Asbel Ross era el típico chico deportistas que todos amaban, querían y hasta incluso temían. Pero él no era feliz del todo, solo su mejor amigo sabía que su orientación sexual era distinta a la de los demás chicos de la secundaria.
Tenía secretos có...
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Antes del nacimiento de Asbel...
Era un sábado veinticuatro de diciembre, el día había empezado más o menos bien para el joven Evan. Él tenía planeado dormir todo el día hasta que su novia Éster Ross lo invitará a pasar la noche buena con su familia.
El no quería, se negaba rotundamente a ir, ya que no agrada ese tipo de eventos con la familia de su chica.
— ¿Amor no prefieres venir a mi casa y pasar un buen rato? —propuso Evan por teléfono a su novia sin muchos ánimos.
Esta se quejó al otro lado de la línea.
— Evan, bonbon, ayer me dijiste que si irías, mis padres se mueren por conocerte.
Evan no respondió, no quería conocerlos, la verdad, habían muchos rumores sobre los padre de ella. Diciendo cosas como que ningún hombre era digna de su hija y cosas parecidas. Eran personas muy duras de roer.
— Vendrá toda mi familia, no vamos a estar solos, ven por favor —suplico.
Evan rodó los ojos y suspiró rendido.
— Bien iré hoy con tu familia, de igual forma mis padres no estarán y me quedaría solo.
La chica chilló de alegría.
— Gracias amor te veo a las díez —la chica colgó la llamada.
Evan dejo su celular a un lado justo encima de la mesita de noche, se sentó al borde de la cama y gritó con mucha ira.
— ¡Ahaaaa! —grito con ira se acostó sobre la cama, tomo una almohada y se cubrió el rostro.
Rápidamente su madre llegó.
— ¿Tesoro que tienes? —pregunto acercándose—, ¿porque gritas?
— Por Éster —dijo la causa—, ella quiere ir a prisa con lo nuestro, apenas vamos terminando la secundaria y el año que viene toca la universidad. La quiero pero quiero ir más despacio.
— Hijo entonces hacelo saber, ella no es adivina para saber.
Evan se incorporó y se levantó de la cama, comenzó a caminar en círculos, quería contarle toda la verdad a la mujer que le dió la vida, pero no estaba seguro de cómo reaccionaría.
— Mamá es que ya no estoy seguro de quererla —decidió comentar.
La mujer se quedó confundida.
— Si ya no la quieres solo cortala, habrá otra chica que te vuelva loco —comento la mamá de forma natural incluso se rió—, sin ofender hijo pero Éster no me agrada del todo.
— Mamá no creo encontrar a otra chica —dijo y bajo la mirada—, quería decírtelo antes pero no pude, soy gay mamá.
Evan cerró los ojos esperando un golpe de su parte pero fue todo lo contrario. Ella se levantó, camino hacia su hijo y lo abrazó. Evan reaccionó al tacto de su madre y la abrazó también.
