Capítulo 26

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"¿Amaste a alguien como yo te amo a ti? Lo dudo, porque una vez que abres tu corazón es imposible volverlo a cerrar sin forzar"

-Samaí Jara

—¿Por qué tu madre y hermana me odian, mi lord? —sonreí mientras peinaba mi cabello, estaba francamente largo, y cuando me hacía algún peinado un tanto elaborado empezaba a pesarme con rapidez.

Alejandro conectó su mirada conmigo a través del espejo. Era un hombre bastante fuerte y atractivo, y descubrí que le encantaba estar sin camisa, y a mí me encantaba poder ver su cuerpo sin ninguna tela de por medio.

Además, parece que él era muy consciente del efecto que tiene con todos a su alrededor.

—No te odian, simplemente les cuesta confiar —frunce el ceño mientras se apoya del dosel de la cama. Estoy empezando a conocer las expresiones de ese hombre y esa sin duda es una de divagación hacia algo o alguien...

—¿Qué sucede, Ale? —aquel diminutivo nació hace una semana, creo que llegar aquí y que todos me miren con desconfianza y casi sin respeto me hizo acercarme más a él.

No imaginé que iba a ser así, pensé que encontraría una aliada, pero la casa grande parece un reto a conquistar. Además, esta... Luz, ni siquiera sabría su nombre si no fuera porque es medianamente conocida entre los trabajadores de Alencar...

Estoy frustrada.

Tenía fe en Luz, después de rescatarla del maldito imbécil que se imponía sobre ella, me dije que ya no estaría sola, que podría ayudarla y tendría una amiga. Vaya decepción la que me lleve.

—Nada, es solo que yo confío en ti —parece sorprendido, mucho, y tampoco parece algo bueno. Dejo el cepillo en la coqueta y me giro para poder mirarlo directamente.

Mi cuerpo reacciona, siento incluso como mis pezones luchan con la tela. Ya no me avergüenza, es inmediato, lo deseo y demasiado. Estar con é rompe mis esquemas. Amenaza con volverme adicta.

—¿Por qué suena mal? —alza el rostro, sus ojos ónice mirándome con más intensidad de la usual, me remuevo. Tener la mirada de alguien que te conoce, que te desviste, que te hace gritar y suspirar es algo como magia, magia que acaba con tus sentidos —Yo confío en ti. Más que nadie.

Ni siquiera tengo que ponerlo en duda, acepté que lo amaba, mucho más rápido de lo que creí era posible amar a alguien, y es porque con Alejandro todo se siente muy rápido, no seguro, pero si... desesperado.

Es como si algo dentro de mi necesitará más. Y también es como llevar un reloj. Siento que la arena se esta agotando y no puedo hacer nada para detenerla.

Muerdo mi labio, hace una semana cuando encontramos a Luz ese fuego pareció encontrar lugar... no cesó, se intensificó, pero lo extraño es que yo con aquel calor... me sentí más entera, más llena.

Fue como encontrarme.

Aunque ahora desaparece, o se apaga, levemente.

Luz ni siquiera hablaba conmigo, no ha aceptado que le preparasen una habitación digna de ella, ni siquiera me miro cuando la rechazó. Hablaba en murmullos y todos con Alicia, mi doncella, al parecer se conocían.

Entonces empezó a dormir con Alicia, pero ahora en la mañana, mientras me apretaban el corsé, Alicia me dijo el deseo de Luz de regresar con su marido.

Con aquel maldito bastardo.

Creo que me quedé sin aire. Pero cuando lo platiqué con Ale, solo me respondió.

—Belleza rubia, no puedes salvar a alguien que no quiere ser salvado.

Todo empeoró el verla marchar, ella muy decidida. según Alicia, pero cuando la vi partir, se iba con la mirada gacha y a pasos lentos. La seguí, rompiendo reglas de protocolo y nobleza, aun cuando me dije que intentaría estar a la altura del título que ahora poseía. Pero aquello era más fuerte, quería zarandearla, gritarle hacerle entender que podía protegerla. Que si ella quería podía empezar de nuevo. Eh aquí el problema, ella no quería un nuevo inicio.

Por Un Arrebato © |COMPLETA|Where stories live. Discover now