[Capítulo 12] La pesadilla

1.2K 115 20
                                    

    Estoy flotando en un lugar frío y oscuro, no siento nada sólido a mi alrededor. De la nada, aparece una puerta blanca. Ya conozco este sueño, ya lo he tenido. Sabiendo que es la única forma de alterar el momento, abro la puerta y paso dentro. Por fin siento suelo bajo mis pies, aunque todo siga estando negro . Delante de mí se forma la misma figura de siempre, con el pelo blanco como la nieve y un ojo de cada color.

    —Grindelwall —susurro.

    Él saluda con un gesto de cabeza.

    —¿De nuevo en mis sueños? —acuso.

    —Oh —contesta con una sonrisa de suficiencia—. No seas así, sabes que me gusta conversar contigo.

    —Pues a mí no, ¡lárgate!

    —Tranquila, querida —dice—. Solo quiero proponerte una cosa.

    —¿Otra más? —contesto indignada—. Digas lo que digas, no me uniré a ti y a tu Séquito de la Muerte.

    Él sonríe maligno.

    —Solo escúchame. No pierdes nada, ¿no?

    Pongo los ojos en blanco a modo de contestación.

    —Sé que echas de menos a Zöe... —dice.

    —¡No te atrevas a nombrar a mi madre con tu sucia lengua de serpiente, Grindelwall! —exclamo.

    Él no reacciona.

    —... pero ella no fue todo lo sincera, Annie. Y creo que tu ya sabes en que.

    —No sigas —digo con un dedo acusador—, no sigas.

    No estoy preparada para lo que viene ahora, nunca lo he estado.

    —... tu padre —continúa Grindelwall—, no está muerto...

    Mis ojos se llenan de lágrimas.

    —... y yo sé donde está.

    Grito histérica para sacar a Grindelwall de mi cabeza.

    —¡FUERA!

    Y todo se vuelve negro.

    Abro los ojos con fuerza, pero no me encuentro en la maleta, sino que estoy en una habitación con una cuna en el centro y decoración infantil. Una mujer de cabellos rojo oscuro acuna a un bebé en sus brazos. Sus ojos están llenos de lagrimas.

    —No te preocupes, Harry —susurra—, todo saldrá bien.

    No entiendo que pasa, es la primera vez que veo esta escena.

    La puerta se abre de golpe, ahí aparece un hombre envuelto en una capa. No se le puede ver la cara, pero soy capaz de notar la maldad a su alrededor, muy parecido a lo que siento cerca de Grinderwall. El hombre apunta al niño con su varita, pero su madre se interpone.

    —¡No! —exclama.

    —¡AVADA KEDAVRA! —exclama el hombre.

    Un rayo verdoso sale de su varita. Mis ojos, nublados por las lágrimas, no soportan tan horrible visión y giro la cabeza mientras la mujer grita y el niño llora. Después, despierto.

[Animales fantásticos] El secreto del lobo albino |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora