Capítulo 38

2.8K 137 13
                                    

—Ginger, atiende la mesa de los cuatro chicos, en cuanto acabe de poner el frega-platos te quedas en la barra —me dice Annie, mi compañera de turno.

—Está bien —murmuro y tras arreglar mi delantal salgo de detrás del mostrador para acercarme a la mesa que me ha dicho.

Al llegar a allí, me sorprendo al ver a Izan junto a tres chicos.

—Hola, ¿qué vais a querer? —pregunto con una sonrisa.

—A ti, preciosa —me dice uno.

—Si no lo tenéis claro, puedo esperar un par de minutos —digo ignorándolo al ver que los demás no contestan.

—No, no, está bien —dice Izan—. Un mocca con caramelo, una cerveza y dos cappuccinos.

—Enseguida os lo traigo —digo con una sonrisa mientras lo apunto.

Vuelvo tras la barra y preparo los cafés, luego los pongo en una bandeja y abro un botellín de la primera cerveza que veo. Cuando vuelvo hacia la mesa, veo a Kian entrar a la cafetería y acercarse a su hermano.

—¿Para quien es la cerveza? —pregunto ignorando a Kian que se acerca a nosotros.

—Para mí —dice el gilipollas de antes.

—Los cappuccinos son para mí y para él —dice otro chico señalando al que no es Izan.

—Y el mocca para mi —concluye mi amigo.

—¿Ginger? —pregunta la voz de Kian.

—Hola —saludo intentando no sonar nerviosa.

—¿Trabajas aquí? —pregunta mientras me encamino al mostrador y él viene detrás, yo solo asiento con la cabeza.

—Tía, he terminado con esto, quédate tú aquí y yo voy a encargarme de las mesas —dice Annie secando sus manos en un trapo.

Me pongo tras la barra y comienzo a limpiar el mostrador en el que Kian tiene apoyados los brazos. Él los aparta al verme y yo sigo trabajando bajo su atenta mirada.

—¿Cuándo acabas tu turno? —pregunta.

—A las seis y cuarto —murmullo.

—Cuando termines, ¿podemos hablar? El otro día nos interrumpieron —dice nervioso y yo solo asiento.

—¿Q-quieres que te pre-prepare algo?

—No, no, está bien así —me sonríe.

(...)

—Annie, nos vemos mañana —digo quitándome el delantal de la cintura.

—Mañana no trabajo, nena. Supongo que tendrá turno Cody —me dice y asiento.

—Chao —digo saliendo por la puerta y me sorprendo al ver a Kian apoyado en la pared.

—¿Vamos a mi casa? —pregunta.

—Como quieras.

—Tengo el coche aparcado allí —dice señalando a lo lejos su Audi, yo me limito a asentir con la cabeza.

Ponemos rumbo hacia allí en completo silencio, una vez en el coche, Kian pone la radio para intentar hacer desaparecer la tensión que se ha colado entre nosotros. El trayecto dura unos minutos, cinco como mucho, y una vez en la puerta de su edificio, saca las llaves y entramos.

—Ya sabes, subo por las escaleras —susurro mientras empiezo a subir.

—Oh, claro —me dice mientras me sigue.

Al llegar a su apartamento, abre la puerta y ambos pasamos al interior, me señala con la cabeza el sofá y él va a la cocina.

—¿Te apetece algo para beber? —me pregunta.

—No, gracias —contesto en voz baja mirando como juego con mis dedos.

—¿Por qué estás tan nerviosa cuando has estado aquí conmigo mil veces?

—Quizás porque desde que te follaste a otra donde me follabas a mi, no he vuelto a pisar este lugar ni a estar contigo como antes —suelto, sin querer, de manera brusca.

—A ti no te follaba, a tí te hacía el amor —susurra.

—Pues decidiste cambiarlo por otra, Kian, y no te culpo ni te lo recrimino. Me dolió verlo y me duele recordarlo pero si lo hiciste, tus motivos tendrías. Quizá no era aquello que esperabas, quizá dejé de atraerte o quizá, simplemente, te cansaste de mí, y de verdad que lo entiendo, pero no me pidas que venga a aquí y esté como hace cuatro meses.

—No es lo que tú dices. Sí, me la follé donde te lo hacía a ti pero imagínate como me sentí cuando en la puta boda de la madre de tu mejor amiga, me entero de que te ibas a ir fuera de la ciudad dentro de poco y que ni si quiera me lo habías dicho, también he de decir que tenía la sensación de que no pretendías hacerlo.

—Eso no te da puto derecho a acostarte con otra, Kian. No te da derecho a destruir todo aquello que habíamos construido —contesto con la voz cortada y los ojos aguados.

—Y tú no tenías el puto derecho a ocultarme algo así, no tenías porque mentirme co...

—Mi madre se moría, Kian —lo interrumpo limpiando una lágrima y veo la confusión en sus ojos.

—¿Qué? —dice desconcertado.

—Mi madre murió, por eso me fui. No me fui por otro motivo, simplemente la persona que mas he amado y a la que le debo todo, estaba muriendo a unos cuantos kilómetros de mí y quise estar con ella. Por eso me fui y por eso me iba a ir, era cuestión de tiempo.

—¿Por qué no me lo contaste? Joder habría ido contigo si hubieses querido. Nuestra relación se fue a la mierda porque, una vez más, no me contaste que cojones estaba pasando en tu vida.

—No me eches a mi la culpa. Fuiste tú quien decidió follar con la chica, yo la cagué y lo acepto pero tú también.

—Volvamos a intentarlo, por favor...

—No, por el momento no, Kian.

—Ginger, por favor, lo siento.

—Me voy, Kian —digo levantándome del sofá.

—No, espera, no te vayas. Quédate a cenar, hablemos —habla cogiéndome por la muñeca cuando paso por delante de él.

—Otro día será, mi hermano me está esperando con su novia —miento, soltándome de su agarre y saliendo de su casa lo más rápido posible.

The middle of the chaos. [TMC#1] Where stories live. Discover now