Capítulo 9

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Natalia 


En línea.

Su conexión en whatsapp y sus pocas publicaciones en Instagram eran las únicas noticias que tenía de Alba desde la última vez que la vi. Según pude enterarme por Marta, llegó con ella sobre las cinco de la mañana al hotel de la fiesta con un buen pedo encima, pero sin Raoul. Al día siguiente, como mi tren salía mucho antes que el suyo, ni siquiera pude despedirme, aunque si soy sincera tampoco hubiera sabido cómo hacerlo.

Me moría de ganas por hablarle, mi necesidad por tener noticias suyas era superior a todo,  quería saber cómo estaba ella y cómo estaba conmigo. Sin embargo, era tan ridícula que no sabía cómo poder empezar la conversación. Un simple hola me aterraba, sacarle cualquier excusa que se ocurriera me resultaba super inmaduro... Y así estaba, comiéndome la cabeza sobre cómo hablar con la chica que me gusta. Mi única gran idea había sido subir una historia a mi perfil tratando de llamar su atención, las típicas indirectas de una adolescente que va todavía al instituto.

Esta tarde había quedado con Ici, quien había llegado de Londres esta misma mañana, y nos habíamos quedado en su casa para evitar lugares públicos y poder hablar tranquilas, ya que teníamos demasiadas cosas de las que ponernos al día. Llevaba meses sin verla y no me podía creer que la tuviera a mi lado de nuevo, aunque fuera solo unos días porque después se volvería a la ciudad inglesa, la había echado muchísimo de menos. Podía pasarme vidas enteras charlando de la más mínima tontería que se nos ocurriese y me alegraba el poder descubrir que a pesar de la distancia, nuestra relación seguía igual.

Por esa misma razón, sabía que me conocía mejor que nadie y aunque había tratado de disimular lo que me atormentaba con tal de no hablar del tema, tenía claro que ella lo había notado. Principalmente porque a veces me quedaba embobada mirando si Alba había visto finalmente la historia y me tenía que repetir lo que me estaba diciendo.

—¿Vas a dejar de mirar el móvil de una vez o qué Natalia? —preguntó cansada—. Tantas ganas de verme y no me estás ni escuchando, cabrona —se quejó. 

—Sí que te estoy escuchando jo, ha sido un momento, lo siento... —hice puchero.

—¿Entonces qué piensas?

—Pues que es un gilipollas.

—¿Quién?

—Ez.

—Natalia, hace media hora que te he dejado de hablar del gilipollas de Ezequiel, ahora te estoy hablando de que estos han dicho de planear un viaje de un par de días antes de que me vaya, que si te apuntas o estás muy liada.

—Ah coño —hablé. La verdad es que no había escuchado nada—. ¿Cuándo sería?

—Antes del 8, que el 9 me voy.

—Pues guay, se puede mirar. Yo el 9 también me voy, que tengo que ir a lo de Eurovisión —volví a revisar el teléfono, pero seguía sin ver su nombre.

—Por más que mires el teléfono no se van a hacer milagros, que lo vas a desgastar... —resoplé, tenía razón—. Al menos dime de quién estás esperando tanto un mensaje, ¿no? Que aquí llevo yo una hora hablando sola y tú no has despegado ni una cuando tienes más cosas que contar...

—No espero ningún mensaje porque ni siquiera me habla...

—¿Has discutido con Mikel otra vez? —negué—. ¿Entonces qué pasa?

—¿Me prometes que no me vas a juzgar? —pregunté temerosa. 

—Nat, cariño, yo jamás en mi vida haría eso, lo sabes perfectamente —dijo mientras me acariciaba el brazo—. Cuéntame, venga.

¿Y ahora qué? || Albalia  [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now