—¿Y cómo harán eso? —mi voz sonaba temblorosa, reflejando las preocupaciones de mi alma. Aún no me sentía bien luego de lo que la vidente me había hecho, y no sabía si lo soportaría otra vez.

—Dejarás que Liatris revise tus pensamientos más profundos para obtener las respuestas que busco.

—¿Una inspección más profunda no implicará más dolor? —por primera vez escuché la voz de mi padre en el recinto. Su pregunta me heló la sangre.

—¿Qué le sucede? ¿Piensa que voy a dejar que te lastime otra vez? —sentí a Alhaster reteniendo sus emociones para no alarmarme durante todo el tiempo que estuvimos en el palacio, pero no lo soportó más. Podía notar su intranquilidad latiendo en mis venas.

—Tranquilo, nada va a pasarme.

—Puedes morir, Ilora, eso no está en discusión.

—Haré lo que sea necesario.

—De acuerdo —respondí resuelta, interrumpiendo mi conversación con Alhaster y a pesar de las quejas de mis compañeros. Los hice callar con una seña, ya tendríamos tiempo de discutir todo lo que había pasado y lo que estaba por venir.

—Perfecto entonces. Sin embargo, el día ha terminado para nosotros, tendrás toda la noche para descansar y, cuando amanezca, nos veremos en la plaza central del reino.

—¿En la plaza? ¿Será algo público? —no podía creerlo. No solo me harían sufrir, sino que lo harían frente a todo el reino.

—Un evento de estas características debe ser presenciado por todos. Así, nadie podrá negar lo que ocurrió, imagina el revuelo que causará esto en otros reinos. La noticia de tu regreso se hará aún más grande. Todos querrán conocerte, será beneficioso para ti. Si sobrevives, por supuesto.

—Supongo que tiene razón —dije al rey y este asintió.

—Los huéspedes son recibidos en los hogares de paso, son bastante reconfortantes, sin embargo, podemos hacer una excepción contigo en caso de que desees quedarte en el palacio —ofreció la reina, sorprendiendo a su esposo, quién permaneció en silencio esperando mi respuesta.

—¡Están locos si creen que te quedarás con ellos! ¡De ninguna manera, Ilora! —gritó mi dragón en mi mente, haciéndome fruncir el ceño.

—No pensaba aceptar, Alhaster. Confía en mí —reproché y llevé mi atención a los reyes, que esperaban pacientes mi respuesta.

—Muchas gracias, alteza, pero yo permanezco con los míos. Estaré bien donde ellos estén —confesé.

La reina y el rey asintieron, la primera ofreciéndome una sonrisa, y salieron de la sala, seguidos de los elfos caídos y Liatris. La última, antes de desaparecer tras la puerta, me miró y guiñó un ojo. No sabía si era algo bueno, o muy malo. Esperaba que la primera.

Giré sobre mis talones y caminé hasta acercarme a los demás, que me recibieron con un abrazo. No me había dado cuenta de que, quizás, ellos también estaban sufriendo al verme y no poder hacer nada. La luz de las estrellas se alcanzaba a apreciar a través de los cristales del gran salón y me sorprendí al ver pasar una hermosa estrella fugaz.

Pensando en lo mucho que deseaba que todo saliera bien, me colgué del hombro del hada, que se quejó por el peso que ejercí sobre ella.

—Estás gorda, Ilora —bromeó Cassie, haciéndome reír.

—Pues Brennan me cargó ayer y no se quejó —repliqué, sacándole la lengua y caminando fuera de la sala junto a los demás.

—Eres la princesa, no tenía derecho a réplica —dijo Brennan y, para mi sorpresa, chocó los puños con Castiel.

CDU 2 - El legado de Faedra [GRATIS]Where stories live. Discover now