Helga

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Después de los incidentes de aquel casamiento que no se llevó a cabo, se podía sentir una tensión extraña en el ambiente. Al menos, Hermione podía. No por parte de la gran mayoría de los sirvientes o los caballeros pero sí en su círculo más cercano.

Arturo estaba aliviado de que el compromiso hubiera sido disuelto y más de una vez se lo había dicho, aunque no dejando de lado los comentarios despectivos respecto a las criaturas mágicas y a la magia misma. Hermione al principio sólo le había dado una sonrisa no comprometedora pero luego su incapacidad de quedarse callada ante lo que parecía injusto salió a la luz y terminó diciéndole que no podía juzgar a todas las criaturas mágicas por igual, como si fueran malvadas o tuvieran malas intenciones por el simple hecho de ser mágicas.

—No seas ingenua—le había pedido su hermano con ese tono condescendiente que tanto la molestaba.

No había ido muy bien la discusión después de aquellas palabras y ahora ninguno de los dos se hablaba a menos que sea realmente necesario.

Morgana también se estaba comportando de un modo extraño, estaba más silenciosa de lo normal y pensativa. Muchas veces Hermione tuvo que llamarle la atención disimuladamente porque su padre o su hermano le estaban dirigiendo la palabra y ella no se había dado cuenta alguna. Otras, Hermione tuvo la extraña sensación de estar siendo observada por la joven y aunque no le tenía miedo precisamente era un poco escalofriante la sensación que la recorría, especialmente porque no sabían cuáles eran sus próximos planes. Había pasado tiempo desde la última vez que intentó asesinar a su padre o intentó hacer caer al reino pero no era tonta y mucho menos ingenua como para pensar que las cosas se quedarían así, que Morgana había olvidado todos los rencores que tenía contra Uther y que su corazón había vuelto a ser tan bondadoso como lo fue antes.

Ella y Merlín tampoco eran los mismos de antes. Su "casi-boda" los había unido aún más pero eso no quería decir que andaban de románticos, besándose en los rincones y lanzándose miradas cómplices... y no porque no quisieran sino porque ahora no sólo Gaius los tenía vigilados celosamente, cuidando que su comportamiento no delatara nada e impidiendo que se vieran más allá de lo absolutamente imprescindible, sino también Arturo. Tras haberse enterado de que ambos estaban viéndose secretamente no dejó demasiado tiempo libre a su sirviente. Hermione había querido hablar sobre ese aspecto con su hermano pero el mago le había dicho que no lo hiciera de momento, que las cosas se resolverían a su debido tiempo. Lo dudaba pero ante su insistencia no abrió la boca.

Pero más allá de esto, lo que le preocupaba era la actitud de su padre. No le había hablado directamente desde el momento en que se había lanzado a llorar delante de él y le había dicho que se marcharía si es que él no la dejaba sola. Después de haber anunciado que no se uniría en matrimonio con Paris delate de toda la corte del reino que esperaba presenciar la unión de los dos reinos, su padre no se había acercado ni una sola vez ni siquiera para reprenderla por sus acciones como había esperado que lo hiciera. Había estado segura de que Uther estaría furioso por haber roto con sus planes y que lo primero que haría en cuanto tuviera la oportunidad era gritarle.

Pero no había sido así.

No es que él no reconociera su presencia. El rey la saludaba cuando se encontraban, seguía enseñándole lo correspondientes sobre cómo llevar un reino pero no la miraba a los ojos por demasiado tiempo y podía sentirse la incomodidad cuando ambos quedaban a solas y en silencio. Había veces en que parecía que el rey quería decirle algo pero cuando abría la boca para hablar la terminaba cerrando inmediatamente. Ella no estaba tan enfadada con él como lo había estado días atrás pero aún se sentía herida y eso le impedía dar el primer paso para hablarle libremente.

Por eso, las únicas personas con las que solía frecuentar mayormente en esa semana eran Gaius, Ingrid, Harry o Athena.

—Tengo que hablar con Sir Godric—le informó una noche a su doncella antes de que ésta terminara sus labores diarios.

La Princesa de CamelotWhere stories live. Discover now