Capítulo 35

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Alba


No hay mayor desprecio que no hacer aprecio.

Esa es a la conclusión que llegué después un tiempo de reflexión y descanso, y todo gracias a la gran sabia Rafi. Ella fue quién me animó a que hiciera las maletas y me fuera para Elche el mismo día que la llamé agobiada por la discusión que acababa de tener con Natalia, y sinceramente, es lo mejor que pude hacer. No solo por estar rodeada del amor de mi familia, que tanta falta me hacía, sino también por alejarme de Madrid y de Natalia, que es lo que más necesitaba.


<< Y eso es lo que me pasa mamá... Me cuesta vivir sin ella, pero al mismo tiempo hacerlo me hace daño. ¿Qué puedo hacer?

Cariño, hay veces que no está en nuestras manos poder solucionar las cosas. Tú has intentado todo por intentar llegar a la calma y no has podido lograrlo. Y no me refiero a vuestra relación sentimental, hablo de vuestra unión, esa conexión tan especial que la hacía única.

Es que yo solo la necesito a ella, con tal de tenerla a mi lado me da igual la forma que sea. La quiero a ella, nada más.

¿Y tú has pensado qué es lo que necesita ella, Alba?

Me pidió que le dejara en paz, mamá, que la olvidara. Justo lo que menos puedo hacer.

No todas las personas reaccionamos y afrontamos los problemas de la misma forma, igual es lo que necesita. de verdad. Siempre has dicho que Natalia es una persona que se encierra mucho en sí misma, tal vez es lo que esté haciendo ahora lo mismo y solo necesita tiempo. Estoy segura de que en el fondo sigue pensando igual que hace unos meses, el amor no se va de un día para otro, y más uno como el vuestro. Dáselo, hija, déjala que recapacite y valore las cosas. El tiempo todo lo cura.

¿Y si no lo cura? ¿Y si nada vuelve a ser como antes? Mamá... ¿y si la pierdo?

Pues tendrás que aprender a vivir con ello, no te queda otra. Lo único que no puedes hacer es dejar que te supere y hundirte, no pienso consentirlo. Cosas como estas son las que nos hacen fuertes. >>


Lo que me dijo me hizo abrir los ojos, de nada me servía seguir torturándome con algo que ya no estaba en mis manos solucionarlo. De modo que decidí empezar a aplicarlo, al fin y al cabo, las madres siempre tienen la razón.

Por otra parte, los conciertos iban celebrándose uno tras otro. Vigo, Barcelona, Bilbao... La gira avanzaba a la velocidad de la luz y yo seguía flipando con ver en cada ciudad los recintos absolutamente llenos y cayéndose a gritos con cada canción. Era impresionante.

Otra cosa que también iba progresando cada vez más era mi proyecto individual, el cual poco a poco iba cogiendo forma. Eso sí, con mucha paciencia y a pasitos pequeñitos, quería formar parte de todo y para ello debía de aprender demasiadas cosas antes. La verdad era que poder compaginar las dos cosas estaba siendo una experiencia única y todo gracias a haberme rodeado de personas que me ayudaban en todo y, además, respetaban mis tiempos, sin ponerme ninguna presión. Era lo que más agradecía.

A todo esto también había que incluir todas las propuestas que me iban llegando. De hecho, justo en este momento estaba debatiendo la que me hicieron hace unas semanas los Javis. Querían poner en marcha una marca de ropa y me habían pedido ayuda para el diseño del logotipo. Tenían las ideas muy claras: el nombre de la marca, algo simple y llamativo de forma minimalista, que captara la atención visual, pero sin cargarla demasiado. Les había mostrado los bocetos que había preparado y, sorprendentemente, les habían encantado.

¿Y ahora qué? || Albalia  [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now