El devorador de venenos

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Meiyou Xin...

Bai Feng repitió ese nombre en su cabeza.

Miró al hombre de la cicatriz con una mirada complicada, sin saber lo que la otra parte estaba pensando. Ella no conocía a esta persona, solo sabía que era un sujeto extraño capaz de comer su veneno como si de azúcar se tratara, fuera de su nombre, prácticamente no sabía nada más.

Pero viendo la mirada tranquila de Meiyou Xin, su corazón supo que había algo de familiaridad en él, algo que hacía mucho tiempo había olvidado.

"¿Qué haces aquí? ¿Tienes algún objetivo?" Le preguntó Bai Feng al hombre de túnica negra.

"Solo quiero comer" Respondió Meiyou Xin.

"... Comer? ¿A que te refieres?" Una vez más, Bai Feng no pudo seguir su flujo de pensamientos.

Meiyou Xin lo pensó un momento, luego apuntó a una aguja que aún estaba clavada en su piel, "Esto es delicioso"

"..." De alguna manera pudo sentir su orgullo como alquimista romperse en un montón de pedazos.

Sin saber por qué el joven de túnica roja lo miraba con amargura, Meiyou Xin ladeó la cabeza con desconcierto.

Una vena aparecio en la frente de Bai Feng, ya no quisó perder el tiempo con un bicho raro como este, se dió la vuelta y comenzó a avanzar.

Sin embargo, un par de pasos después, se dió cuenta de que un cierto hombre la estaba siguiendo.

Meiyou Xin, quien no había cambiado su cara inexpresiva y su porte elegante, la persiguió sin decir palabra. Cuando Bai Feng se daba la vuelta, este se detenía y fingía ser un corderito desorientado, pero cuando Bai Feng continuaba caminando, rápidamente se apresuraba a seguir detrás de ella.

La boca de Bai Feng se crispó cuando su paciencia estaba por tocar fondo, se dió la vuelta y preguntó con frialdad, "¿Qué quieres?"

Meiyou Xin se detuvo y la observó con indiferencia, "¿Tienes más veneno?"

"¿Huh?" Las cejas de Bai Feng saltaron hacia arriba cuando escuchó esa pregunta, parpadeó y observó al hombre con desconcierto.

Meiyou Xin pareció darse cuenta de algo y agachó un poco la cabeza, sus pálidas mejillas se sonrojaron, "Q-quiero decir, me das un poco de veneno?"

"¿Te lo comerás?"

El hombre asintió rápidamente, "¡Si, tú veneno es delicioso!"

"..."

'suspiro'

Bai Feng se masajeó la sienes con la mano, miró el rostro poco confiable de Meiyou Xin y no supo que más decir. Estaba claro que no podría sacudirse al hombre a menos que cumpliera su petición, así que al final tuvo que apretar los dientes y vaciar casi toda su ración de fármacos venenosos.

Los ojos de Meiyou Xin se iluminaron como un par de estrellas, extendió las manos y cogió apresuradamente la bolsa de cuero llena de medicamentos. Su mirada era como la de un hombre enamorado mirando a su mujer amada, tan dulce y tierno que incluso era un tanto aterrador.

Por primera vez en mucho tiempo, la piel de gallina apareció en el cuerpo de Bai Feng, haciendo que se estremeciera involuntariamente.

Estaba decidida a no volver a tener contacto con este hombre en el futuro, de lo contrario seguiría creyendo que sus tres formas de ver al mundo de retorcerían hasta más allá de la salvación.

Pero lo que Bai Feng desconocía, era que en un futuro no muy lejano, el nombre de Meiyou Xin, el devorador de venenos, estaría grabado en su memoria durante un largo tiempo.

Ignorando la expresión intoxicada de Meiyou Xin, Bai Feng pateó el suelo y desapareció al instante.

No muy lejos, el éxtasis en la cara de Meiyou Xin fue desapareciendo muy lentamente hasta volver a su semblante inexpresivo usual. Su par de ojos violetas observaron atentamente el camino por el que Bai Feng había desaparecido, por un momento un matiz de determinación cruzó su mirada.

... Si en un futuro se quedaba sin venenos que comer, definitivamente buscaría a esta persona.

Dos segundos después se dió cuenta de algo importante.

... Él no le había preguntado su nombre.

......

A la mañana siguiente, los fuertes vientos del desierto levantaban montañas y más montañas de arena, enviando poderosas ráfagas capaces de partir a una persona en dos.

En el medio del intenso forraje, una figura roja se movía a gran velocidad, atravesando las capas de arena.

Las mangas del joven se balanceaban con elegancia, al igual que su largo cabello negro como la tinta. Su cuerpo delgado y gracioso como una hermosa amapola era liviano y ligero, a simple vista se veía bastante frágil, sin embargo, ese mismo cuerpo delicado en realidad era tan fuerte como par correr en las turbulentas llanuras del desierto negro.

Bai Feng había pasado la noche corriendo a lo largo de todo el camino, en el trayecto se encontró con algunos inconvenientes, pero no eran algo que no pudiera manejar. Durante su viaje, Bai Feng se dió cuenta de una cosa, ahora que había alcanzado el escenario del Santo Luminoso, no muchos podían considerarse sus rivales, ya que en la mayoría de las veces era ella la que usaba un movimiento de las manos para obtener la victoria.

Antes estuvo muy confiada de sus habilidades, pero después de haber conocido al gran Senior Jin y al hombre de la cicatriz, se dió cuenta de lo estúpidos que eran sus pensamientos. En este mundo, en donde solo los fuertes gobiernan, siempre existe una montaña más alta que otra y el cielo no es el único límite.

Bai Feng estaba clara sobre esto, aunque no lo recordaba sabía que antes solía ser una diosa poderosa. Sin embargo, en este momento, el Reino Divino aún estaba fuera de su alcance, primero tenía que hacerse fuerte para poder enfrentar las adversidades que se presentarían en su camino.

Fue por eso que se recordó a sí misma:

Si el mundo entero está contra tí, haste tan fuerte como para que nadie detenga tus pasos.

Señorita Prodigiosa: La Leyenda Del Doctor DivinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora