–Ignorando todo lo mal que esta eso. Ese hermano mayor es tú novio, piccolo –dijo haciendo énfasis– Y tu novio quiere saber cuándo su novio se va de fiesta a clubes nocturnos.

Me sonroje muy fuerte y mordí nervioso mi labio inferior. Sabía que debía haberle dicho algo. Pero pensé que si no le decía nada no era exactamente una mentira. Nate suspiro.

–Jamás te impediría ir a algún lugar, Thomas, porque en eso es lo último en lo que quisiera que se basara nuestra relación –dijo con honestidad. Lo mire a través de mis pestañas– Solo quiero cuidarte. En esas fiestas abunda el alcohol y las drogas –su voz era seria– No querría que por inocentes tomaran algo que los perjudique.

–¡Yo no pensaba tomar nada! –defendí– Sabemos cuidarnos.

–Aunque eso fuera cierto. La tentación está ahí y es inevitable.

Baje mi mirada a mis manos y mi varita en ellas.

–Lo siento –susurre.

La mano de Nathaniel tomo mi barbilla y me obligo a mirarlo. Estaba sonriendo nuevamente.

–Lo siento si sonó como un regaño –su voz volvió a ser suave y cariñosa– Eres el mago más guapo que he visto, mio piccolo.

Me sonroje aún más y abrí la boca para contestarle, pero se escuchó la puerta de mi casa abrirse a mis espaldas y gire rápidamente, alejándome de su mano.

–¿Está todo bien? –pregunto mi madre, asomándose por la puerta.

–No pasa nada, signora Theresa –Nathaniel me tomo por el hombro y me abrazo por el costado– Yo seré el niñero de sus hijos esta noche. No tiene de que preocuparse. Pensaba llevarlos después a mi casa, si no le molesta.

Su voz era encantadora aunque su cara tenía una fachada de esqueleto. Mi madre sonrió mucho y le agradeció.

–Por supuesto que no me molesta. Es bueno tenerte por aquí, Nathaniel. Cuida de mis hijos.

***

–¿Entonces cómo te enteraste? –pregunte casualmente a Nathaniel, de mejor humor.

Ya estábamos en el auto de camino al club. Yo en el asiento copiloto y Hanna atrás.

–Alessandro invito a Carina en secreto –respondió divertido Nathaniel– Fue muy inocente de su parte el no creer que ella me lo diría a mí. Después de regañarlos les dije que podrían ir, obviamente conmigo.

–Por supuesto que Alessandro haría eso –dijo Hanna, con un leve toque de ofuscación que solo yo note.

–Asique todos ellos...

–Todos ellos ya deben estar allá esperándonos. Yo me vine a por ustedes –nos informó.

Yo lo miraba su perfil de esqueleto, no lo podía evitar. El trabajo era bastante bueno, era elegante pero tenía su toque terrorífico. Me hubiera gustado hacerlo yo. Tal vez si le hubiera dicho sobre la fiesta lo podría haber hecho. Y él, como no podría esperarse de otra manera, aun con toda esa pintura en el rostro se veía muy guapo, un guapo esqueleto.

–¿Cuándo te lo cortaste? –pregunte, tocando distraídamente el lateral de su cabeza y frotando mis dedos en su suave y ahora corto cabello.

–Ayer. Al consultorio solo le faltan unos pocos días para la apertura. Ya tenía pensado cortármelo antes de empezar a trabajar –me miro de reojo antes de sonreír– ¿Te gusta?

Ignore su pregunta, no por nada pero no quería contestar eso en frente de Hanna.

–No me dijiste nada –reproche. El sonrió y se encogió de hombros.

La Sorpresa Dell'amoreWhere stories live. Discover now