Cap. 31

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El corazón me latía a mil por hora, ¿Cómo era posible que Kendall termino por convencerme? Habían pasado 15 minutos, y aún no salía del despacho de Roger, sentía que las entrañas se me carcomían por dentro. Me dolía la garganta de tanto tragar saliva, siendo sincera, después de lo que viví hace apenas unas horas, que me marcó para siempre, no tenía cabeza para pensar en fiestas, pero tal vez sería a la única fiesta que iría en mi vida. Así que, lo intentaría.

Escuche risas venir de adentro, supuse que Roger le estaría ofreciendo mi carne a Kendall. Sería muy beneficiosa para él "otra relación" con un millonario.

Ya me había arrepentido, no quería ir, ni por tener la seguridad de que no haría la tarea de ciencias naturales por un mes, no. Estaba a punto de llorar, vaya que me había vuelto llorona últimamente. Lo más seguro era que Roger pensará que me quería acostar con Kendall. No quería volver a aquel lugar a que me golpeara por sus malos pensamientos.

Poco a poco se abría la puerta de madera, Kendall sonrió muy feliz al verme, vi la cara de Roger aun sentado en la gran silla, Kendall cerró la puerta y me guiño el ojo, me tomó la mano sin decir nada y fuimos hasta el patio, a penas y estaba iluminado.

-¡Deja de actuar como La Pantera Rosa y dime que paso! - Rió levemente, ya se me había colmado la paciencia - Sabes que, no, no voy a ir aunque me hagas la tarea todo el año, no, me arrepentí- dije cruzándome de brazos.

-¡Hey! Pero si te dio permiso - sonrió, no entendí su cara de felicidad porque, qué interés tenia él, no dejo de preguntármelo.

-Pero ya no quiero ir... ¡y es mi última palabra!

Cortando peleas, insultos, groserías, amenazas y gritos, de nuevo se salió con la suya. Cuando él se fue, me aterro la idea de siquiera acercarme a Roger, pero tenía que hacerlo...

-¿Por qué ese ingenuo quiere llevarte a esa fiesta? - me dijo el hombre, sin apartar la mirada de su computadora.

-No lo sé, he tratado de alejarme de él, pero no me deja, me busca, y no sé qué hacer, no quiero ir a esa fiesta sin su consentimiento - dijo con el terror más grande de mi vida.

-Hoy - dijo parándose - he tenido el mejor día de mi vida - apoyo sus manos en mis hombros, su sucia respiración corrió por mi cuello - Le eh dicho que puedes ir, tu sabes que me conviene - enseguida cerré los ojos, y me abrazo por atrás, jamás saldría una muestra de afecto de su parte, así que sabía que no era nada bueno.

-¿Qué hace? - enseguida empezó a mordisquear mi cuello, no era una actitud normal en ese monstruo, pero si me odiaba ¿Qué rayos estaba haciendo?

-Sabes desde el día de nuestro primer beso, no eh podido olvidar tu aroma, tu piel, tu sabor...- apreté los dientes, me causaba asco, hubiera preferido que una sanguijuela me mordiera y no él, estaba a punto de vomitar.

-¿Qué pasa? No entiendo - dije, ese hombre era tan cínico, que después de hacer sus "caricias" de nuevo estrellaba su puño en mi cara. Lleve mi mano hasta mi cara, para acariciarme, Roger tenía serios problemas mentales. -Usted no quiere que yo vaya - afirme, río sarcástico y se volvió a sentar en su lugar.

-Solo no quiero que seas feliz- se colocó sus lentes para leer - Pero... eh estado pensando, a James lo desechaste, pero en qué vez de tenerte aquí, de adorno, puedo hacer que te embaraces de Kendall y que te dé toda su fortuna, para que me pases a mí. -Sus palabras me dieron escalofríos, solo pensaba en él mismo.

-¡Pero es el compañero de Pedrito! Usted me prohibió si quiera acercarme a él- dije en voz baja, pero desesperada.

-Déjame pensar a mí-me miro con odio - Todo sería más fácil si no existieras, tienes razón, por primera vez en tu miserable vida, deja en paz a ese chico, no puedes afectar a tu hermano, ve a esa fiesta ¡No me importa!

-Le propongo algo - dije sentándome en un sofá- No me deje ir a esa fiesta, y respóndame dos preguntas, y no volveré a molestarlo, con lo de ayer...- Me miro unos segundos, pensativo.

-¡Tú te lo pierdes! ¡Habla!- di un brinco en mi interior, el imbécil ese, había aceptado. No me importaba tanto la fiesta como las preguntas que tenía que hacerle- ¡Habla de una vez! - dijo sacándome de mis pensamientos.

-¿Me violaron? - dije con la piel de gallina, él se tiró una gran carcajada.

-¡Por Dios ____! Puedes ser muy deseable, pero no dejas de ser una... desgraciada bastarda, el mundo se equivocó cuando te engendraron ¿Cómo crees que alguien va a querer sexo contigo? Pobrecita ingenua - una lágrima cayo por mi mejilla, quería llorar, pero tendría que aguantarme me quedaba una pregunta más.

-¿Por qué usted me beso? Si soy una bastarda y nadie quiere sexo conmigo ¿Por qué me beso? - su cara se tornó roja, de furia, me tomo muy fuerte del brazo y me sacó de su despacho, azoto la puerta delante de mí.

Enseguida me fui corriendo a mi habitación, él escondía algo, pero por el momento no lo podía averiguar, por lo menos tenía la seguridad que no había abusado de mí. Pedrito ya estaba dormido, gracias a eso, pude encerrarme en mi baño y llorar, siempre Roger me recordaba que era un error, que si yo muriera, las guerras se acabarían, no habría pobreza ni sufrimientos, es un estúpido.

En los momentos cuando me sentía triste, sacaba una foto de mis papás, la única que tenía, la guardaba con sumo cuidado, debajo de la cama, dentro de una caja pequeña de madera, dentro de una cartera, dentro de un sobre.

Sé que dirán que soy una loca, pero cada foto de mis padres, Roger las quemo, y es el único recuerdo que tengo de ellos. Abrace la pequeña fotografía, mi autoestima estaba por los suelos, veía a mis padres y sabía que ellos me engendraron por amor, no por una noche pasada de copas y hormonas locas como dice Roger.

Estaba hundida en el hoyo de la depresión, casi a media noche cuando mi celular sonó, deje la fotografía en el suelo del baño, y cogí el celular.

"¿Estás ahí?" - Decía, -Gran hora de mensajear Schmidt- dije sarcástica para mis adentros.

"¿Qué quieres?" - conteste. A los segundos respondió.

"¡Necesito tu ayuda! ¡Los zombis ya están en mi casa! - él tenía muchas ganas de molestar, lo entendía, todo en su vida era felicidad, dinero, chicas rendidas a sus pies, era obvio que jamás había sufrido.

"¡Dile a los zombis que estas muy delicioso y que necesitas que te coman!" - no sé ni de que hablábamos, con solo saber que él estaba detrás de esas letras, se dibuja una estúpida sonrisa en mi cara, limpie mis últimas lágrimas y él llamo.

-¿Con que estoy muy delicioso? - dijo en la otra línea. Escuche como reía en vos baja.

-¡Hay cerebrito! Si eres tan inteligente deberías de saber que no lo eres- sonreí, en mi interior sabía que estaba mintiendo.

-¿Qué haces despierta? ¿Preparándote para mañana? - (la fiesta supuse)

-¡Oh cariño! Lo siento no podré ir - suspire - mi padre no me dejo.

-Claro que sí te dejo, me lo dijo, ahora vuelve a repetir tu frase anterior, se escucha tan sensual en tu voz "cariño"

-¡Oye! Mi papá dijo que no me dejaría ir, justo después de que te fueras, tal vez te lo informe mañana él.

-Aunque no crea mucho tus palabras solo tengo algo que preguntar - tomó aire- ¿Quieres ir? Responde sin importar tu padre, yo, el permiso ¿Qué es lo que tú quieres? -Sus palabras quedarían grabadas en mi cabeza el resto de mi vida, nunca nadie me preguntaba, que era lo que yo quería.

-Quiero...- me mordí el labio inferior- Quiero ir... -dije finalmente- Pero no me dejan ¡No seas necio! Búscate a la chica aquella, que te daría "felicidad" la que te llamo aquel día.

-¿Celosa cariño?

-¡Hay sí mucho!- dije sarcástica - Me muero por ti mi amor...

-Dilo de nuevo, lo grabare, esto solo pasará una vez en mil años - guardó silencio, me reí - Hagamos una cosa- suspiró - si no te dejan, no tendremos más opción que escaparnos cariño.

-¡Kendall! ¡Deja de llamarme así! Jamás me escaparía, y menos contigo.

-¡Tengo una idea genial! No te preocupes - dijo sarcástico, estaba molestándome ya - Solo busca algo lindo que ponerte, y lo demás me encargo yo, tranquila todo estará bien cariño...

-¡Kendall deja de llam...! - cortó

El compañero de mi hermano (Kendall Schmidt y tú) Terminada √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora