaba la bomba que era Mia Tenoglio. Sólo cruzaron un par de palabras, y ya se lanzaban dagas por los ojos.

Agradecí que Brian apareciera en mi campo de visión, con algunos compañeros más, pues fue la excusa perfecta para separarlas. Nos quedamos hablando con ellos unos minutos, hasta que luego nos dejaron solos. Automáticamente, la sonrisa que Érica había mantenido durante toda la conversación se esfumó, y me miró con esa aterradora expresión que yo conocía muy bien.

—Así que nunca le hablaste de mí —me dijo.

Pensé en fingir que no sabía de qué hablaba, pero eso sólo empeoraría la situación, y realmente no era el lugar para mantener una discusión.

—¿En serio tenemos que hablar de eso aquí, ahora?

—¡Sí! Porque he quedado como una estúpida frente a esas dos malcriadas. ¿Por qué no le dijiste que tienes novia?

Afortunadamente no se opuso cuando la tomé por la cintura, para apartarnos un poco del centro de atención.

—Escucha, si nunca se lo dije, fue porque básicamente ella jamás me lo preguntó, ¿ok? Ni eso, ni ninguna otra cosa. No sé qué es lo que pensarás, pero Mia y yo no hablamos de cosas personales... o de nada, en realidad.

—Oh, vamos, pasas casi todo el día con ella, ¿y me dices que no hablan?

—Mira, puedes creerme o no, pero no tengo por qué mentirte. Desde el primer día me dejó bien claro que no le interesaba conocerme, más allá del trato laboral. Imaginé que eso estaría bien para ti, pero ahora también me haces una escena.

Sabía que era difícil de creer, pues yo mismo me daba cuenta lo raro que era eso. Yo sabía muchas cosas sobre Mia, y ella ni siquiera sabía algo tan básico como mi edad. Claramente, porque no le importaba saberlo.

Érica tomó un sorbo de su copa de champagne y noté que sus hombros se relajaban un poco.
Sabía que, de todos modos, seguiría molesta, pues Mia no le había simpatizado en absoluto. No sólo por su prepotencia, sino por su apariencia. No me era difícil deducirlo; ella era muy celosa, y Mia era indiscutiblemente hermosa. Especialmente esta noche, estaba... impresionante. Finalmente había comprado el vestido rojo. Sin dudas, había sido una excelente decisión, pues fue a la primera a quien vi al entrar al salón. Por lo que, si pretendía no pasar desapercibida, lo había conseguido.

Claro que mi novia también estaba bella, con un vestido corto color negro, ajustado a su esbelta figura, que destacaba sus largas piernas.

Y era en ella en quien debía centrar toda mi atención. 

—Está bien. Después de todo he visto la soberbia con la que habla y mira a todos esa mocosa, por lo que no me es difícil pensar que te trate como parásito. Por más bello que seas, mi amor, gente como ella sólo se relaciona con otros de su clase.

No debería haberme molestado oírla decir eso, sin embargo, algo dentro de mí se vio afectado con esta idea.

—Sólo tratemos de mantenernos alejados de ella —volvió a decir—. Quién sabe si alguna vez volveré a asistir a una fiesta de este nivel, no quiero que me arruine la noche.

Beautiful tragedy ©Where stories live. Discover now