44 💜 Dragón.

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Deseo egoísta

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Avisó de su llegada con un intento de tono risueño, no estaba de muchos ánimos luego de volver del cementerio. Esperaba que alguien estuviera en casa y le hiciera compañía, pero la casa parecía completamente desolada. Lentamente se cambió los zapatos, no era ni medio día todavía y ya habían pasado varias cosas, tal vez era buena idea tomarse el día después de todo. Un fuerte crujido de pan tostado la sobresaltó, si había alguien en casa después de todo pero no la había escuchado llegar al parecer.

—Choromatsu-kun, ¿eres tú? —preguntó asomándose hacia el comedor. La sudadera roja que distinguió su mirada la hizo borrar la leve sonrisa que se había asomado en sus labios.

Osomatsu desayunaba dos piezas de pan tostado —quemado— junto a un intento de huevo revuelto y una taza de algo que no quiso descifrar. No había nadie más en la casa, solo ellos dos rodeados por una densa nube de sentimientos encontrados que se acrecentó cuando el aludido elevó la mirada de sus huevos revueltos. El día había comenzado bien, pero ahora decaía en picada. Sin mediar palabra, ___-chan volvió al pasillo para subir la escalera hacia el segundo piso. Seguramente compartir con Gin le haría bien.

Pasando por fuera de la habitación de los sextillizos miró de soslayo la hora en el reloj, todavía faltaba bastante para la hora que habían acordado con Hana. Dobló hacia su habitación buscando la cama de Gin con sus crías, se acercó cautelosamente aunque ellos estuviesen despiertos, Ichimatsu le había comentado —ante una duda que tenia—, que Gin no se separaba de ellos por mucho tiempo debido a que al ser recién nacidos no son capaces de regular su temperatura corporal y que estarían así por lo menos una semana.

Sonrió con ternura al ver cómo Gin lamía a una de sus crías con pelaje similar al suyo. No tenían mucho pelo todavía pero se podían identificar todos los colores y daba algo de envidia lo tranquilitos que se han de ver. Dos pequeños tenían el mismo diseño que su madre, tres poseían manchas blancas además del anaranjado a rayas, una diminuta bola acurrucada en la barriga de Gin tenía las mismas manchas blancas pero su color naranja era mucho más tenue que el del resto, removiéndose en los brazos de Gin había un pequeño de pelaje grisáceo.

Siempre le pareció curioso cómo es que todos los mínimos no salieron iguales entre si, considerando que los hermanos de sangre que conocía eran casi completamente iguales, aunque Ichimatsu le aclaró que era bastante normal la diversidad. Acarició la suave cabeza de Gin escuchando como su ronroneo parecía una dulce canción para dormir, al parecer había terminado de amamantar y las crías volvían a dormir. Sin previo aviso Gin removió la cabeza hasta poder morder suavemente la mano de ___-chan quién la removió del susto.

—Parece que eso nunca va a cambiar —rió por lo bajo y recibió un maullido como respuesta.

Decidió dejarla estar y caminó hasta el cuarto de los padres, ver las suaves patitas de Gin le recordó lo importante. De un escondite del que solo tenían conocimiento ella y Matsuyo sacó una caja que contenía una bufanda a medio hacer, pequeños montones de lana y varios palillos para tejer.

Dando cortas mirada hacia una nota que le había hecho Matsuyo estuvo varios minutos entretenida tejiendo, tan sumida en lo suyo que había llegado incluso a inventar una corta canción con los pasos a seguir. En cierto punto de la canción paró en seco. Algo estaba mal con ella, así no era en un principio, ¿o sí? Yendo hacia atrás en la bufanda se dio cuenta de que a mitad de canción la había torcido y terminó tejiendo todo al revés, el dibujo se había deformado al apenas empezarlo.

—¡No puede ser! ¡No! Con lo que nos cuesta acostumbrarnos —se lamentó retrocediendo en sus pasos, sin darse cuenta de que había hablado en plural nuevamente.

Las 2 Colas Del Gato Perdido「Ichimatsu x Lectora」Where stories live. Discover now