Capítulo 34

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— ¿Y esa cara? — la voz de la chica logra asustarla y trata de disimularlo limpiando la enorme barra donde algunos clientes disfrutan del servicio que otorga la cafetería.

— ¿Qué? ¿Tengo algo? — le pregunta a su compañera.

Paula Aguilar; es una chica alta de cabello teñido color azul cielo, piel blanca, ojos negros y usa lentes, ya que tiene problemas de visión. Tiene alrededor de 2 años trabajando en esa cafetería y se ha convertido en una buena compañera para la rubia. Le ha enseñado todo desde que ella entró al trabajo y ambas chicas desde ese instante supieron que se convertirían en grandes amigas.

Además de que la rubia se sentía contenta al saber que ella no la rechazó como algunos lo hacían. Había sido un momento muy incómodo cuando Paula se enteró de que ella es intersexual, pues, ella había entrado a la sala donde se cambian la ropa y observó a la rubia en bóxer.

Asustada Andrea le comentó la verdad y ella lo tomó de lo más normal.

— Si... Tienes cara de que embarazaste a tu chica y tu suegra te va a castrar — la rubia frunce el entrecejo y suspira.

El local ya había cerrado y solo faltaba terminar de limpiar algunas cosas y así acabar con el horario laboral.

— Es que... — Andrea se quita el delantal y lo coloca en la barra, acercándose a Paula que tomo asiento en un banco individual — recuerdas que te hablé de que mi novia casi siempre hablaba de ese tal Ricardo — la chica asiente con la cabeza — Bueno... "Casualmente" — hace seña con sus dedos — hoy apareció en la universidad como todo un chico bueno, que vino a estudiar precisamente en donde estudiamos ¿Qué te parece?

La chica observa sonriente a su compañera y esta se cruza de brazos.

— Me parece que ya estás delirando... Ni siquiera lo conoces y ya piensas que te va a quitar a tu chica, por favor, son amigos.

— Es que lo que yo miré hoy, no es de amigos. Apenas agarró mi mano para saludarme sentí una mala vibra créeme. Lo peor de todo es que es italiano.

— ¿Ahora eres vidente? Por cierto, me encantan las italianas...

— Ay no tú...

— Cálmate quieres... Es su amigo y apenas lleva horas que lo vieron. Deja los celos. Andrea no podía evitar tener esa inseguridad latente en su interior.

El chico físicamente es lo que toda mujer pueda desear y tiene miedo, mucho miedo que él pueda interferir en su relación. Además, él conoce muchísimos más a Carla que ella, sabe todo de su chica o eso supone ella.

— No lo siento así Paula... No sé por qué, pero no me da buena espina la llegada de Ricardo a nuestras vidas.

Paula le comentó que existe la amistad entre hombre y mujer, que muchas personas tiene una idea errónea sobre eso y que siempre lo malinterpretan diciendo que pronto será parejas, entre otros comentarios.

— Será mejor que te olvides un poco de eso, apenas el chico llega. De seguro no será problema. Quédate tranquila.

Andrea no le quedó de otra que aceptar lo que mencionó su compañera y decidió acabar con su trabajo para irse a su casa.

Una vez ya lista en su auto, recibe un mensaje de su novia.

Decidió ignorarlo y comenzó a conducir.

*************

Carla está en su casa sola, ya que su madre decidió ir a una fiesta de gala en la empresa donde trabaja y tiene una hora que se fue bien elegante, la cual hizo que su hija comenzara a imaginar cosas como: un hombre muy elegante y ella, juntos bailando, mientras sonríen y hablan del clima.

Era lo que más quiere, que su madre sea feliz, que viva su vida y no este siempre del trabajo a la casa y viceversa.

Estuvo hablando un rato con Ricardo por teléfono poniéndose al día con todo lo que ocurrió en New York después de su partida. Hablaron mucho sobre sus antiguas amigas y del tema más importante, Andrea.

Aunque el chico no quiso escuchar la historia del porqué sale con ella. Si lo quería escuchar, pero en persona, así que tal vez al día siguiente la buscaría para hablar sobre eso y Carla aceptara a la propuesta.

Suspirando observa el chat de Andrea que desde hace un buen rato la dejó en visto. Con su entrecejo fruncido decide volver a escribirle. Y para su suerte su chica le respondió al instante.

— Sabes que... No te escribo más.

— ¿Está enojada?

— No... Que va.

— Amor ¿Qué pasa?

— Nada.

— ¿Está segura?

— Sí.

— mmm...

— Ahora vengo.

— ¿Qué?

— ¡¿A dónde vas?!

— Luego pregunta por qué me enojo...

— Ábreme... Corre rápido porque el pasillo está solo y tengo medito.

La castaña apenas observó el mensaje soltó el aparato y comenzó a correr hasta la entrada de su hogar. Abre la puerta, Andrea se lanza sobre ella tomándola por la cintura y comenzó besarla de manera desesperada.

— ¿Ya no está enojada? — bobamente sonríe mirando esos ojos grises más oscuros, logrando fascinarla.

— Un poquito nada más... Ambas estuvieron abrazadas por un buen rato hasta que Carla decidió romper el silencio. Se separa de los brazos de la rubia mirándola fijamente y le dice:

— Quédate conmigo esta noche. Mi madre no esta hoy conmigo.

Las alarmas comenzaron a sonar dentro de ella. Sabía que esas palabras había doble intensión y es que Carla no iba a desaprovechar una oportunidad de avanzar con su chica en la intimidad y menos cuando la castaña comienza acariciar su abdomen cubierto por su camisa de trabajar, sintiendo varios escalofríos recorrer su cuerpo.

— Está bien... Me quedo a dormir contigo.

************

Llamada telefónica en curso

— Hola Carmen ¿Cómo estás?

— Muy bien señora... ¿Cómo sigue?

— Ahí vamos al menos poco a poco comienzo a retener mi enfermedad... En fin, te llamaba para mencionarte dos cosas.

— Usted me dirá jefa.

— Necesito que mañana a primera hora estés aquí en mi casa y me acompañes a un lugar que he querido ir desde hace tiempo.

— De acuerdo mi señora. Pero le recuerdo que tiene una reunión con el señor Torres. — Cancélale... Esto es más importante y necesito ir con urgencia.

— Bueno, está bien mi señora. ¿Desea algo más?

— Si... Trae los documentos y la copia de mi testamento, por favor.

— De acuerdo. Mañana a primera hora estaré en su casa mi señora que descanse.

— Igualmente para ti Carmen.  

ASÍ TE QUIERO © (Gip) (borrador)Where stories live. Discover now