Viejos recuerdos

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—¿Hermione? ¿Qué sucede? Te ves terrible.

Ella le lanzó una mirada molesta a su hermano y él hizo una mueca de disculpa. Había ido a las cámaras de Hermione con la idea de invitarla a desayunar con él, no a insultarla.

—Lo siento... pero... ¿Has dormido siquiera anoche?

—Muy poco—confesó—pero no importa...

—Pues, quizás esto te anime. Vengo a invitarte a tomar el desayuno conmigo. ¡Cedric ha preparado cosas exquisitas que quiero que pruebes!

—¿Cedric? Pensé que Merlín era tu sirviente...

—Ya casi me pregunto si realmente vale la pena llamarlo así. ¡Es un holgazán!

—Arturo, no debes...

—Ya dejemos de hablar de ese inútil y ven conmigo.

La tomó de la mano y la arrastró con él hasta sus cámaras. La mesa había sido arreglada para dos personas y podía verse encima de ella las más exquisitas preparaciones. Desde diferentes clases de queso y fruta hasta una variedad de carnes cortadas prolijamente. Cedric estaba de pie con una jarra de vino dulce en la mano, listo para servirles.

—Lady Hermione—hizo una reverencia—Espero que haya pasado una buena noche. Hoy se ve hermosa.

—Gracias—logró decir luego de la sorpresa inicial.

Se sentó en la silla que Cedric le había apartado y luego de que Arturo tomara el lugar a su lado, comenzó a llenar sus platos con comida. Hermione no podía dejar de mirar todo aquello con mucha sospecha. Allí los sirvientes solían ser muy buenos con todos, hasta el punto de convertirse en buenos amigos, pero había algo en ese hombre que a ella no le terminaba por gustar.

—¿Qué desea beber, mi lady?

—Siempre bebo té por las mañanas...—dijo esperando que no hubiese preparado aquella bebida.

No quería ser mala persona ni comportarse como una bruja, en el peor sentido de la palabra, simplemente quería... ¡Lo admitía! ¡Quería hacerlo sentir mal! Es que había algo en él que no le agradaba.

—Aquí lo tengo, mi señora... Un té a la temperatura justa para usted.

No pudo evitar fruncir el ceño y mirar la taza casi con rencor. Pero terminó suspirando con resignación. Le gustaba pasar tiempo con su hermano y no iba a permitir que la presencia de aquel hombre lo disgustara. Sería mejor no pensar en él y dirigir a otro lado conversación.

—Me he enterado que ha habido un incidente ayer durante la casa.

—Un jabalí—admitió Arturo antes de beber un sorbo de su copa—Intenté lanzarle una de mis lanzas pero revotó contra su piel gruesa. Venía justo hacia mí y casi temí que acabara con mi vida pero...—sonrió con notable orgullo y contempló a Cedric—¡Este hombre me salvó!

—¿En serio?—preguntó casi sin ganas de conocer la historia.

—¡Sí! Lanzó una de las lanzas justo cuando la bestia abría la boca y acabó con ella de repente.

Miró a Cedirc que simuló actuar con humildad, haciendo nuevamente una leve reverencia.

—Sólo actué por instinto.

Hermione lo contempló con los ojos entrecerrados, conteniendo la molestia. No había sido aquel hombre el que le había salvado la vida a su hermano sino Merlín. Con razón ayer había estado tan molesto.

—¡Eso es impresionante!—exclamó simulando estar completamente asombrada por su accionar—Espero que mi hermano te haya sabido recompensar...

La Princesa de CamelotKde žijí příběhy. Začni objevovat