12. Impulsos

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Después de cenar Harry le pidió a Ron y Hermione que se adelantaran porque tenía que darle una cosa a Matt que se le había olvidado. Los chicos quisieron esperarle pero los convenció de que tardaría poco y que era mejor si lo esperaban en la sala común. Finalmente, estando recelosos se quedaron con él hasta que Matt salió, ya que tenían miedo de que se fuera solo a hacer alguna de las suyas. Cuando llegó Matt a pesar de las protestas de Harry, Ron y Hermione le pidieron que si veía algo sospechoso de su parte se asegurara de acompañarlo a la torre de Gryffindor y que ellos estarían esperándole en la sala común. 

Harry se encaminó con Matt a la torre de astronomía. Durante todo el camino no hizo más que quejarse de lo sobreprotectores que se habían vuelto sus amigos y para desgracia de Harry, Matt pensaba que se lo había ganado a pulso. 

-Ten- dijo tendiéndole a Matt un paquete nada más llegar.

-¿Qué es esto?- inquirió.

-Un regalo. Ya no puedes devolverlo, así que espero que te guste.

-¿Cuando?

-Hoy, en la tienda de antigüedades- dijo con una sonrisa- ábrelo.

Voldemort miró el paquete como si fuera algo raro. Era la primera vez que supiera que le regalaban algo y no sabía muy bien como debía sentirse respecto a eso. Si hubiera estado en su cuarto le hubiera lanzado al menos media docena de hechizos para comprobar si estaba maldito pero por desgracia no podía hacer eso en ese momento.

Lentamente desenvolvió el envoltorio y al ver que no pasaba nada sacó el contenido, dándole el papel a Harry y quedándose en las manos una pequeña caja que giró entre sus dedos, observándola con curiosidad. Era bastante refinada, no podía decir que no le gustara. Pasó los dedos por la imagen de la serpiente y el león.

-¿Qué es?- preguntó todavía mirándola.

-Es una caja de música- dijo Harry abriendo la tapa- tienes que poner aquí un pelo y proyectar tu magia tocándola, debería funcionar como una especie de huella digital.

-¿Quieres que meta un pelo aquí?-preguntó mirándole a los ojos.

Harry asintió, poniéndose nervioso. Pero Matt no lo hizo, siguió mirándole con una expresión extraña y algo cautelosa.

-Si no te gusta puedes decírmelo, me la quedaré- dijo pero Matt negó con la cabeza- ¡Oh!-dijo pareciendo comprender, siempre se olvidaba que en el mundo mágico cosas como los pelos, las uñas o la sangre de uno se podían usar para muchas cosas- Si es porque no te fías puedo hacerlo yo, luego cambias el pelo y ya está.

Voldemot lo siguió mirando con la misma expresión sopesando las posibilidades de que fuera una trampa e incapaz de sacar una conclusión se metió en su mente. No profundizó, simplemente se quedó como un observador más como la otra vez que lo hizo. Estuvo tan solo unos segundos y comprobó que el chico únicamente estaba preocupado por si le gustaba o había hecho algo mal. Recordó entonces que Harry era tan solo un adolescente.

Sin decir nada, se arrancó un pelo de la cabeza de raíz y antes de colocarlo miró a Harry cuyos ojos brillaban como pequeñas estrellas. Colocó el pelo en la ranura y tocó la serpiente de la tapa. Inmediatamente la caja empezó a brillar con una luz morada tenue y una melodía suave y desconocida los envolvió.

Harry parpadeo confuso.

-¿Qué estás sintiendo?- preguntó.

-¿Qué?- lo miró sin comprender.

-La caja emite una melodía y color según tus emociones en el momento. 

Voldemort cerró la caja de música inmediatamente al escuchar eso, no se podía creer lo que había pretendido hacer el mocoso, sus emociones que siempre ocultaba tan bien pretendía desvelarlas así como así pero Harry había tenido tiempo suficiente para apreciar como la melodía cambiaba y un tono rojizo iluminaba las paredes antes de desaparecer todo en una fracción de segundo.

InfiltradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora