Capítulo 48

3K 123 15
                                    


Natalia


La noche no estaba yendo como yo me esperaba.

Más que una salida de amigos parecía la de dos grupos que se habían encontrado por casualidad y habían acabado juntándose porque, por más que Alba intentara que la fusión diera resultado, no había manera de lograrlo. Las conversaciones eran paralelas: o nosotras o ellos, no había otra alternativa y la pobre rubia estaba en el medio estirándose de los pelos por no encontrar ninguna solución.

Había intentado ayudarla, evitar esta situación tan incómoda que se veía más acentuada en su caso, pero ver a sus dos amigos ignorarme cada vez que yo hablaba había hecho desaparecer por completo todas mis ganas de integrarme.

Podía ser buena, pero no gilipollas.

En el caso de Elena no me influía porque se veía a simple vista que el rechazo era mutuo, toda su atención recaía en la rubia y cuando ésta charlaba con nosotras prefería partirse el culo con su amigo. Con el chico sin embargo era diferente, pues éste no parecía tener ningún inconveniente en participar o divertirse con las ingeniosas intervenciones de mi amiga, pero a mí ni me registraba. Era lo más curioso de todo porque el problema lo tenían principalmente lo tenían conmigo.

Para colmo estábamos en un reservado donde había dos sofás, uno al lado del otro, pero separados y como era de esperar Ici y yo estábamos en uno y Alba, Elena y Joan en el otro, por ese orden. Ver como Elena apoyaba la mano en su muslo desnudo cada vez que podía me estaba poniendo demasiado histérica.

Ici notaba mi malestar e intentaba distraerme para que no estuviera pendiente y en cuanto las notas de Soltera empezaron a sonar agarró mi mano y corrió a la pista para que bailáramos. Solíamos darlo todo cuando de moverse se trataba, pero esta vez con una sola mirada me bastó para saber perfectamente qué pretendía.

El perreo hasta abajo y el zorreo hasta arriba.

Cuando el dolor en las piernas empezó a ser notorio ante tanta flexión por nuestra fricción, Ici, sin despegar sus manos de mis caderas, nos incorporó y me dio la vuelta, mezclando nuestras piernas y pegando nuestras pelvis para dar comienzo al balanceo de caderas. Aprovechando nuestra cercanía por estar frente a frente, llevó su cabeza a mi cuello para poder acercarse a mi oído y hablar por encima de la música sin dificultad.

—La presa ha mordido el anzuelo. No sabes lo muchísimo que me está envidiando ahora mismo.

—Pues sufra un poquito más ¿no? —sugerí acentuando más el roce. Cualquier persona que no nos conociera malinterpretaría por completo nuestra relación.

—La Coyote ya no sabe qué hacer para que le haga casito.

La espléndida e ingeniosa de mi amiga me iba dando el informe de la situación que tenía tras mi espalda. Saber que tenía toda la atención de la rubia en estos momentos me hizo recrearme más en mis movimientos, lo estaba disfrutando enormemente.

El dj cambió de canción y nosotras regresamos con el resto. Notaba su mirada fija en mí y quise alargar más el protagonismo haciéndome la desinteresada. Cuando ya no pude evitar más la tentación le correspondí encontrándome con sus brillantes ojos pidiendo a gritos la colisión, que una vez se produjo no hubo manera de romperla, por mucho que la pesadita que estaba a su izquierda se empeñara en hacerlo.

—Alba, vamos a por otra ronda de bebidas.

—No, espera, que a Alba la pueden reconocer, voy yo —se ofreció Ici.

—Pero a ti te queda todavía.

Mi amiga agarró su vaso y se bebió de un trago lo poco que le quedaba, dejando a los presentes anonadados. Exceptuándome a mí que veía claramente cuál era su intención y al verla guiñarme un ojo disimuladamente, lo confirmé.

¿Y ahora qué? || Albalia  [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now