Capítulo 24 -Primera Parte

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"No quiero un amor a medias, rasgado, partido a la mitad. He luchado y sufrido tanto, que me merezco algo entero, intenso, indestructible"

—Frida Kahlo

Capítulo 24 – Primera Parte

Roastbeef. Mastico con los ojos cerrados mi pedazo de carne y me reclino en el asiento del comedor. Este pedazo de cielo esta divino, ya moriría yo de hambre porque para cocinar no tenía capacidad alguna y para comer un apetito voraz y quisquilloso. ¿Qué sucedería si en Londres me tocaba cocinar? Muy bien, eso no tenía sentido, porque un noble, como era Alejandro, no podría vivir sin servidumbre y obviamente un cocinero figuraba allí, pero la posibilidad que no me gustase la comida era una muy grande...

¿A quién quería engañar? Mi verdadero temor era este; vivir en Londres.

Para mí, ya era de por si muy peligroso estar en casa y lidiar con mi familia, pero ¿Vivir con personas con las que no he interactuado? Temblaba solo de imaginarlo.

—¿Cuál es la razón de tan urgente telegrama, marqués? —pregunto Antonio mientras bebía de su copa de cristal. El vino estaba exquisito, debo admitir.

Alejandro, que estaba a mi lado se limpió la boca en un gesto demasiado elegante y natural que me hizo tomar mi copa ¿Cómo era posible que vea aquel simple gesto como algo totalmente único y masculino? Mi locura me estaba preocupando.

—Como entenderá, señor Beneres, las tierras de Alencar son bastas y llenas de trabajadores. No es normal que me ausente sin dejar a cargo a alguien. Así que es normal que se generen problemas que requieran de mi presencia —lo dijo con una explicación simple pero concluyente. Y yo no podía evitar pensar que este hombre tenía muchas facetas.

La romántica, atrevida y determinada que solía usar cuando estábamos a solas.

Y está, la cordial y lejana que parecía usar con todos los que no eran familia y amigos.

Mire a Antonio que compartió una mirada con Macarena, su esposa llena de rulos en los cabellos.

—Es la casa grande, hermano. Parece que la ama de llaves del lugar ha renunciado —aclaré, lo cierto era que el telegrama no daba muchos detalles, pero dejaba claro que aquella mujer había renunciado y también se había llevado algunas cosas que no eran suyas en su equipaje.

¡Pero yo quería quedarme!

Habían pasado dos días de la boda y prácticamente nos recluimos en nuestra habitación, yo estaba en mi paraíso personal. ¡Literalmente viviría encerrada allí siempre y cuando mi acompañante fuera Alejandro!

Pero la vida se empeñaba en devolverme a la realidad.

—Nos iremos mañana por la mañana —hablo con suavidad Matilde, mi suegra y de la que yo apenas sabía el nombre por Alejandro.

Hasser, la hermanita de Alejandro sonrió con esperanza. Me sentí un poco mal porque ella estaba pasándola mal, debería saber que ya era un milagro que siguiera aquí después de la boda.

—¿Hay noticias de la feliz pareja? —pregunté en referencia a Mateo y Claudia, habían emprendido un viaje a Francia ayer y habían prometido escribir.

Verónica también había partido ayer, me pregunté muchas veces a dónde iría, pero cuando le pregunté ella beso mi mejilla y se metió en la diligencia. Me dolía mucho su situación, pero más me dolía la existencia de miserables que pudieran hacer lo que le hicieron a Vero. Solo deseaba que ella y su hijo encontraran un lugar seguro.

—No aún. No creo que escriban en un largo tiempo —hablo mi madre, Mariela. Mantenía una sonrisa en su boca y se podía decir que la boda le hacía más feliz a ella que a mí. ¿Cuándo imagino que en nuestra misma mesa tuviera un noble?

Por Un Arrebato © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora