Capítulo 23

822 109 21
                                    

"Adelante. Cae. El mundo se ve distinto desde el suelo"

-Oprah Winfrey

Capítulo 23

Me recliné en aquel gran muro de piedra que de niña me servía muchísimo, odiaba aprender cualquier instrumento, y para hacerlo saber al mundo y a mis padres, lloraba desconsoladamente allí. Siempre que lloraba recargada en este muro de piedra era porque la persona que estaba a mi lado, no congeniaba conmigo o no era capaz de soportarme. Podía ser un instructor de música o la ama de llaves, pero era imprescindible que me agradase.

A mi madre poco le importaba y mi padre me tildaba de caprichosa y me castigaba con severidad, los golpes a niños pequeños no son un secreto para nadie, pero ellos no parecieron enderezarme a mí. Y por eso su radical decisión de enviarme a un internado en mi adolescencia. O no lo sé, había muchas razones para enviar a un niño a un lugar y que lo regresen hecho otra persona.

Pero justo ahora, poco o nada me importaba mi pasado o los castigos, lo único que quería era echarme a llorar, y no tenía claro por qué.

Aceptar que el amor más que caricias y sonrisas, traía dudas miedos y tristezas era algo que no podía aceptar, pero aquí estaba; respirando aceleradamente en albornoz y desnuda para el resto de la casa.

Después de que Alejandro despertase, salí corriendo del lugar. No podía ignorar lo que había pasado la noche anterior pero tampoco olvidar aquella carta o fotografía, o lo que sea que fuese.

Él había dicho que esa era toda la verdad, pero Anahela seguía siendo un secreto. Esa era la verdadera verdad; Alejandro aún no era capaz de confiar en mí o tenía planeado algo mucho más grande que como ingrediente necesitaba mi ignorancia.

Desde el principio sabía que Alejandro mentía y sus manos estaban ocultando algo, pero cuando me besaba no podía evitar pensar que toda mi vida había esperado por eso, sentir aquel amor desgarrador y consumidor.

La noche anterior había significado todo para mí, no solo había sido piel con piel, le había entregado todo de mí creyendo que ahora el me sostendría. Pero la verdad era esta; no creía que él quisiera sostenerme.

Y yo había esperado mi vida entera por entregarme, por ser feliz junto a un hombre que me amara.

¿Tenía sueños? ¿Acaso casarme no era suficiente? Me di cuenta que había desperdiciado mi imaginación y metas en un amor que muchas personas podían conseguir.

Y ni siquiera ese sueño era cierto, porque el hombre al que amaba no me amaba, ni siquiera confiaba en mí.

Diablos, de verdad no quería llorar.

Pero, de verdad... para mí la noche anterior había sido increíble. Había conocido el cielo, y el placer. Había reído y había gemido. Había suspirado y se lo había dicho con todo mi cuerpo lo importante y certera decisión que había tomado al decir <<Acepto>>.

Me había aventurado a que viese mi corazón en llamas, me había aventurado a decirle que su lugar era mi lugar, y él... ¿Qué había dado?

Necesitaba amar, pero sobretodo ser amada.

Tome aire, y me abrase al sentir el frío subir por mis piernas...

—No entiendo como Alejandro dejo ir a la novia, si la aludida es una completa belleza. Ah, pero si fuera Alejandro ahora...—alcé la mirada bastante asombrada por la nueva voz que se registraba en mis oídos, y me topé con unos brillantes ojos azules.

Era el hombre que había sido testigo de la unión y padrino de mi esposo —sonaba tan raro ese título en él— aquel risueño que se llamaba...

—Lord David Filman, a su completa disposición para lo que desee... —e hizo una reverencia bastante graciosa.

Por Un Arrebato © |COMPLETA|Where stories live. Discover now