Capítulo 48 (FINAL)

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Hace una semana y media desde que hablé con todos. Hace una semana y media que mi hermano tuvo su hijo Will de tres quilos cuatrocientos, quién lleva ese nombre en honor a nuestro hermano que allá donde esté esperamos que esté bien. Pero bueno, a lo que iba, que hoy me toca irme.

Parece que esto fuera el final de todo porque ayer me metí la que espero que sea mi última raya de coca en mi vida pero realmente solo es un pequeño parentesis en el cual pretendo conseguir mejorar mis calidades de vida. Hace unos días que fui a ese lugar, tiene un ambiente acogedor pero me hicieron demasiadas preguntas como desde cuando lo hago, con que frecuencia, porqué empecé y todo eso y fue un poco violento porque Kian me acompañó y creo que no se esperaba que hubiese empezado a fumar porros con 15 años. Os juro que no os hacéis una idea de la putada que es, la vergüenza que se puede llegar a pasar en una situación así.

Me comentaron todo aquello que podía producir el mono, ya sabéis, vómitos, dolor de cabeza, insomnio, etc y yo solo me quería morir. Lo más fuerte que me ha producido la abstinencia ha sido irritabilidad o dolor de cabeza pero jamás fiebre, pesadillas o cualquier otra cosa.

—¿Qué piensas? —me pregunta Dani curiosa.

—En lo que se viene, en que ayer fue la última, en que lo voy a pasar sumamente mal allá dentro.

—Hey, nena, iremos a verte el primer día que podamos —dice cogiendo mi mano y apretándola—. Se que no va a ser fácil y mucho menos para ti, se que va a haber días que quieras tirarlo todo por la borda pero recuerda que nos tienes a todos esperándote para cuando salgas. Somos comouna familia y lo seguiremos siendo de aquí a que estés como nueva.

—Tenéis que cuidaros mucho, ¿vale? No quiero que os pase absolutamente nada y si necesitáis cualquier cosa, tengo unos ahorros que...

—Todo va a estar bien, Gin. Nos apañaremos bien, preocúpate por ti.

—No quiero ponerme ñoña —digo con los ojos llenos de lágrimas.

—Venga, chicas. Nos vamos —dice Max apareciendo por la puerta.

—Espera, Kian me dijo que vendría.

—¿Te dijo la hora? —me pregunta Dani mirando el reloj de la pared.

—En diez minutos —contesto.

Esperamos a Kian sentados los tres en la mesa de la cocina, hablando de cualquier cosa con la intención de olvidar un poco todo.

No es una despedida, no voy a estar en aislamiento, la cárcel o voy a morirme mañana pero joder va a ser raro no estar todo el día con ellos, hablando por teléfono, quedando a cenar, etc. Además, soy una persona que le cuesta mucho socializar, soy muy tímida y quizá no lo parezca pero pensad que la mayoría de veces que lo hacía no estaba en todos mis sentidos. Ahora me toca enfrentarme a esto yo sola, sin siquiera mi mejor amiga, y joder no se si seré capaz.

—Ya estoy aquí —dice una voz sacándome de mis pensamientos.

Es Kian, viene con una camiseta negra de manga corta, unos vaqueros negros, gafas de sol y despeinado. Se acerca a mi y yo sonrío mirándolo, cuando lo tengo en frente me pone una mano en la cadera y y me atrae a él para dejar un beso en mis labios. Le doy otro, y otro, y otro así hasta que no podemos más.

—Max, acompáñame a... bueno, solo acompáñame a comprar una cosa —dice Dani a mi hermano y segundos después se oye la puerta de la entrada cerrarse.

—Estoy tan orgulloso de ti —dice sentándome sobre la barra de desayuno.

—Te quiero —susurro contra sus labios.

—Creo que es la primera vez que me dices te quiero en serio...

—¡Qué va! —miento.

—Sí, me has dicho muchas veces que no me querías perder, que soy muy importante para ti y cosas así pero jamás me has dicho que me quieres como tal —dice con una sonrisa mientras yo me pongo colorada—. Pero vuelve a hacerlo, porque no sabes lo bonito que suena y lo bien que se siente.

—Te quiero, Kian.

Me besa de nuevo pero esta vez con más intensidad, siendo más profundo. Mis manos viajan hasta el borde de su camiseta para quitársela pero me frena.

—Pueden llegar en cualquier momento.

—Pues que se vuelvan a ir —digo quitándole finalmente la camiseta.

Recorro su torso con mis uñas mirntras él sonríe sobre mi boca y baja los besos a mi cuello, su mano me agarra el pecho izquierdo y  la otra se cuela por debajo de mi falda acariciando mi zona íntima sobre la fina tela de mi ropa interior arrancándome un gemido.

—Voy a echar tanto de menos oírte así... —susurra introduciendo un par de dedos en mi.

—Kian —gimo echando la cabeza hacia atrás.

Sin sacar sus dedos de mi, me mueve hasta tumbarme sobre la mesa. Lo atraigo a mi como puedo y dejo un beso debajo de su oreja.

—Hazme sentir en el cielo una vez más —susurro para luego dar un leve mordisco a su lóbulo.

Sin siquiera darme tiempo a reaccionar, su miembro me embiste de golpe sacándonos un gemido a ambos. Me aferro a los bordes de la mesa mientras infinidad de gemidos me abandonan brotando de lo mas hondo de mi garganta. Kian me embiste con fuerza, llevándonos a ambos a un lugar alejado de todo donde solo existe la fricción de nuestros cuerpos. Sus manos me cogen por la cintura marcando un ritmo regular pero intenso. Cuando ambos llegamos al clímax, aun con la respiración irregular y un poco sudada, me levanto de la mesa y, tras asegurarme de que todo está en condiciones, lo beso suave.

Ambos nos sentamos en el sofá y segundos después aparecen por la puerta mi hermano y mi mejor amiga. Los cuatro subimos al coche de mi hermano. El camino dura media hora o quizá un poco mas y una vez Max aparca el coche los nervios se apoderan de mi.

Es real. Esta puta mierda es real.

The middle of the chaos. [TMC#1] Where stories live. Discover now