Capítulo 6

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"Mis ideas fluyen con tanta rapidez que no tengo tiempo de expresarlas."

-Orgullo y prejuicio"

Capítulo 6

Llego a casa, dos o tres horas después de lo que acordé con Claudia, pero no me importa, estoy confundida y perturbada.

El odio de aquellos ojos verdes no me deja en todo el camino a mi habitación.

La sonrisa pícara y petulante de unos labios demasiado rojos, me persiguen sin control.

Y un cabello rojo, como la escarlata y obscuro, sigue estando en mi cabeza. No lo entiendo, no lo entiendo.

¿Cómo puede una mujer puede verse tan afectada por un hombre?

Con él, nunca fue así. Fue nuevo y curioso, y divertido y emocionante. A la par de doloroso e hiriente. Pero nada parecido a la explosión de mi estómago.

Me siento como una doncella siendo cortejada. Y no pasó nada de eso, yo lo sé.

Y entonces, ¿Por qué quiero ir a verlo?

Claudia, pasa la pesada cosa de metal por encima de la tela, aplanándola, nunca suelo recordar los nombres de aquellos aparatos. Y además ese aparatito, me quemó las manos una vez.

No volví a tocarlo.

—Ellos no notaron que no estabas aquí. Tienes suerte. Lo hemos hecho perfectamente, tu madre cuando visita a tu abuela siempre se demora más de lo previsto —Se ríe— Y el señor Miral, jamás sospecharía de ti. Esta ofuscado en su trabajo.

Se lo he contado todo, bueno no todo, la historia termina en cuando yo y Relámpago salimos del establo.

Volví y listo.

Aunque mi corazón desbocado sabe que no.

—No es mi abuela —es lo único que digo. Esa señora me ha demostrado desde que lo recuerdo lo mala persona que era. O que yo soy. Como sea, lo único claro aquí es que ella no me quiere como su familia. ¿Por qué yo debería quererla?

Y ella, fue la que recomendó el Internado en Milán. No es que haya sido lo peor del mundo estar en Milán, pero me sentí... sola.

Claudia bufa.

—Es verdad, esa bruja es peor que Satán y sus demonios juntos —y cómo si fuera el mejor de los chistes se retuerce de la risa.

Frunzo el ceño, y la miro. Está demasiado alegre, y no me ha mirado a los ojos en todo el día, trata de hacer conversación de todo lo que puede, y el cuarto sigue desarreglado cómo lo estaba en la mañana.

Y se ríe, Claudia es muy graciosa, pero reírse cómo lo está haciendo —casi gritando carcajadas— es algo muy distinto.

—¿Esta todo bien? —preguntó, con el ceño fruncido.

Para de reírse, y vuelve a centrarse en la plancha. Mientras su expresión de diversión pasa a tornarse una de miedo absoluto.

—¡Oh no, mie...! —me mira, y se muerde los labios, mientras el olor a quemado se esparce en la habitación.

Esta vez, soy yo la que empieza a reírse.

—¡Pero si es el vestido marrón! —vuelvo a reírme, y tengo que apoyarme en la cabecera de la cama —Dios, por eso eres mi mejor amiga.

Ella bufa y maldice entre dientes mientras trata de despegar lo que queda de lo que fue el vestido más horroroso del mundo.

—¡Me rindo! ¡¡Odio planchar!!

Por Un Arrebato © |COMPLETA|Where stories live. Discover now