Capítulo 21: El centro comercial

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Estoy sentado en el sofá con el florero en la mesa del salón, mirando pasmado las flores, se me ha levantado dolor de cabeza, necesito algo para que se me pase, me dirijo a mi cuarto, cuando entro, veo que ¡No hay armario!, me olvidé que lo había destrozado días antes,...   En la esquina inferior derecha del colchón, estaban los medicamentos, rebusqué entre ellos la caja de aspirinas,  logrando encontrarla. 

Salí de mi cuarto, fui a la cocina, y me llené un vaso de agua, tomando agua del grifo, con el recipiente lleno, volví al salón con cuidado de que no se derramase, me senté en el sofa, sin dejar de mirar las flores, tomo una aspirina con la mano derecha, abrí los labios, introduje la pastilla en mi boca, y me ayudé con el agua para tragarla. Tomo otra aspirin de la caja, y digo:

- Seguro que a vosotras os duelen las hojas - . Tirando la aspirina dentro del florero.

Decidí comer algo, preparándome arroz con guisantes y champiñones. Este plato se compone de los ingredientes que dice su título, echados en agua, con una cucharada de aceite de oliva, y una pizca de sal, llevándolo todo a ebullición durante unos minutos, para que el arroz quede en su punto. 

No tardé mucho en cocinar y comer, me puse a lavar el plato y lo demás que ensucié, para posteriormente ducharme poniéndome otra ropa, para dejar de parecer relacionado de algún modo con la policía, decidí también tomar la carpeta del medio corazón rojo, la llevé a la mesa del salón, saqué un folio y el bolígrafo, y empecé a escribir lo siguiente.

El Baile:

Desee comenzar el baile,

donde la música daba igual,

tu quisiste acercarte,

yo no pude aguantar,

es muy estresante,

el saber que te amo más,

tanto para frenarme,

por el miedo de que pasará.

Tomé la hoja, la guardé en la carpeta y la llevé a mi dormitorio.

Decidí ir al mismo centro comercial, que días antes pensé en visitar, pero primero me presentaría en el  taller mecánico para retirar el coche, y de paso pagar la reparación. ¡No me gusta tener deudas, es algo que me pone muy nervioso!,... 

Abrí la puerta, miré a las flores con perplejidad, y salí a la calle cerrando la puerta. Ya había descansado de la actividad tan frenética que tuve por la mañana, y valoraba el ser dueño de mis piernas, para poder ir donde yo quisiera.

Al llegar al taller, saludé al mecánico y me disculpé por no haber retirado mi coche antes, el me dice que no me preocupe.  Me muestra que el cristal lo había cambiado, también me había sustituido unos manguitos que se habían roto, y cambiado el depósito del agua que se había congelado, porque sólo eche agua, y no anticongelante,...

Me cobró 200 € , diciéndome que debería haberme llevado más, pero que por ser yo, me había hecho un descuento. Le pregunté si podía pagarlo con la tarjeta, él me respondió, ¡claro!, que se la diera, así la saqué de la cartera, se la entrego, él la introduce en la máquina, y yo marco la contraseña numérica en los botones, para por último firmar.

Tomé el resguardo y lo metí en la cartera.

Me dio las llaves, y conduje  hasta el centro comercial,  una vez allí, no encontraba la lista que juraría que había hecho con todo lo que necesitaba.

Cerré los ojos para hacerme una imagen mental de la habitación antes de haberla destrozado.

Hablé con el encargado, un señor que lleva gafas, con ojos marrones oscuros, pelo gris, y un pendiente en la oreja izquierda, que podría tener unos 60 años, aproximadamente,... Que sólo sabía toser, y toser,... Antes de poderle preguntar sobre como podía encontrar todo lo que necesitaba, me dijo,:

LOCAMENTE PERDIDO. (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora