CAPITULO 18

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MIA


Mis perfectos planes de domingo, de dormir hasta tarde, fueron saboteados por mi mejor amiga. Eran las nueve y media cuando abrí los ojos, sobresaltada, porque alguien sacudía mi pierna de un lado a otro. Mi reacción de defensa fue lanzarle una almohada, pero mi puntería, ya de por si pésima por naturaleza, era aún peor adormilada, así que la esquivó con facilidad.

—¡Vamooos, despierta princesa Aurora! 

Adoraba a Julieta, pero en momentos como este podría matarla.

Me incorporé en la cama, lo suficiente para mirarla con mi peor cara de asesina.

—¿Qué haces aquí a estas horas? ¿Quieres morir?

Lejos de sentirse amenazada, corrió hacia la puerta balcón de mi habitación y abrió las cortinas de par en par.

En serio, estaba jugando con fuego.

—¡Heey, cierra las putas cortinas!

—Nada de eso, mira el día hermoso que tenemos hoy. ¡Arriba, vamos!

—¿Qué quieres de mí? Sabes perfectamente que no funciono cuando estoy con sueño, y hace apenas cuatro horas que me acosté.

—¡Ajaaaa! ¡Conque cuatro horas, eh! Anoche te despediste de mí varias horas antes que eso. ¿Qué has hecho en ese tiempo restante?

—Me sorprende que te hayas dado cuenta de la hora en que me fui. O de que me fui, en absoluto.

—Muy graciosa. Pero fui muy consciente de todo, como también de que te fuiste con Lucas, los dos solos.

—Si, por supuesto, es mi guardaespaldas, debe irse conmigo. Además, tú estabas con Martín.

—Lo sé, no te estoy reprochando nada. Sólo quiero saber por qué se fueron así.

—¿Viniste hasta aquí, a esta hora, para eso? —le pregunté, aunque ya conocía la respuesta.

—¿Y tú qué crees? ¡Me muero de la intriga!

Me dejé caer de espaldas sobre el colchón, y quise cubrirme con las sábanas, pero Julieta fue más rápida y las arrancó de la cama. 

—Ni lo intentes.

—Eres insufrible cuando quieres. —Me levanté, absolutamente contra mi voluntad—. No obtendrás nada de mí hasta que consiga mi ducha matutina y mi desayuno.

—Lo sé, por eso ya me ocupé de lo segundo. En realidad, le dije a tu mamá que se encargue, así que cuando bajes tendrás tu desayuno listo. —Me encerré en el baño, antes de que terminara de hablar—. ¡Te espero abajo!

Me duché rápidamente, y luego bajé a la cocina, en donde se encontraban mi amiga y mi mamá. Lo positivo era que, efectivamente, el desayuno estaba listo. Necesitaba con urgencia un café enorme.

—Buen día, hija. En serio has logrado el milagro de levantarla a esta hora un domingo —le dijo a Julieta.

—Yo siempre consigo lo que sea de tu hija, Carol. Ya deberías saberlo.

No me molesté en contradecirla, porque tenía razón. Siempre conseguía todo de mí.

—Es una excelente mañana para desayunar al aire libre —dijo, mientras colocaba la taza y el resto de las cosas que había preparado mi mamá en una bandeja—. Vamos afuera.

—Bien, yo iré a llevarle el desayuno a tu padre —dijo mamá, preparando otra bandeja similar a la mía.

—¿Papá aún está en la cama? —le pregunté, con sorpresa. Desde que tenía uso de razón, ese hombre no pasaba de las siete de la mañana sin levantarse. A menos que se encontrara enfermo—. ¿Se siente mal?

Beautiful tragedy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora