46 💜 Encontrando su color.

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Deseo egoísta

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Matsuyo estaba que echaba humo por las orejas, su hija, quiero decir... su yerna, había cometido su primer acto de rebeldía desde que la conoció. Y vaya que lo había hecho grande, escabulléndose por el tejado para ir con esa Matsubara a quien-sabe-dónde a hacer quién-sabe-qué más importante que tener un día de madre y yerna. Días que no se cansará de tener por muchos que fueran.

Su pequeña y preciosa niña ya había entrado en esa etapa, la tediosa etapa de la rebeldía, y los años de experiencia que sus hijos le habían dado —y que lamentablemente le seguían dando—, no servían de mucho. Ellos eran débiles ante la presión, una sola mirada y le contaban todo con tal de salvarse de un cruel castigo de parte de ella y, en caso de que no se lo contaran a pesar de eso, eran lo suficientemente obvios como para deducirlo. Pero las chicas no eran tan fáciles de convencer, le daban pelea, le costaba sacarles algo de las pocas y casi ninguna vez que las regañaba.

Su rabieta silenciosa habría seguido por horas y horas de no ser por cierto intruso en la habitación que la había llamado.

—¿¡Qué!? —gritó girando su cuerpo bruscamente en dirección al pobre chico de verde, quien tuvo un pequeño ataque cardíaco por la hostilidad de su madre y su similitud con el exorcista.

—Q-quería pedirte un... favor —tartamudeó apretando los papeles entre sus manos.

Matsuyo relajó la mirada al ver los nervios de su tercer hijo, traía consigo un puñado de hojas de oficio repletas de marcas en destacador rojo.

—¿Qué sería, Choromatsu? —preguntó juntando sus manos, posición que no tranquilizó al menor.

Intentó sonar lo más dulce posible para su —ahora— segundo hijo con más futuro, a juzgar por los papeles que traía le había ido bien en la entrevista, seguro ya tenía un buen puesto, estable, y haría mucho dinero... quiero decir, amigos, ¡si, amigos! Estaba ansiosa por ayudarlo con lo que fuera.

—Eres la persona que sé que más conoce sobre este tema —por no decir la única—, Y quería que me ayudaras... por favor —dijo intentando llegar al corazón de su madre, no tenía las agallas suficientes todavía para preguntarle personalmente a Totoko, si estuviese por la ciudad claro.

Ver el brillo en la mirada de su madre fue suficiente. Esperemos que no se entere, pensó caminando a su "improvisado" lugar de trabajo.

—*★*—

Caminaba con desinterés por la acera, sin rumbo alguno, solo con una cosa revoloteando su mente: las palabras de Hana y Shōtarō. No quería ir a casa y pensar sobre ello, claro que no, no cuando se había escapado por impulso, por obedecer a su corazón, no encontraba que tuviese nada de malo hacerlo, aquellos impulsos habían tenido buenos resultados, en su mayoría, pero quería dejar menguar un poco el humor de Matsuyo antes de volver a aparecerse por ahí.

Aun sentía el tranquilizador aroma del incienso a su alrededor, y el delicioso sabor del té que preparó Shōtarō para que pudiera calmarse, eso la mantiene más relajada de lo que podría estar ahora.

—Shock post-traumático...

No se lo había dicho, pero la hipótesis de Hana tenía bastantes similitudes con la idea que ella tenía sobre su nacimiento, aunque prefería que fuera la que Hana había propuesto, nunca podría estar segura exactamente de cómo fue, para ella fue un simple abrir de ojos, para ___... no estaba segura.

Saco la foto de su bolsillo con cuidado, los Matsubara no tuvieron problemas en dársela, menos ahora que —al menos Shōtarō— la consideraba casi de la familia. Observó con una leve sonrisa a la mujer en ella, no la conocía de nada pero algo le decía la curva en sus labios que el tiempo que vivió por ella misma fue uno de los mejores de su vida: un marido cálido, comprensivo; y una hija con un futuro prometedor a pesar de ser influenciable.

Las 2 Colas Del Gato Perdido「Ichimatsu x Lectora」Where stories live. Discover now