Capítulo 52

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Natalia

Menudas vacaciones.

Para cerrar el último día en Canarias, habíamos alquilado una casa para disfrutar de un día de relax de piscinita todos juntos y sin que nadie nos pudiera molestar. Nuestras bocas cayeron al suelo cuando vimos aquella mansión propia de cualquier urbanización privada de lujo para nosotros solos, pues en las fotos ya nos parecía alucinante, pero es que en persona era otro nivel.

Estábamos encantados y la verdad es que nos lo estábamos pasando en grande. Eso sí, cada uno a su manera: África y Damion como una pareja en luna de miel encoñadísimos haciéndose fotos el uno al otro; Alfonso tomando el sol en una hamaca y María a su lado con una cerveza; Marta, Marilia y Noelia jugando dentro de la piscina huyendo de los juegos de Dave, Miki y Famous; Carlos intentando tirar a Alba al agua para que dejara de tomar el sol y Julia y yo observándolos unos metros más alejadas en el borde de la piscina.

Lo más normal, vaya.

Sonreí sin poder evitarlo cuando escuché los gritos de la rubia pidiendo ayuda cuando el catalán la cogió en brazos y se lanzó con ella a la piscina. Salió del agua con el pelo revuelto, quejándose por lo fría que estaba y refunfuñando otras mil cosas que ni siquiera entendí, pero aun así estaba guapísima.

Se podía decir que después de la noche de ayer volvíamos a estar bien, dentro de nuestra atípica normalidad obviamente, pero en nuestro idioma eso suponía un gran avance. Despertar entre los brazos de la otra hizo que ambas nos levantáramos de buen humor, extremadamente cariñosas y que lleváramos una sonrisa de idiotas en la cara de la que todos se habían dado cuenta y que seguramente habían malinterpretado. Sabían que compartíamos habitación, las dos habíamos aparecido con una tontería encima tremenda y no habíamos dado ninguna explicación al respecto, así que conociéndolos lo más seguro es que hubieran sumado dos más dos y sacaran sus propias conclusiones, erróneas por supuesto. Verles cuchichear de vez en cuando mientras nos miraban "disimuladamente" me lo confirmaba y la realidad era que no podían estar más equivocados porque no había pasado absolutamente nada entre nosotras.

Aunque tampoco me importaba porque volver a despertarme a su lado para mí era un regalo.

—Veo que volvemos a lo de siempre.

Mi amigo Miki me sacó de mis pensamientos apareciendo por detrás de mí y sentándose a mi lado. Seguía mojado todavía y aún le caían pequeñas gotas de agua de sus ricitos, los cuales ahora parecían mucho más adorables.

—¿Qué?

—Tú y tu mundo paralelo mirando embobada a Alba. —Volví a llevar mi mirada hacia la pequeña rubia que se había dejado el pelo despeinado, justo como a mí más me gustaba—. Wow, ni siquiera te esfuerzas en negarlo, la cosa es seria.

—La echo mucho de menos —confesé sincera. Él me sonrió triste y me acarició el muslo, dándome consuelo.

—Sigo sin entender por qué estáis en esta situación.

—Es complicado, Miki, ya lo sabes.

—No, no es complicado, lo complicáis vosotras. Si dos personas quieren estar juntas hacen todo por estarlo, no se empeñan en dar vueltas en círculo para alargar una situación que no os hace bien a ninguna.

—No tengo tan claro que ella quiera volver conmigo. Tú mismo lo has dicho, las cosas no son tan complicadas, tuvimos la oportunidad perfecta para volver y ella no quiso. Empiezo a pensar que fue una manera diplomática de decirme que lo nuestro ya fue, en pasado, y que no se va a volver a repetir.

—Está loca por ti, hasta un ciego se daría cuenta. Está pendiente de absolutamente todo lo que haces: de cómo respiras, de cómo te mueves... Eso lo hace alguien que está enamorada, Natalia.

¿Y ahora qué? || Albalia  [EN EDICIÓN]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt