Capítulo 43

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Buscando la verdad...

Hace pocos años...

Comimos en silencio mientras disfrutábamos de la comida grasienta y salada de la posada, algunas veces me encontraba pensando como pude vivir así sin siquiera imaginar que había un mundo alrededor.

Me habían criado con el pensamiento de una vida, entre más enclaustrada, con más dinero y muchos más vestidos... era la vida soñada.

Cuando veía a mamá ella no era precisamente feliz, pero preguntarme si quería vivir como ella... ahora me parecía una traición a mí misma.

Me dijeron que sin esposo estaría sola para toda la eternidad, pero aquí tenía a tres personas que me apoyaban siempre. En las que confiaba más que en mí, con mi corazón.

Me dijeron que estaría desprotegida, que allá afuera hay mucha más maldad que bondad, pero solo porque me permití creerlo fui vulnerable. Sí, había maldad, pero muchas veces poder aceptar la caótica hermosura ente maldad y bondad te puede dejar ver lo que realmente es la moral de la vida.

—¿Les puedo ayudar con algo más? —preguntó el chico que nos había atendido, era alto, pero no bastante. Aunque no lucía el peso ideal podía considerase atractivo.

¿Qué por qué pensaba tanto en eso?

Porque la idea de romper mis votos de fidelidad eterna asaltó mi cabeza con brusquedad. Había tomado la decisión de abandonar mi matrimonio, y aunque no lo dijera en voz alta, quería darme a mí misma la libertad de gozar un placer sexual sin prejuicios ni culpas. Sin dramas ni contratos matrimoniales.

Solo sentir y vivir. Y sin mentiras de por medios.

—Sírveme una nueva ronda, hombre. Y que no te tiemble la mano está mujer de aquí bebe a la par que la mía, ha tenido un buen maestro —murmuró Jason, ya un poco ebrio, señaló a Liam que estaba en el extremo de la posada conversando con un mercante de telas, para Laurel. Se acercaba su cumpleaños y todos queríamos convencerla.

¿Laurel? Laurel sí que estaba en alguna habitación disfrutando de lo que yo tan solo imaginaba.

Antes de irse me había dado un beso en la mejilla y guiñándome un ojo había dicho:

—¡Viajaré por los siete mares, pero el sexo, amiga mía, será igual en cualquier mundo!

El hombre asintió y salió hacia los barriles colgados de las paredes con vigas enormes de maderas. Incluso el lugar tenía aquel aire rústico y hogareño que es difícil de encontrar en cualquier sitio.

Me acomodé en la silla y miré a Jason, estábamos solos, y cuando Jason estaba ebrio era mucho más amable que cuando estaba sobrio. Incluso contaba historias con mucho más sentimentalismo, si me preguntaban el podía convencer a toda la posada de que él era la reina de Inglaterra con una historia y un barril de cerveza.

—Cuéntame una de tus historias... —susurré mordiéndome el labio. Él se echó a reír y dio la vuelta al jarro vacío, las melancólicas y olvidadas gotas de cerveza cayeron en la mesa de madera opaca, perdiéndose para siempre.

—Mis historias... Hum, parece que te has vuelto adicta a la historia. Déjame ver, algo me debe quedar en la cabeza que no sea alcohol y mujeres, ... ¡Pero claro! Bueno, esta es divertida... hace mucho tiempo, tanto tiempo que la misma eternidad se confunde, había un hombre. Pequeño y lleno de... resentimiento. No podía dormir, porque cuando cerraba los ojos veía como lo despreciaron. No podía llorar, porque cuando lloraba perdía su valentía. No podía hacer nada. Eso le habían metido en la cabeza toda su vida... hasta que alguien lo encontró.

Por Un Arrebato © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora