Capítulo 30

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"Lo siento, cariño. Pero temo que me prefiero a mí con todas mis locuras y con todos mis defectos."

-Samy Jara

Capítulo 30

Jamás me he sentido tan falsa. Jamás.

Las cosas se han arremolinado en mi cabeza como recuerdos, y ahora apenas soy consciente que estoy bajando de una diligencia, justo en la corte de lores.

Alejandro toma mi mano, siempre mirándome fijamente, siempre analizándome.

—Leah, podemos volver otro día... —vuelve a susurrar.

Conecto con su mirada ónice, y niego con la cabeza. Tratando de sonreír.

—Entre más rápido hagamos esto, más pronto acabará.

David no ha venido con nosotros, el hombre que herí está siendo custodiado por él. Según mi esposo el delito que cometí puede ser ocultado y aunque no estoy muy segura... no. La verdad es que no se nada.

Al final, según las leyes, era mi siervo y me debía respeto. Pero yo también se lo debía, solo... es como estar en una nube que no me deja ver nada.

Así que lo ocultamos, llamamos a un médico que desinfectó y vendó la herida y ahora aquel hombre se recupera...

Pero no logró sentirme culpable, y tampoco en paz.

Bueno, culpable en el hecho de que lo apuñalé, no. No tengo remordimientos, pero el hecho de ocultarlo...

Siento que alguien toma mi mano y cuando levanto la vista Alejandro me sonríe y empieza a guiarme por el camino donde varias parejas entran. Trata de infundirme calma, y yo no é como debo sentirme.

¿Debería estar nerviosa?

Es mi primera debutación en la sociedad Londinense y es mi presentación como noble. Pero no puedo dejar de pensar que el hecho de que ese hombre viva es un peligro para cualquiera.

Es como...

Es como... si lamentara no matarlo.

La presión en mis labios me hace volver a la realidad. Y cuando los vuelvo a sentir me alejo un paso. Alejandro parece sorprendido.

—Eleanor...

—Puede que mil cosas estén sobre nosotros justo ahora, pero no por ello olvidaré lo que pasó en Alencar.

Suspira y cierra los ojos. Luego se toma de la nariz, pero asiente. Entramos al lugar.

—Marques de Alencar y su esposa. —me presenta.

El hombre con chaqué blanco abre los ojos, sorprendido.

—¿El lord Alejandro Miral y su esposa?

Alejandro y yo intercambiamos una mirada de confusión y asentimos.

—Sígame, señor.

Y nos dirige por el lateral de la entrada principal. El pasillo esta repleto de papel tapiz dorado y varias imágenes de desolación y guerra están impresas en retratos que cuelgan de la pared.

Esta toda iluminada por los enormes candelabros que cuelgan esporádicamente del techo. Y aunque es un pasillo corriente, estoy curiosa por la extrema elegancia que hay acá dentro.

Finalmente llegamos a una puerta doble, labrada con varias figuritas que se extienden hasta rozar el techo. El hombre golpea dos veces y la puerta cede.

Un hombre con peluca y gesto de seriedad nos mira y le dedica a Alejandro una reverencia exagerada. Yo reprimo una sonrisa.

—Adelante, mi lord.

Por Un Arrebato © |COMPLETA|Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ