Capítulo 28

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Natalia 


Primer despertar en nuestro pisito.

Mejor dicho, mi primer despertar, pues yo había sido la última en mudarme y las otras tres llevaban ya varios días conviviendo. Por eso mismo quería empezar con buen pie y para ello sólo tenía en mente una cosa: prepararle el desayuno a mi chica.

Siempre había pensado que no había mejor manera de comenzar el día que despertar con ella a mi lado, que su carita angelical fuera lo primero que viera al despertar, pero saber que a partir de ahora se iba a convertirse en una rutina, me hacía sentirme pletórica. A pesar de tener cada una su propio cuarto, ella y yo compartíamos cama, como era natural, así que estoy segura de que me acostumbraré a ello sin problema alguno.

Me levanté sigilosamente para evitar despertarla y me dirigí a la cocina. Al abrir la nevera fui consciente de que era necesaria una compra grande urgente, estos días habían estado subsistiendo con lo justo y necesario hasta instalarse por completo, la mayoría de las veces no comían allí porque tenían que estar en el estudio así que no le dieron importancia. Por suerte, podría apañármelas para hacer un desayuno decente. Justo en el momento en el que comenzaba a preparar la cafetera unos brazos rodearon mi cintura al mismo tiempo que apoyaba la cabeza en mi espalda. Esa estatura solo podía ser de una persona.

—No, Alba no —me quejé—, ¿qué haces levantada?

—Me he despertado y no estabas —contestó con la voz ronca aún—, he supuesto que te habías levantado así que yo también lo he hecho.

—Joder...

—¿Qué pasa? —Con sus brazos hizo que me girara para poder verme la cara.

—Quería llevarte el desayuno a la cama...

—¿Eres tonta? —me abrazó, dejando un beso en mi mejilla—. No pasa nada, bebé.

—Jo, es que me hacía ilusión —contesté poniendo pucheros, que ella misma se encargó de borrarlos a base de besos.

—Tenemos todo el tiempo del mundo.

—Ya, pero es que así no es nada especial, que es el primero Alba.

—Mientras no sea el último... Venga, que te ayudo.

Por mucho que insistiera en que no lo hiciera, una vez más se salió con la suya y acabamos haciendo el desayuno juntas, entreteniéndonos mutuamente cada dos segundos, picándonos y peleándome con ella por no hacerme caso, a lo que ponía solución callándome a besos para que la dejara en paz.

Metí el pan en la tostadora y me giré para mirarla, estaba semi apoyada en la encimera con el ceño fruncido mientras hablaba con alguien por el móvil. Cuando levantó la cabeza y se dio cuenta de que la estaba mirando dejó el teléfono enseguida y me sonrió, ofreciéndome su mano para que me acercara.

—¿Con quién hablabas? —pregunté colocándole bien el flequillo revuelto que llevaba.

—Con mi hermana.

—¿Y qué te cuenta mi cuñada?

—Boberías. Nada importante.

Como vi que no la conversación no pretendía avanzar mucho más, la abracé, ella me correspondiendo de inmediato colocando su cabeza en mi pecho, permitiéndome embriagarme del olor de su pelo.

—¿Tienes algo que hacer hoy? —levantó la cabeza ligeramente sin separarse de mí.

—No, pensaba ponerme un poco con la guitarra, quiero ponerme con el cuarto cuanto antes ¿por qué?

¿Y ahora qué? || Albalia  [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now