Capítulo 15: Espías.

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Tras haber escrito, me quedé más relajado, pude prestar por fin atención al televisor comer algo, y ver mi programa favorito los cacahuetes que saltan, serie ambientada en los años 80, donde un grupo de 5  cacahuetes (Machin, Ruja, Ruto, Serlo y Cachi), han podido escapar del saco donde se encontraban, que estaba destinado a alimentar a un grupo de grandes paquidermos del zoológico de la ciudad de Totam. Salir al mundo exterior, abandonando la comunidad del saco, les hará enfrentarse a lo peligros que existen, para no terminar comidos por personas, animales, o formar parte de algún producto hecho con maní.

Poco duró mi tranquilidad, una vez que terminó el programa, volví a rememorar en mi mente cuando Ana se dio la vuelta en la puerta de mi casa, y sus ojos regalaron a las papilas gustativas de los míos, el sabor de su ternura.

Quise transformar esa mágica escena en otras que no me hicieran sentir tan vulnerable, por la tremenda guerra que existía dentro de mi. Las facciones de lo racional y de lo irracional, peleaban, y aunque lo racional nunca me permitiría pedir una cita a esa chica, lo irracional usaba gases alucinógenos para tenerme tirado en el sofá babeando por ella.

Sólo me quedaba intentar combatir eso, transformando lo mágico que había ocurrido en otra cosa,... Tal que al venirme a la mente el momento en que la conocí frente a mi puerta, la vestí con un uniforme de policía, y gafas de sol,  la otorgué también un mostacho rosa prominente que la tapaba el labio superior,  ella sacó de su bolsillo un papel, que era una multa por valor de 2000 € , y me explicó con voz de camionero de garganta inflamada, que se debía a denegación de auxilio hacia una salamandra embarazada, que había tenido un accidente, con una rama de castaño, y en ese momento sufría contracciones. Ella en su denuncia expuso, que me pidió que la llevara al salamantorium (el paritorio de las salamandras), y que yo la ignore.  Alegué en mi defensa que no sabia el idioma salamanquense, pero me dijo que el "desconocimiento de un idioma, no exime de su entendimiento", por lo que tenía que pagar, mas al carecer del dinero en ese momento, me molió a palos con su porra reglamentaria, y terminé esposado a un triciclo que había aparcado al lado de mi puerta, donde se montó un mono con piel de tigre y me llevó arrastrando calle abajo, hasta que terminé sobre una alcantarilla, mordido por una rata con sarna, que salió de allí.

Me dí cuenta de que esta transmutación de recuerdos no estaba funcionando, cuando me encontré hablando con mi smartphone  con la comisaría de policía, preguntando por la agente Ana Mostacho, y exigiendo que ella fuese la que me cobrase los 2000 € de multa, por ignorar a la salamandra parturienta. No me contestó muy bien el policía que me atendió al teléfono,... Me dice que estoy demente por andar contando esas cosas sin sentido, que hay pocos osados en llamar a una comisaría para hacer bromas telefónicas, pero que me recuerda que todas las llamadas quedan grabadas y los números recogidos, así que me tienen  localizado, empezó a decirme todos mis datos personales, donde vivo, a que me dedico, que dentro de unos días me visitaría una psicóloga, que en la escuela me llamaban despectivamente "chino" (siempre tuve los ojos algo rasgados), la información sobre mi brotaba por boca de ese oficial como agua de presas de muros quebrados, me desconcertó hasta el punto de quedar petrificado, cuando me dijo que yo tenía una carpeta con medio corazón rojo pintado. Me preguntó si quería más pruebas de todo lo que sabía sobre mí, le respondí que no, que me había quedado claro,... Le presenté mis más sentidas disculpas,y le aseguré que nunca más lo iba a volver a hacer, entonces  el policía colgó. 

Voy a mi cuarto, me echo encima de la cama, me coloco en posición fetal, preguntándome a mi mismo, ¿cómo la policía sabía tanto sobre mi?, ¿posee tanta conocimiento de las demás personas?.

Lo de la carpeta fue lo que más me había tocado,... Quería entender como podían saberlo,... Pensé primero en que me estaban espiando desde algún coche en la calle. Decidí levantarme de un salto de la cama, tomar una linterna y salir de mi casa,  comprobando al hacerlo que estaba desierta, hasta que con mi foco de luz, que dirigía a todos los sitios y los gritos que daba, increpando a los espías para que saliesen, de donde estaban escondidos,... Saqué a todos los vecinos de sus hogares, que me confirmaron un tanto enfadados, que no había nadie por allí interesado en espiarme,...  Sólo pude volver a mi cama, y adoptar la misma posición que tome antes de levantarme, hasta que se me ocurrió, que quizá tienen algún dispositivo espía en mi habitación, volví a incorporarme de un salto, busqué la caja de herramientas, en mi trastero de 2 metros cuadrados,  regresé al dormitorio, y me puse a desarmar el reloj despertador, mi agenda electrónica, y cualquier objeto que que se pudiese desatornillar, tras terminar con esto, tomando una pequeña hacha, rompí el escritorio, la silla, la cama,... Rajé el colchón, las almohadas, todo lo desmenucé trozo a trozo, buscando micrófonos y cámaras. Me llevé 3 horas con esa tarea, para sólo encontrar la conclusión de que lo había destrozado todo, y mi habitación esta hecha una pocilga debido a esto.

Con mi cuarto como si un tornado y una sierra mecánica, hubieran tenido una "noche loca",... Me eché en el colchón, y cerré los ojos para dormir. ¡Ya limpiaré mañana!,...




LOCAMENTE PERDIDO. (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora