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"Él, muy pequeño, con sueños en mano. Esperaba un trato más humano. Cada minuto, en el reloj marcado. Era un bocado a su infancia."








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Al día siguiente, la preocupación se dibujaba en las facciones de Taehyung mientras caminaba por los corredores de la escuela, con la mente en un torbellino y el corazón pesado. La conversación con la madre de Jungkook resonaba como un eco incesante en sus oídos. La seriedad en su voz, la súplica en sus ojos. Todo le indicaba que la situación era más grave de lo que dejaba entrever. Le había pedido, casi suplicado, que se marchara sin hacer preguntas, sin indagar más sobre los detalles turbadores de la noche anterior. "Será mejor así", le había dicho con un tono que no admitía réplica. Afirmaba que Jungkook estaría bien, que no era nada nuevo. Lo conocía demasiado bien. Si bien Jungkook era fuerte y autónomo, también había en él una fragilidad oculta que pocos conocían.

Taehyung recordaba las veces que Jungkook había aparecido en la escuela con una sonrisa forzada, ocultando historias no contadas detrás de sus ojos. Cada "todo bien" o "no es nada" ahora se revestía de un significado ominoso. La petición de mantenerlo en secreto era un peso adicional que Taehyung sentía injusto. ¿Cómo podía dar la espalda a su amigo? Pero al mismo tiempo, entendía que estaba en medio de un asunto delicado, uno que involucraba la privacidad y las complejidades de una familia que claramente luchaba con sus propios demonios.

Por el momento, no abandonaría a su amigo. Estaría allí, listo y dispuesto, para cuando Jungkook decidiera abrir la puerta a esa parte de su vida que había mantenido tan celosamente cerrada. La determinación había tomado asiento en su alma, y aunque no sabía qué vendría después, Taehyung era firme en una cosa: estaría al lado de su amigo, pasara lo que pasara, incluso si tenía que esperar en silencio hasta que Jungkook estuviera listo para dejarlo entrar.

Taehyung pestañeó varias veces, sacudiéndose la neblina de sus cavilaciones internas por el llanto alegre de Jimin, que se acompañaba, como siempre, de la energía imparable de Hoseok. Ellos estaban parados frente a él, impregnados de una expectación que colgaba palpablemente en el aire, una pregunta no formulada que latía entre sus sonrisas cómplices.

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