Capítulo 40

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Guardo el sobre con el dinero en mi bolso y me giro chocando con algo.

—Oh, hola —saludo al ver a Jayden.

—¿Qué cojones haces aquí?—pregunta serio.

—He venido a ver a un amigo —miento.

—¿Y el sobre con dinero? ¿También te lo ha dado él? —me dice irónico.

—Esto... Yo... Bueno...

—Dime que no has venido a entregar nada a nadie, por Dios...

—¿Ups?

—¿En qué te has metido?

—Me tengo que ir, nos vemos más tarde en mi casa. No le digas a Andrew que me has visto —digi evitando su pregunta.

Huyo de allí y pongo rumbo a casa de K. Una vez allí, subo hasta su piso y llamo a la puerta.

—¿Ya?

—Sí —digo extendiendo el sobre.

Él lo coge, cuenta el dinero y me da doscientos dólares. Estoy por agradecerle cuando aparece Jace.

—Te juro que no se qué haces haciendo esta mierda —me dice de mala manera.

—No eres quién para hablarme así, Jace.

—Yo me voy —dice K saliendo de mi campo de visión.

—La vas a liar, Gin. Tu mejor amigo es policía, tus amigos son niños buenos y tú... tu eres parte de una puta banda de drogas.

—El dinero no cae del cielo.

—Y el balazo que te llevarás un día de estos tampoco.

—No es tu puto problema.

—No quiero que te maten, joder.

—No actúes como si te importara cuando no es así.

—Vete, Gin. Mañana nos veremos —dice con el semblante serio—. Feliz cumpleaños, por cierto.

Cierra la puerta en mi cara y yo me giro sobre mis talones para luego salir de allí. Ando hasta la parada de bus pensando en como ha cambiado todo desde hace un año. Cuando cumplí los diecinueve no lo celebré, salí yo sola a un bar y decidí ponerme hasta el culo, fue la primera vez que vi a Kian. Él estaba mirándome desde lejos mientras yo bebía copa tras copa, recuerdo al camarero decirme que mi novio me buscaba y yo morir de miedo al conectar su gélida mirada con la mía. Luego nos encontramos constantemente, dejé lo que sea que tuviese con Jake, mi mejor amigo me apartó, Dani siguió ahí. Me enamoré de ese tatuado de pies a cabeza, conocí a una de las mejores personas de mi vida, Andrew, a demás de tener unos amigos que son la hostia. Mi hermano va a tener un hijo con una mujer maravillosa, lo mío con Kian se fue a tomar por culo, trabajo como camarera en una cafetería en la que a veces ni cobro y paso droga a bandas para poder mantenerme, porque por si fuera poco, ahora vivo sola.

Dejé de celebrar mi cumpleaños tras la muerte de Will y este es mi primer año. Lo hago esta vez porque, aunque no estoy del todo agusto con mi vida, me siento verdaderamente querida por quienes me rodean o, al menos, por la mayoría de gentes que lo hace.

Salgo de mis pensamientos cuando frente a mi para el bus que debo coger. Subo y pago al conductor para luego sentarme al fondo en un asiento libre. Durante el viaje no sube nadie y cuando el vehículo me deja en la parada más cercana a la casa de mi hermano, bajo. Ando hasta allí y entro con las llaves que aún guardo, una vez dentro sonrío.

—Hola, familia —digo cerrando la puerta tras de mi.

Sigo las voces de Emily y Max hasta la cocina y allí los veo preparando la comida. Al verme, ambos me abrazan aunque Emily con cierta dificultad por su barriga.

—Felicidades, pequeña —dice mi hermano dejando un beso en mi frente.

—Felicidades, guapa—me dice esta vez mi cuñada.

—Gracias, chiquis.

Entre los tres preparamos la mesa para comer y cuando todo está listo nos sentamos. Comemos entre risas y anécdotas, hablamos del precioso niño que van a tener y cuando acabamos sacan una tarta red velvet con unas velas pinchadas.

—Ay, pero si no hacía falta...

—Me hacía ilusión, además es vegana. Buscaba una vegetariana pero todas llevaban manteca de cerdo así que cogí esta —dice mi hermano.

—Vamos a encender las velas —dice Emily.

—En mi bolso hay uno —digo ganándome una mirada curiosa de ambos.

Mi hermano se levanta y va hasta mi bolso luego vuelve con el mechero en la mano y enciende las velas. Ambos empiezan a cantar cumpleaños feliz y cuando terminan soplo apagando las dos llamitas.

—Felices 20, nena—me dice Emily dándome una caja chiquita.

—Felices 20, enana —dice mi hermano extendiéndome un sobre.

Abro la de mi cuñada y un pequeño grito me abandona al ver un anillo de plata con un cuarto creciente de luna junto a uno con unas estrellas. Me los pongo inmediatamente y la abrazo con todas mis fuerzas.

—Muchísimas gracias, en serio.

—No hay de que.

Cojo el sobre de Max y lo abro, encontrándome con unos billetes de avión con destino... España. Grito y me lanzo sobre él, abrazándolo con todas mis fuerzas y reprimiendo las lágrimas. Viajar a España había sido mi sueño desde que descubrí que papá nació allí. Recuerdo ser pequeña y ver millones de fotos de mi padre en aquel país, más concretamente en Valencia, aquella ciudad costera llena de cultura, alegría y sobretodo lugares preciosos. Cuando tenía ocho años, mi familia y yo fuimos a allí pero no volví nunca y en ese entonces aún no era consciente de mi parte española.

—Hay dos billetes para que vayas con quién quieras. Todavía te queda tiempo para prepararlo todo, decidir la persona, etcétera.

—Gracias Max, en serio

—Podrías ir con Kian si de aquí a entonces lo habéis arreglado —sugiere Emily y yo asiento.

Ojalá...

Pasamos la tarde entre risas y tonterías hasta que se hace la hora de que me vaya ya que he quedado con Dani.

The middle of the chaos. [TMC#1] Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon