Capítulo 17; Perdón, Te amo.

189 5 0
                                    

~ Vuelve by; Beret

Pov Michael

- ¿Te duele? -preguntó mi hermana detrás de la encimera de su cocina. Al salir del apartamento de Camila no fui capaz de ir al mío, no fui capaz de irme a rodear de los recuerdos de Anna. Sentía mi corazón a punto de estallar, estaba tan, pero tan descolocado que solo se me ocurrió conducir dos horas y media hasta la casa de mi hermana, tenía mucho sin verla, necesitaba la compañía de la persona que más me amaba.- ¿Te duele saber que Anna de cierta manera mística aún sigue aquí contigo?

- Claro que duele, duele como el demonio. -casi grité apoyando mis codos sobre la encimera y dejando caer la cabeza en mis manos.- El saber que Camila me lo ocultaba no me hace las cosas más fáciles.

- Michael, ella se enteró hace poco según me dijiste. Ella no te debe nada, ella es una víctima del destino, ella fue a quien el universo decidió alinear con Anna para que fuera su receptora.

Mi hermana era una persona muy espiritual, todo lo relacionaba con el plan que el destino tenía para cada uno de nosotros. Siempre creía que había una fuerza mucho mayor que nos destinaba a tener hasta la última de las pecas en nuestros cuerpos. A veces me burlaba, yo creía que nosotros creabamos nuestro propio destino, para mi no había ninguna fuerza que me destinaba a nada, yo no tenía que caminar por un camino que no quisiera, yo era dueño de mi vida, yo creaba mi destino.

- Venga ya Maggie, no me vengas en este momento con tus mantras. No estoy de humor.-le lancé poniendome en pie.- Mejor me voy.

-Quédate a cenar.- Dijo volviéndose al lavadero para seguir pelando unas papas. Vi que suspiro fuerte, eso era señal de que la había molestado. Maggie era un ser humano hermoso, lleno de amor y comprensión. Era muy difícil para los que vivíamos a su alrededor hacerle sentir mal porque simplemente ella con su sola presencia hacía todo mejor. Pero cuando se enojaba hacía eso, lanzaba un fuerte suspiro, según ella sacaba así sus malas energías.- Te diré algo Michael, la vida no siempre da segundas oportunidades. Anna tuvo su segunda oportunidad, porque la merecía, ella había cumplido su papel aquí perfectamente. Ella vino hacerte feliz, amarte como nadie en este miserable mundo te amaría, a llenarte de alegría cada segundo que pasaba a tu lado. Anna tiene su segunda oportunidad de seguir amandote a través de Camila Sánchez.- Ella me estaba señalando con su cuchillo como hacía mamá cuando estaba preparando la cena y nosotros la molestabamos. A este punto ya estaba llorando. Sí, no sabía que hacer, no sabía donde estaba parado desde que ella murió, Maggie no me hacía las cosas más fáciles y quería que todo el mundo dejara de girar. Me quería bajar.- Te amo Mich, pero ver en lo que te has convertido después de todo lo que paso me destroza, y me destroza más saber que no estas avanzando.

-¿Qué se supone que debo hacer?- Mi hermana me miró con esa mirada de ternura que tanto amaba y me hacía doblegar cada que ella quería algo. Soltó el cuchillo y con su delantal con estampado de granos de café vino hasta mi y me abrazó.

-Eres un genio de la medicina, Michael, pero nunca has sabido como poner en orden tu vida. Eso es lo que más extrañas de ella, el orden que le daba a todo. - La abracé fuerte, ella fue mi mayor cómplice en la relación con Anna.

Mi sobrino Mattew entró corriendo a la cocina lo que hizo que mi hermana rompiera el abrazo y yo rápidamente me limpiara el rastro de lágrimas. Se enganchó a las piernas de su mamá riendo como el pequeño diablillo que era.

-¡MAMÁ! Luna me esta rompiendo el fuerte.- Luna era la hermana gemela de Mattew. Tenían 7 años, y eran dos joyitas por demás. Luna era una chiquilla traviesa, si la dejan quema toda la ciudad, tiene esos ojos grandes y grises de mi hermana, piel acaramelada y un cabello rizado negro precioso. Mattew tiene el cabello igual y los ojos a Luna, pero su piel no es tan caramelo como la de ella, se parecían a su papá, Lucas, un Dominicano médico, es la mejor persona que pudo encontrar mi hermana para ser su pareja y el padre de sus hermosos hijos.

- Luna, baja aquí inmediatamente muchachita.- gritó mi hermana. Solo pude sonreír junto con mi sobrino, él es un travieso y sabía que iban a regañar a su hermana y eso le encantaba. Bajé de mi silla y cargué al niño para subirlo a la isla de la cocina.

- ¿Cómo estas campeón?- le pregunté revolviendo su cabello.

- Volviendome loca. Entre él y la señorita acá,- señaló a Luna que acababa de entrar- no me dan tregua. En serio , ustedes dos no se pueden comportar un solo día.

- Veamos chiquillos, mami ahora esta sola porque papá esta en el trabajo, ¿Por qué le hacen la vida tan complicada y no la ayudan? Mattew, tu eres el hombre de la casa si papá no esta, debes ayudar a mamá.

Los dos empezaron a gritar sus excusas, uno decía que lo molestaba el otro y así sucesivamente. Tenían la energía para hacer caer a una ciudad, de verdad esos dos juntos daban miedo.

- No, no, así no. Yo no soy su mamá y a mi no me van a volver loco. Veamos si se comportan, no tienen dos años ya.

- ¡Esta bien tío Mich!-dijeron los dos al mismo tiempo.-

- Luna, sube allá arriba y arregla lo que rompiste, no puedes destruir las cosas de tu hermano.

- Él arruinó mi pintura para la clase de arte de mañana.- miré a Mattew y él pequeño diablillo solo se rio.-

- Ustedes dos son terribles. -Miré a mi hermana y ella solo se encogió de hombros. Amaba a sus hijos pero sabía que la volvían loca, son muy traviesos y cuando no estaban en la escuela debía prestarle atención o la armaban. Por eso ella trabajaba como diseñadora de paginas web desde casa, su esposo era médico igual que yo y trabajaba en mi clínica y otras dos clínicas más. Ellos llevaban una vida de lujos, por así decirlo, por lo tanto necesitaban con que costearlo.

Luego de cenar un rico puré de papas con salmón ahumado y queso, ayudé a mi hermana a limpiar la cocina, llevamos a los niños a dormir recogimos los regueros que ellos habían dejado tirados por ahí y nos despedimos. Me abrazó fuerte y susurro al oído que ella me amaba. No le respondí, o tal vez si lo hice porque la abracé más fuerte.

Al salir de su casa me subí en mi coche, me tomo varias respiraciones encender el auto y luego la radio, las calles estaba despejadas por lo que pude llegar más rápido a mí apartamento.

Cuando pude llegar a la puerta ese olor a canela y manzana que tanto conocía me golpeó, miré a mi alrededor y la vi. Estaba sentada en una esquina con la cabeza entre las rodillas y su respiración se veía muy pausada, estaba dormida. Me acerqué lentamente, y toqué su brazo.

- Camila, Camila.- Ella se incorporó rápidamente. La vi de arriba abajo, tenía su pijama médica aún, había estado llorando porque traía los ojos muy hinchados, su nariz estaba roja y su cabello rojizo estaba amarrado en una cola.

- Perdona, por haber venido así. Me costó mucho saber donde vivías.- se disculpó.-

- ¿Qué pasó?- le pregunté, fue lo único que pude decir.

- Te amo. -Sus palabras me hicieron retroceder.- Por favor dejame explicarte esto. No me puedo ir sintiéndome como la peor persona del mundo, no puedo decirle a ella que vuelva para que te sientas mejor, pero por favor no me eches de tu vida, no me alejes como todos lo han hecho.

Me quedé viéndola fijamente, sus ojos me suplicaban, no me sentía con ganas de hablar con nadie, pero a ella no la podía dejar ahí como si nada. Abrí la puerta del apartamento y me aparte. - Pasa. -le dije, ella soltó el aire que estaba conteniendo.

- Gracias.

- No me las des aún.

Amor & Medicina ©   [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora